capítulo 1

13 0 0
                                    


Cada quien la vida le responde de una manera diferente, pero supongo que eso aún no lo ves cuando eres adolescente. Entonces solo ves amigos, chicos y fiesta. Mi historia empieza como todas las típicas historias de amor de chica buena conoce a chico malo, pero, ¿Qué pasa si la cosa se complica hasta un punto extremo?

Era Mayo y el despertador sonó como todos los días a las siete y cuarenta de la mañana. Me esperaba un nuevo día de instituto. Por suerte esos días tenía una distracción que me hacía sobrellevar mejor las duras horas de clase.

- ¡Amy! Llegas tarde otra vez.- grito mi madre desde la cocina.

- ¡Ya voy!

Al salir del baño sentí ese olor. Chocolate caliente. Me encantaba desayunar eso, y mi madre lo sabía perfectamente. Me senté en mi sito de siempre, a la izquierda de la mesa, con mi hermana Janine de cinco años al lado.

Las carreteras estaban llenas de tráfico y solamente quedaban 5 minutos para empezar las clases. Volvería a llegar tarde y a pasar una vergüenza insoportable.

Cuando mama aparco delante del instituto salí del coche dirigida a la clase 007 para empezar Biología. Al abrir la puerta ya tenía toda la cara roja como un tomate y la vergüenza iba aumentando a la vez que Ariel, la maestra me interrogaba sobre mi retraso. Cuando le conté la historia que se repetía día tras día me senté en mi sitio, al lado de él, mi distracción. Podía observar todas y cada una de sus facciones, su pelo color cobre, sus ojos verdes esmeralda y sus abultados brazos que se tensaban cada vez que escribía una palabra.

- Amy, no te interesa la clase?- me pregunto por sorpresa Ariel al ver que estaba distraída.

Tarde unos segundos en procesar una mentira.

- Sí, perdona, me distraje mirando a Lili.

Lili me miro en cara de sorpresa mientras yo me encogía de hombros para que supiera que no se me había ocurrido nada más. Se echó a reír, pero a la maestra no le hizo la misma gracia.

-Más bien a mí me parece que mirabas a tu compañero de ojos verdes - me desafío Ariel.

Me volví a sonrojar mientras todos hacían ruidos y silbidos. Odiaba a todos esos niños, parecía mentira que estuvieran en el último año de instituto, se comportaban como mi hermana. Solo me caían bien Lili, Dani, Taylor, Neil y su hermana gemela Laura. Siempre habíamos ido juntos desde el parvulario y por suerte aún seguía siendo así. No podría soportar todo el curso sin ellos, eran mi apoyo, mi mano derecha, lo eran todo.

El día fue pasando como todos, sin nada especial, excepto algún intercambio de miradas con Iker, cada vez me gustaba más, y la verdad no sabía porque, nunca me hablaba y siempre iba con las chicas más guapas del instituto, tenía fama de mujeriego, y aun así me arriesgaba a que me gustara.

Una vez decidí hablarle pero la cosa no fue como mi mente planeaba, ya que ni se molestó en contestarme.

Nunca me había mirado de esa forma pero intenté no darle importancia, ya que las ilusiones que tú misma creas son las que más te hacen sufrir cuando no ocurren.

Al medio día, mi madre vino a recogerme y todo el camino de vuelta a casa se lo paso hablando, pero yo estaba absuelta en mi mundo. Más bien en sus ojos verdes.

En la comida mi padre inició la típica conversación conmigo sobre mi futuro.

-Papa, no sé qué voy a hacer si no consigo hacer Medicina. Solo quiero eso y por eso trabajo duro.

- No haces suficiente Amy, solo piensas en amigos y fiesta.

-¡Me paso horas delante del libro!- contraataque mientras la ira me llenaba.- ¿nNo son suficientes 4 horas diarias estudiando?

adicción a la adrenalinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora