CAPÍTULO 2.

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No todos los hombres reaccionamos igual ante el abandono de una mujer. El camino más fácil es la negación, el fingir que no pasa nada, que el abismo qué hay debajo de los pies no es más que un bache en el camino, y sería la mayoría que opta por regodearse por las oscuras aguas del azote.

Yo prefiero subirme la moral repitiéndome como mantra dos profundas frases, «más vale solo que mal acompañado» y «el perro es el mejor amigo del hombre».

Aunque las frases no sirven de nada cuando te topas con recuerdos que no puedes tirar a la basura o es como el vacío del clóset, ¿cómo carajos tiras a la basura el vacío del clóset?

Es irónico, pero cuando nos quedamos solos... perdón, cuando nos dejan... todas las demás personas el mundo parecen tener a alguien que los ama, menos uno.

El abandono es una herida que escondemos. Duele tanto, que a veces vamos por ahí buscando curación.

A mi juicio, no hay cura para el abandono. Por mucho que juguemos a no estar solos, lo estaremos cuando pasan esos cinco minutos de espejismo. Se necesita ser un poco necio para creer que el amor puede durar. Como todas las cosas, envejecen y se disuelven en el tiempo por más que queramos conservarlas para siempre.

En fin, no hay cura para el abandono. Lo qué hay son algunos placebos y como dice mi padre, Doctor, hombre recto y de ideas inamovibles... graves efectos secundarios.

El Sexo DébilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora