PRÓLOGO

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Me desperté otra mañana, no muy diferente a todas las demás : Mi madre y sus cientas alarmas sonando por doquier y mi hermano con su leche de crecimiento como la guerra de Troya; ¿y yo?, tumbada en la cama pensando en todo lo que había cambiado mi vida, intentando olvidar mis ganas de dejar este mundo.

Me pongo mi ropa, no suelo prepararme en demasía, simplemente unos leguins y una sudadera que, por supuesto, me queda grande. Toda mi vida es una monotomía, me gustaría, no, me encantaría romperla, pero, no soy realmente capaz.

Montamos en el viejo coche de mi madre y una vez más, vamos justos de tiempo. El coche siempre tarda una década en calentar el motor, esperamos minutos que a veces pueden llegar a observarse eternos.

La primera parada: para recoger a mi compañera Milena (que hace escaso tiempo es residente de aquí, este lugar algo apartado de la ciudad).

Más tarde vamos a dejar a mi hermano a su colegio, lleno de colores, como habitualmente. El trayecto no es muy largo, sera superstición mia, por las ganas que tengo de tener que ir a ese lugar que ya se había convertido en un segundo hogar para mi, pero tal vez y solo tal vez, y hogar no precisamente deseado. 

Tras una absurda charla sobre un aleatorio tema para dispersarnos, llegamos a nuestro destino.

-Si pues... Lean me ha bloqueado.

- ¿Y eso? ¿Ese chaval es gilipollas o que?

- Madre mía, ahora te cuento y te enseño la conver.- me dice Milena mientras bajamos las húmedas escaleras de todos las mañanas.

-Yo solo le he dicho que yo le quiero muchísimo, pero que no de la forma en que él me quiere a mí, que es uno de mis mejores amigos y que nos conocemos de hace ya unos años, pero que no hay, más, que ya no puedo verle con otros ojos... que lo nuestro ya pasó y que a mi ya no me gusta de esa manera...

- Es que ese tío lo tiene que entender de una manera u otra... es que es así, no puedes obligar a una persona a amar a otra, es imposible y punto.- le contesto yo, pensando en lo ingenua que soy al comentar y regalar esos consejos y opiniones cuando yo misma no soy capaz de aplicarlos a mi enrevesada e igualitaria vida.

-Sabes que es lo mismo que te pasa a tí con Allan¿no?. Yo soy Allan, Lean eres tú y Samir es Ilaya. Es practicamente la misma historia...- añade sacando un cigarro de la caja.                                 Nos quedamos charlando unos minutos sobre amistades que aspiran a algo más que al simple "amigos".

Ya estamos en la cuarta.

-¡Buenos días!- anunciamos al unisono

-¡Hola chicas!- nos anuncia Emma con su marcado acento canario.                                                              Somos las primeras, como la mayor parte de las mañanas. Sacamos nuestros registros en los que quedan apuntadas nuestras cenas anteriores, acompañados por nuestros móviles, y yo por supuesto, dejo fuera mi disc-man con mis cascos SONY de un tono negro azulado.

8 minutos después, Mónica se asoma por la puerta con su peculiar y espléndida sonrisa y su coleta algo despeinada, con aire vigoroso, como todas y cada una de las mañanas.

-¡Buenos días chicas!

-¡Hola!- nuevamente al mismo tiempo.

Mónica era algo más bajita que yo, su tez es pálida a diferencia de la de Milena, que es hondureña. Mónica es caracterizada por ser alegre y emprendedora. Delgada y sin mucha curva, sus gafas cuadradas de pasta negras la caracterizan aun más, haciendo resalte a juego con su castaño y no muy ondulado cabello. Sus ojos lucen verdosos en cuanto su sonrisa se muestra, maravillosa, aunque como todas, ella no lo sabe.

Forget.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora