Capítulo 1

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Nueva casa, nueva vida.

Es lo que siempre dicen ¿no? Yo no lo veía así. Sabía con certeza que mi vida iba seguir siendo  tan monótona sin importar en donde me instale. Seguiría viviendo con mi familia aburrida con sus aburridas costumbres y sus aburridos gustos. Lo único que me reanimaba era la idea de asistir a un colegio que incluye arte como materia.

Pensar en esto último me levantaba el animo debido a que, como yo lo veo, el arte forma parte de mi. Es como una droga a la que soy adicto, la cual es capaz de hacer que sienta que el tiempo va más despacio. Los colores repentinamente parecen más vívidos con cada pincelada. Siento que formo parte de un sueño y que me pierdo en los trazos del dibujo. Una oleada de sosiego recorre mis venas.

Me produce una sensación que no es posible describir con palabras.

Me distraje de mis pensamientos al divisar mi nuevo hogar.

A pesar de mis bajas expectativas, no podía negar que mi futuro barrio se veía encantador.

Se trataba de contiguas casas modernas que en su mayoría contaban con dos o tres niveles, rodeadas por una gran cantidad de diversos árboles y plantas. Todas eran relativamente semejantes aunque al mismo tiempo cada una de las viviendas era diferente a su manera. La serenidad que envolvía el ambiente era evidente.

Me encontraba estupefacto analizando el lugar a través de la ventanilla del auto hasta que éste frenó por completo.

Suspiré. Tomé la puerta del auto y la abrí rápidamente para luego saltar fuera de él.

Estaba exhausto a causa de la larga distancia recorrida para llegar a este lado del país, considerando que vivíamos en Arizona y ahora nos hallábamos en Los Angeles, California.

La verdadera razón por la que nos mudábamos era realmente un misterio, o al menos lo era para mí.

Todo comenzó cuando mi madre llegó del trabajo hace unas semanas con la noticia y, a pesar de que no obtuve explicación alguna, jamás lo cuestioné. Debo admitir que sonaba tentadora la idea de mudarme a la ciudad de los sueños.

Caminé hacia la que se suponía sería mi casa y me detuve frente a la entrada de la propiedad. Una serie de escalones conducían hacia la puerta principal

La construcción tenía dos niveles, y gran parte del interior era visible desde el exterior debido a los enormes ventanales con los que esta contaba.

-Devon, no sirve de mucho que te quedes ahí mirando-. me gritó mi padre desde el auto, interrumpiendo mis pensamientos.

Me percaté de que no estaba siendo de mucha ayuda y me dirigí hacia él. Siempre se molestaba por la más mínima cosa, y no tenía la intención de provocar otro de sus estallidos.

Antes de llegar a nuestro vehículo se cruzó mi madre quien llevaba algunas cajas de la mudanza para luego acomodarlas en la casa. Impulsivamente se las arrebaté de las manos y las entré por ella. Hoy no me encontraba en un estado de solidaridad.

-¿Necesitas algo más?- le pregunté de mala gana a mi padre, quien tenía una expresión de cansancio en su rostro.

-No, no te preocupes, yo puedo solo.

Aun sabiendo con certeza que no estaba siendo sincero, no fui de mucha ayuda. Entré unas cuantas cajas más y me quedé dormido en el sillón.

[...]

Ya estaba oscureciendo y las estrellas empezaban a mostrarse cuando me desperté de mi siesta.

Todavía me encontraba acostado en el sillón, luego de haber desempacado todo... o más bien, luego de que mis padres hallan desempacado todo.

Me levanté y me dirigí a mi habitación cerrando la puerta de ésta tras de mí.

Tomé mi Iphone y me puse a escuchar música. Los auriculares a todo volumen provocaban una sensación de euforia en mí, la música me envolvía, la melodía acariciaba mis oídos y me hacía sentir prepotente.

Inmerso en mis pensamientos me dediqué a disfrutar el sonido de las canciones mientras observaba la calle a través de la ventana.

La idea de que empezaría el colegio invadió mi mente por unos segundos pero fue interrumpida por la aparición de una cabellera rubia en la calle paralela a la mía.

Su figura esbelta caminaba de forma agraciada por la vereda, su largo cabello era suavemente golpeado por una leve brisa.

Llevaba puesto un vestido negro ajustado bastante corto que dejaba mucho para decir, y una simples zapatillas blancas.

Me quedé anonado admirando su belleza hasta que desapareció de mi campo visual.

Al instante escuché un fuerte sonido gutural por encima de la música que estaba escuchando.

Me asomé por la ventana y divisé a un joven de cabello oscuro y con una gran altura que tomaba a la chica de la cintura y la acercaba a él.

En los ojos de ella el terror era irrefutable.

Se me hizo un nudo en la garganta al observar la situación e instintivamente bajé corriendo las escaleras de mi casa hasta llegar a la entrada.

Abrí la puerta abruptamente y corrí hacia donde se encontraba la chica.

Ella se encontraba forcejeando para soltarse del agarre del joven.

- Suéltala estúpido-. Le grité al chico de cabello oscuro.

Él se percató de mi presencia, sin embargo, no relajó su agarre.

-¿Qué te pasa? Es mi novia-. Me afirmó , sus labios formando una sonrisa burlona.

Un inexplicable disgusto hacia su persona surgió en mi.

Dudoso, dirigí mi mirada hacia la chica, quien todo este tiempo se mantuvo callada, ni un solo sonido salió de sus labios.

Sus ojos de un verde cristalino se encontraron con los míos, un atisbo de desesperación reflejado en ellos. Por una milésima de segundo me pareció reconocer esa mirada, su rostro me parecía familiar, pero no era el momento para indagar sobre esto.

Volviendo a la realidad, la miré nuevamente. No hubo necesidad de comunicación alguna para entender lo que estaba sucediendo.

-Lo dudo-. Le respondí al joven, lanzando mis nudillos contra su rostro.

A unos pocos segundos sentí una punzada sobre mi párpado izquierdo y terminé en el piso.

Grité de dolor y trate de reincorporarme, aunque fue en vano ya que otro puño me golpeó, tirándome al suelo por segunda vez.

Desesperado comencé a soltar unas patadas que lograron tumbar a mi oponente.

Lo tomé de los hombros y con una fuerza considerable lo mantuve contra el asfalto. El joven intentaba escaparse inútilmente, la respiración de ambos se encontraba acelerada.

-No busco ser violento, pero si no te alejas de ella no me dejas opción-. Le advertí.

El joven asintió agitado, aunque claramente se notaba que no estaba de acuerdo. Sus ojos teñidos de furia.

Luego de que lograra calmarse, solté mi agarre y dejé que se fuera.

Cuando ya se encontraba a una distancia razonable me volví hacia la chica.

Ella se encontraba inmóvil y me miraba atónita.

-¿Estás bien?-. La preocupación en mi voz era evidente.

No hubo respuesta alguna.

Esperé un tiempo más a que respondiera.

Nada.

Ni siquiera un movimiento de cabeza.

Pasados unos minutos, ella se dirigió hacia la puerta de la casa enfrentada a la mía, sacó unas llaves de sus bolsillos y entró en ella.

Ni se molestó en despedirse. Ni un gracias.

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⏰ Última actualización: Sep 14, 2018 ⏰

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