Part I

10 1 0
                                    

Recuerdo muy bien el día en que lo conocí, lo que sentí fue seguridad. Su sonrisa parecía encantadora, creí que encontraría tendríamos un hogar como todos los demás, sin embargo, más tarde descubrí que solo el infierno me esperaba a su lado.


Es medianoche, el reloj sigue con su tic tac, poniéndome ansiosa a cada segundo, camino de un lado a otro con la respiración agitada, sabía que nada podría pasar de nuevo, pero el miedo ya estaba adherido a mis huesos. En algún punto termine sentada abrazando mis rodillas mientras lloraba. ¿Cuándo fue la ultima vez que me sentí así? No lo recordaba.

Sentía que caía en un abismo, había tantas emociones encontradas dentro de mí que sinceramente prefería morir. Cerré mis ojos conteniendo las lágrimas mientras recordaba el momento en que todo empezó a ir mal.


Hace 13 años me encontré con él por primera vez...


Un día mamá llevo un hombre a casa, ella estaba muy feliz había preparado todo un festín, siempre fuimos ella y yo, pero ahora un miembro más se incorporaría, estaba extasiada de al fin tener a quien llamar papá. Me sonrió como si fuera lo más precioso del mundo, dijo que cuidaría de mi madre y de mí, quería que lo llamará papá. Yo estaba realmente feliz, mamá ya me había hablado de él, llevaban un tiempo saliendo. Los primeros meses de convivencia fueron extraños y llenos de expectativas, todo iba tan bien que me alegraba de al fin tener un hogar completo, mamá tomó una licencia del trabajo para quedarse en el hogar poco después me comentó que dejaría su trabajo para dedicarse por completo a la casa y que tenía la intensión de ampliar la familia. No podría estar más feliz, por fin se cumplía mi sueño de tener una familia como las otras. El tiempo pasó y solo pequeñas pelas hubo entre ellos, en mi cumpleaños número 8 me dieron la grandiosa noticia que iba a ser hermana mayor, la felicidad me inundaba, no podía dejar de presumir en la escuela.

Mamá la pasó mal con el embarazo, en una ocasión simplemente empezó a sangrar. Acababa de llegar de la escuela cuando vi como mamá cayó al suelo sosteniendo su vientre abultado mientras lloraba, no sabía que hacer, me quedé paralizada, pero al escuchar sus gritos fui corriendo por el celular y llamé a papá. La llevaron a urgencias al parecer tuvo complicaciones, nos hicieron esperar fuera, luego una enfermera nos guío con un doctor y allí dijeron que tenía un desprendimiento no entendía a que se refería, pero podía observar la seriedad en el rostro de papá, cuando llegamos a casa mamá se encerró en su habitación y empezó a llorar, al parecer el bebé estaba en peligro, quería ayudar en todo lo que pudiera así que me acerqué a ella y la abracé. No podría olvidar ese rostro empañado en lágrimas que me agradeció. El embarazó ahora era de alto riesgo por lo que estaba limitado el movimiento de mamá.

A mi corta edad empecé a encargarme de la casa, en su momento no le di tanta importancia, pero no mucho después toda la responsabilidad cayó sobre mí. Mamá se aferró a mí y lo que empezó como una ayuda se convirtió en mi deber. La escuela y la casa todo fue tan asfixiante, a veces me quedaba dormida en clases por el cansancio. Pequeñas cicatrices empezaron a aparecer en mis manos al manipular objetos a los que no estaba acostumbrada. Por suerte, una amiga de mamá nos ayudaba con las comidas o en ocasiones papá traía comida.

Las semanas empezaron a pasar y el vientre de mamá cada vez estaba más grande, apenas se levantaba para ir al baño. Algunos días me tocaba faltar a la escuela para ayudarla en todo lo que podía. Sin embargo, una noche mi mundo empezó a destrozarse como una taza que cae.

Era tarde, estaba acostada pero no podía dormir, simplemente estaba dando vueltas en la cama, hasta que escuché unos pasos cerca de mi habitación, me asusté. Agarré mi cobija, la subí hasta arriba y cerré los ojos. Alguien entró a mi habitación, se sentó a un lado de mi cama, escuché un suspiro y luego unas manos se arrastraron por mi cobija buscando mis piernas, me sobresalté, estaba aterrorizada no sabía que estaba pasando, después de un tiempo los movimientos pararon, esa persona se levantó y se fue de mi habitación. Quité la cobija de encima estaba tan asustada y confundida que esa noche no dormí. Las siguientes noches fueron una constante pesadilla, esa persona empezó a visitarme regularmente, sus acciones también empezaron a avanzar, quería pedir ayuda, pero el miedo siempre me paralizaba. Llegó al punto que ya no estaba satisfecho con tocarme por encima, sus manos ya acariciaban mi pequeño cuerpo que temblaba, podía escuchar su sonrisa y con una voz aterradora me decía

- No te preocupes Leny es papá él no te haría nada malo, no hagas ruido mamá esta durmiendo y no queremos despertarla ¿verdad?

Cerraba mis ojos con fuerza para no verlo, mientras tragaba mis sollozos - Eso es buena chica.

Hace un par de noches que descubrí que era él quien me visitaba. Con el pasar de los días me sentía más sucia como si hubiera caído en un fango apestoso y no podría quitármelo de encima.

A partir de entonces todos los días a la medianoche iba a mi habitación, en ocasiones también faltaba al trabajo con la excusa de cuidar a mamá para al final colarse en mi habitación. No desperdiciaba ningún minuto, con el pasar de los meses era normal que antes de que se me abalanzará dijera una amenaza para mantenerme asustada y callada. Estas siempre involucraban a mamá o al bebé. En algún punto, esta horrible situación empezó a ser mi diario vivir, al "ser tan buena chica" aquella persona me empezó a traer regalos que toda niña deseaba, me sentía tan culpable aceptarlos, pero tampoco los podía rechazar porque siempre los entregaba delante de mamá.

Recibirlo en mi cama cada noche era habitual, en algún punto me resigné y empecé a creer que ese era ahora mi deber porque mamá estaba enferma, o fueron palabras que él susurró y quedaron grabadas en mi mente.

Después de que nació el bebé aquel ser dejó de frecuentar mi dormitorio, parecía que poco a poco todo volvía a la normalidad. Sin embargo, sus caricias bajo la mesa o cuando nadie veía eran sugerentes, en muchas ocasiones ignoraba aquello, me convencía de que todo era parte de mi imaginación. Quería una familia feliz, realmente lo quería...

Pero no todo va como uno quiere, el bebé fue creciendo y al parecer la culpa de él también. Después de terminar su repulsivo acto, se arrodillaba mientras me pedía perdón y decía que no volvería a suceder. No obstante, no duraba mucho su acto poco después de pocos días volvía a buscarme.

Aquel ser a quien tenía que llamar papá había mancillado mi cuerpo ensuciándolo, manchándolo a tan corta edad, un cuerpo que ahora respondía a él, después de cada acto estaba vacía, apenas recordaba lo que sucedía en el día, era como si estuviera viendo a través de una pantalla. No sentía la realidad que me rodeaba, ni podía mirar mi reflejo en el espejo sin sentir rechazo y asco.

La primera vez que mi cuerpo dejó de rechazarlo en mi cabeza algo hizo clic, esto estaba mal, no debería suceder, deseaba que acabará ya, no quería seguir en esta situación. Incluso pensé que era mejor morir que seguir así.

Después de rezar sin descanso al parecer Dios escuchó mis plegarias y él tuvo que cambiar de trabajo. Entonces por fin se olvidó de mí, pero todo mi ser ya no se encontraba aquí.

A partir de ese punto todo se vuelve borroso, como si no fuera yo quien estaba viviendo. Tengo pocos recuerdos de la escuela, una vez que cumplí los 12 años ingresé a la secundaria, nos dieron orientación y entonces fui capaz de reconocer que había sufrido abuso. Cuando todo empezó a encajar en mi mente, todo lo que había estado conteniendo detono, la caja de pandora se abrió y desde entonces la ansiedad, el miedo, la frustración, el odio, la depresión y la pérdida invadió...

Infierno PersonalWhere stories live. Discover now