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⚠️ Esta historia tiene directa relación con el fanfic "Hasta que mi cuerpo aguante" no recomiendo seguir leyendo si aún no lees el otro. No entenderás la trama ⚠️

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Hasta hace solo unos meses que me estaba desmayando en todos lados, arriesgando la vida de mi pequeño hijo y asustando a mi pareja con las estúpidas alucinaciones. Hoy sinceramente me siento bien, recostado de lado en la cama de mi departamento miraba como subía y bajaba el pecho de León, pausado y confiado, él confiaba en mí.

Besé su frente provocando que se moviera y apareciera inmediatamente el gesto que hace al mamar, cosa que realmente me encanta. Ver como su labio inferior se mueve de forma rápida succionando lo invisible.

- ¿Todo bien? - Óscar me abrazó mientras repartía pequeños besos en mi espalda.

- Todo bien amor - Susurré.

Y sí, estaba todo estupendamente bien, sinceramente como nunca creí que podría llegar a estar. Me levanté para soltar al pájaro que no dejaba de piar y cubrí la cama con la manta.

- Pórtate bien Pollo - Susurré dejándolo sobre la mesa junto a su comida.

Al girarme me di cuenta que el bestia me miraba, me observaba como siempre lo había hecho, pendiente de cada movimiento que hacía quizás en un tono muy sobreprotector.

- ¿Qué? - Levanté el mentón haciéndome el choro.

- Eres hermoso y estas más gordito - Inmediatamente miré mi estómago y él rió - Te ves bien así, te ves sano.

A gatas me subí a la cama y me recosté sobre su pecho, sentía su corazón en mi oído y su respiración me levantaba con suavidad. Su mano derecha acariciaba mi cabello largo y la izquierda tomó mi mano para entrelazar nuestros dedos. Realmente lo amaba, amaba cada gesto que tenía para mí, cada palabra, cada mirada y caricia.

Respiró profundo indicándome que se había dormido y sin querer despertarlo me levanté con cuidado, gran error. Tomó mi cintura con ambas manos apretándome contra su cuerpo semi desnudo. Al final me quedé así, dormido entre sus brazos, sintiendo el contacto directo de eso que llaman amor, mirando mi anillo de compromiso que relucía bajo la poca luz que entraba por la ventana.

Despertamos con el llanto del niño un poco antes del amanecer, movía sus manos y piernas en forma de pataleo. Óscar se levantó para calentar el agua ya hervida mientras yo lo mecía sin querer abrir los ojos.

- León, shh, shh - Susurraba aferrándolo contra mi cuerpo - Cállate enano de mierda - Susurré con ternura.

- Eres idiota - El rapero me miraba desde la cocina riendo.

- Hijo mío, tu padre te ama - Besé su mejilla a pesar de los manotazos que me daba - Pero eres insoportable cuando despiertas a esta hora.

- Siempre despierta a esta hora - Óscar avanzó hasta el niño - Eres tú el que no despierta.

- Tengo el sueño pesado - Recibí la mamadera y acomodé al chico.

Puse la mamadera en sus labios y en menos de treinta minutos el chico ya dormía, nosotros nos habíamos desvelado.

- ¿Cómo va el tema del departamento? - Pregunté mientras la televisión comenzaba su programación.

- Hablé con mi viejo, ya vendió el otro departamento así que - Besó mi mejilla - Esta esperando que termine algún contrato de los otros.

- ¿Y cuánto nos va a cobrar? - Lo miré - Tengo que buscar pega.

- No - Me mordió la mejilla - El niño es muy chico aún para que los dos trabajemos.

Mi Cuerpo Aún Aguanta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora