Capítulo 1

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Nota 1

La vida, a veces, muy contradictoria. Nos muestra lugares llenos de encanto, lugares que enamoran, desde el primer minuto en el que estás en ellos. Lugares, para perdernos. Lugares. Lugares llenos de personas, de vida, de amor, de historias, lugares llenos de miedo y de risas. Lugares de llantos y de devoción. Pero también hay lugares solos, apartados, abandonados. A estos últimos no quiere ir nadie. Porque alguien dijo alguna vez que los lugares son para disfrutarlos con compañía, sean como sean. Pero se vuelven bellos por sus gentes y su alegría. Una calle de Madrid, llena de esperanza, que resplandezca por las sonrisas de las personas que la llenan...

Esto no me va a servir para absolutamente nada. Pero aun asi lo escribo con la esperanza de que mi psicóloga Digna, se fíe de mí. Siempre anda diciendo que si yo, Alma Alamár, soy un pozo de ideas. Que sí, que las tienes. Que luego no, que resulta que estás anticuadilla y tienes que pensar en positivo para poder avanzar. Lo único que quiero es saber por qué tengo que ir a una terapia, si todo va bien.

Dentro de mis esquemas no estaba el echo de casarme a los veintiuno y que dos años después mi marido se liase con su secretaria. Pero no estaba dentro de mis esquemas por varias razones. La mas evidente y obvia, yo aun lo quería. La menos evidente y subyacente, ¿a caso podía ser mas tópico que mi marido, jefe de varias de las empresas más importantes a nivel nacional y dirigente de la sede en Madrid, se liase con su cañonazo de secretaria?

No sabia que me la estaba pegando, pero ahí estaba el muy cabron de Marcos. Con todas sus excusas de mierda. Que si voy a llegar tarde, que si hoy no me esperes despierta, que si voy con la moto y no puedo pasarme a comer que si no pierdo mucho tiempo...

Tonta, tonta, tonta y mil veces tonta, la secretaria. Yo no. Yo era mas que lista, con un contrato prematrimonial en el que se quedaban todas las cosas bien puestecitas a mi nombre en caso de que el toro de miura de Marcos descarrilase un centímetro. Y ahí estaba. Descarrilandose cientos de kilómetros de mí. Y ahí estaba yo, podrida de dinero después de quedarme con todos sus bienes y rota de dolor por haberlo perdido. Perdido a mi gran amor, o almenos eso pensaba yo. Pero bueno, yo nunca había visto a un tio montado en un Ferrari y llorando la perdida de su gran amor asi que iba a probar eso de que si "el dinero no daba la felicidad pero ayudaba" era cierto. Pero aún me quedaba, dinero y cosas por recuperar, si es que me dejaban...

Lo que no entendia es que estaba haciendo una morena de nombre Alma Alamár, con una talla de pecho de una cien copa D, unas curvas de infarto y un pelazo que llamaba la atención por donde iba ya que hacia un contraste impresionante con mis ojos verdes, pues eso; qué coño hacia yo nueva rica buenorra malgastando el tiempo en una psicóloga que me manda a escribir absurdas notitas cuando me viniese la inspiración. Es que la señorita Digna, que asi se llamaba, tenia mucha experiencia en eso de comerle el coco a los demás y allí me tenia, arrodillada a sus pies, escribiendo notitas, como si yo fuera escritora. Machacando hasta el ultimo aliento de mi paciencia y haciendo su trabajo para certificar que yo estaba en todos mis cabales como para poder quedarme con la inmensa fortuna que había engendrado mi marido y que me había regalado completamente en el instante que comenzó a follarse a su escultural secretaria y reconocerlo delante de toda España. Pero JA JA Marcos. Un puntito a favor para mi, o mejor dicho muchos puntitos a favor para mi en el banco. Porque lo que es a ti, a ti ya mucho no te quieren, ni por interés siquiera. Otro JA JA Marcos. Y que no me tirase de la lengua porque ya estaba despertando mi fiera interior.

Muchos diran que yo no tengo donde caerme muerta o que solo buscaba su dinero pero puedo asegurar que era todo lo contrario. Conocí a Marcos cuando vino a mi agencia de publicidad para que le hiciese unos folletos de no se qué, por qué el era muy aficionado a tal y cual y por qué el quería emprender un viaje a un sitio que estaba yo no se donde. En fin, no es que no recuerde bien el momento en el que vi por primera vez a mi ex marido, es que me quedé tan envobada que no me dio tiempo a escuchar nada, solo a mirar como sus labios se movían de manera sensual aunque lo único que hiciese fuese hablar como una persona normal. Lo que pasa es que yo para esos meses estaba un poco... sola y apareció él con su rollo privado y personal y con más rollo sobre la importancia de llegar al corazón de las personas y con su ultimo rollo sobre que es que hay que ver la cantidad de potencial que los jóvenes desperdician últimamente. Claro que sí. Todo lo que tu digas, Marcos. Tu sigue moviendo esa boquita de piñón, que como sigas asi te la voy a morder. Me dejó estupefacta su buen asepcto y su elegancia.

Vendí mi alma al demonio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora