Sonata de Invierno.

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Mikaela es un dulce y pequeño niño de tan sólo seis años de edad, él siempre ha soñado con hacer felices a todos porque cree que ése es su objetivo de vida.

Y lo fue. . .

Era una mañana de Invierno, el viento soplaba fuerte por lo que todos los niños se encontraban dentro de la casa y usaban cada uno un gorrito que la encargada les había obsequiado la noche de Navidad. En el orfanato Hyakuya los valores eran inculcados desde muy temprana edad por lo que nunca se presentó un problema u algo similar.

Mikaela armaba un rompecabezas sentado sobre sus piernas cruzadas cuando repentinamente un balón rodó frente a él y rebotó hasta llegar a la oficina principal, los niños que jugaban con él le pidieron al pequeño rubio que fuera por él y éso hizo.

Tan pronto lo pidieron, se levantó y corrió a la sala.

Se agachó a tomar el balón pero cuando alzó la mirada vio a un pequeño y frágil niño sentado sobre el gran sofá obscuro de espera.

Su cabello era completamente negro como el cielo nocturno y sus ojos tan verdes como el césped en primavera pero en sus brazos existían pequeños moretones que rápidamente ocultó con las mangas de su sudadera.

—Hola — Mikaela regaló una amplia sonrisa al saludar y se acercó pero aquel niño se abrazó a si mismo como si tratará de defenderse. Ni siquiera lo miró.

Se sentó a su lado y tocó de su hombro pero apartó las manos de Mikaela.

—¿Cómo te llamas? Mi nombre es Mikaela — Preguntó con suavidad con el presente temor de que existiera el riesgo de asustarlo.

No recibió respuesta, parecía temblar. Entonces Mikaela mostró el radiante balón en sus manos.

—¿Quieres jugar conmigo? Es divertido —Jaló de su delgada muñeca, sentía que se excedía podría romperlo. Cuando sus pequeños pies tocaron el suelo, se sentó sobre éste como si no pudiera sostenerse por si mismo.

—¡Mikaela! ¡No lo hagas! Yuichiro no puede caminar —Explicó una señora que se mostró detrás de la mesa.

Mikaela lo ayudó a levantarse y sentarlo sobre el sillón.

Luego le explicaron sobre aquel niño, su nombre era Yuichiro Amane y tenía su misma edad aunque lucía menor debido a su baja estatura, Yuichiro era un caso especial, él había sufrido maltrato y destrucción toda su vida por lo que los músculos y huesos de su cuerpo eran tan frágiles como el cristal y no podía sostenerse sobre sus pies.

Pero eso no era lo peor, Yuichiro era sordo, aunque no nació así si no lo adquirió debido a que sufrió un golpe en la cabeza a los cuatro años, al intervenir en una pelea de sus padres.

Al parecer ese rumor llegó a oídos de todos los niños en el orfanato por lo que Yuichiro fue marginado e incluso sufrió de agresiones.

Mikaela llegó a enterarse de esa barbaridad por lo que se enfadó con todos pero no dio resultado. Todos eran necios y hasta se enfadaron con Mikaela por ese reclamo.

Recordó que debía hacer felices a todos pero en algunos casos existen excepciones, cuando alguien necesita un poquito más de felicidad que el resto.

Mikaela fue a visitar a Yuichiro todas las tardes a partir de ése día y aunque no fue sencillo ganarse la confianza del obstinado y hostil azabache, lo consiguió.

Con el tiempo las tardes pasaron a ser más cortas y Yuichiro parte de la vida de Mikaela.

Se comunicaban por señas debido al pequeño caso de Yuichiro pero el rubio logró aprender a comunicarse de ése modo en menos de un mes. Además Yuu podía escuchar un poco de la voz del rubio.

Blanco y Negro / MikayuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora