¿Quién eres tú?

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– El pequeño Di Angelo está tan triste como siempre – Murmuro Cloto e incluso en su voz imponente y fría, se pudo notar un deje de tristeza.

Cloto era sin duda la más sentimental de las Parcas, la que más sentía aprecio por los vivos, debido a que era ella quien hilaba su vida y aunque nunca lo reconocería, ya que su posición y sus hermanas, no lo permitirían, ponía un pequeño recado de su alma en cada una de aquellas vidas. Más en las de los semidioses, y todavía más en los héroes o mártires y el pequeño Di Angelo era ambos...

– A veces el destino es cruel – Murmuro, impasible, Láquesis, mientras ocultaba su propia culpabilidad, ella sabía lo que iba a ocurrir, lo que tenía que pasar y lo que paso, lo que no se podía cambiar – Pero también puede ser justo – Como lo serían, la parte de Di Angelo en las profecías ya estaba cumplida, el niño merecía su descanso, merecía paz. Incluso ella podía sentir su alma atormentada.

– Basta de eso – Murmuro impasible, Átropos, la única desinteresada... Hasta cierto punto, también estaba un poco curiosa – Solo hagámoslo – Como toda decisión importante, esta había sido tomada por las tres y Átropos había perdido.

– De acuerdo – Murmuro Láquesis, la medidora mientras que Cloto tan solo asintió, dándole un último vistazo a su pequeño protegido, sin hablar para que su voz no le traicionará.

Nicolò se hallaba sentado en una cueva, escondido en el bosque, cuando todo sucedió, de repente el suelo dejo de estar bajo sus pies y todo era blanco, se sintió caer y gritó, más por instinto que por verdadero miedo, Nico en realidad, también quería morir. Estaba harto de solo ser un estorbo...

Ese fue su último pensamiento consciente.

Todo lo demás se redujo a extraños sueños, momentos que nunca había vivido en su antigua realidad, momentos que no le pertenecían al Di Angelo original, si no al chico de la otra dimensión, aquel que tomaría su lugar en la realidad, aquel que en su tierra tampoco era feliz.

Sueños sonriendo con Percy Jackson, donde era su amigo, donde participaba en sus aventuras y no era solo el amargado hijo de Hades. Sueños a su parecer imposibles.

En medio de ellos, no noto cuando aterrizó en su cama, sin destrozar nada, ni como era rodeado por tres señoras indefinibles, llenas de luz y oscuridad...

- Es todo lo que podemos hacer por ti – Murmuró Cloto, con una mezcla de tristeza y esperanza en su voz.

- Es tu turno, Di Angelo – Sentenció Átropos antes de que las tres desaparecieran en un halo de luz, su misión estaba cumplida.

El pelinegro siguió durmiendo sin enterarse de quienes habían cambiado su suerte, ni de cuanto le importaba al destino y mucho menos, que ellas le habían cedido parte de la responsabilidad de este, sin saber que él ahora tenía lo más cercano al libre albedrío que podía tener un semidiós.

Pasaron las horas y lo poco del día que quedaba se volvió noche, trayendo con ello paz al campamento Mestizo, sin que nadie se enterara de que uno de sus miembros había sido cambiado. Nico no despertó en ningún momento, los extraños sueños eran demasiado agradables y una noche dulce era tan difícil de lograr para un hijo de la muerte, que debía aprovecharla, además... Tampoco podía durar demasiado.

- ¡SOMBRITAAAAAS! - tal como se dijo, nada podía ser tan bueno. Los gritos levantaron al rey de los fantasmas o casi, ya que este solo se removió en la cama, negándose a levantarse los primeros segundos - ¡GASPARIN!

Oh, no había dicho eso, Nico abrió los ojos, los cuales estaban tan oscuros que su pupila se confundía con el iris, expresando su mal humor. Esa persona iba, definitivamente, a morir. Se levantó con lentitud, cada uno de sus gestos y movimientos expresaba su amargura pero la persona detrás de la puerta no tenía el suficiente sentido de supervivencia como para darse cuenta de que debía huir. Solo podía tratarse de dos personas, Perseo Jackson o Leo Valdez, eran los únicos idiotas que harían algo así y el pequeño estaba demasiado fastidiado como para intentar adivinar.

Abrió la puerta con lentitud, casi lanzando fuego por los ojos pero al ver a la persona en su puerta, se detuvo, no porque quisiera, sino por el shock. Era Percy Jackson, sí, pero no él que él recordaba, era mucho más... Joven, sí... Y... Había algo diferente. Lo observo un momento más... Y le cerró la puerta en la cara.

¿Quién era él? Se preguntó mientras los golpes continuaban y hasta que Percy amenazo con inundar toda la cabaña, Nico no cedió pero como le desagradaba tanto la idea de tener que limpiar luego, se dijo que tenía que mantener la calma y el control, no se dejaría dominar por las emociones de nuevo.

- ¿Qué quieres, Jackson? – Pregunto, con un tono sombrío, haciendo honor al apodo que Percy había dicho anteriormente "Sombritas"

- ¡Dijiste que hoy iríamos a entrenar! – Se quejó sonoramente el hijo de Poseidón y el de Hades solo podía observarlo sorprendido.

- ¿Cómo? – Su voz no expreso su verdadera sorpresa ¿Dónde estaba? ¿Él, entrenando con Percy Jackson? Tenía que ser un sueño.

- No intentes confundirme, sombritas – El de ojos cafés decidió dejar pasar por el momento el apodo – Lo prometiste.

- Yo...

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Espero que les guste, y espero ir mejorando poco a poco, cualquier crítica (constructiva), tomatazos, etc, es aceptada, quisiera saber sus opiniones y que quisieran que pasara ^^ Sin más que decir, espero actualizar pronto y que lo disfruten

Se despide la hija de desastre 

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