CAPITULO IV

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Mauricio y yo llegamos temprano a la prepa, yo me dirigí a mi salón donde me encontré a Sol, y Mauricio se fue a las canchas de básquet.

Cuando llegue a mi mesabanco encontré un sobre grande amarillo, que tenia mi nombre, por un momento creí que era una sorpresa de Reynaldo.

-¿Que es esto?

-No lo se Betina, cuando llegue ya estaba ahí.

Lo abrí, y dentro había una hoja blanca con un dibujo... Un dibujo mío... De cuerpo completo, con una minifalda, tacones y la parte de arriba desnuda... Sentí que las lagrimas salían de mis ojos, Sol me veía preocupada.

-¿Que paso Betina? ¿Estas bien?

Yo no le hacia caso, ya que estaba leyendo un mensaje que venia incluido en la parte de arriba del dibujo que decía: Betina estas bien sabrosa, estas bien chichona y culona, yo si te la metería, me masturbo pensando en ti, un día te voy a hacer gemir y pedirme mas y mas. No sabes cuanto me gustaría apretártelas y que tu me lo aprietes.

Empecé a llorar y no podía parar. Le di la hoja a Sol y en cuanto la vio me abrazo.

-Betina, no les hagas caso, quien hizo esto, es un idiota.

Sol me dio la hoja y yo la doble.

-Sol vamos al baño, no quiero que Reynaldo llegue y me vea así.

-¿No le dirás a Reynaldo?

-Me da mucha pena y no se como lo vaya a tomar.

-Es tu novio Betina.

Salimos del salón y cuando dimos la vuelta para bajar las escaleras nos topamos a Reynaldo y Pablo. Reynaldo se me quedo viendo preocupado y Pablo estaba confundido.

-¿Betina, estas bien? – pregunto Reynaldo mientras se acercaba a abrazarme.

Y justo cuando me abrazo me desvanecí, y empecé a llorar sin poder parar, Reynaldo me apretaba contra él y me sentía muy segura a su lado, sabia que él no dejaría que me pasara nada malo, siempre me estaba protegiendo y cuidándome.

-Chicos, me aviso el prefecto que las primeras dos horas son libres porque hay junta – escuche que Diego dijo.

-Gracias Diego – respondió Pablo.

-¿Que le sucede a Betina? – pregunto Diego.

-No lo se – respondió Pablo.

-Ya chicos no sean preguntones, mejor dejemos a Betina y Reynaldo solos – respondió Sol.

Por un momento se lo agradecí, pero si estaba sola con Reynaldo debía mostrarle el dibujo, lo cual me daba mucha pena, aunque en el fondo sabia que era lo mejor para que me pudiera apoyar.

-Betina, ¿Quieres ir a otro lugar?

-Si, Rey, vamos a tu auto.

-Esta bien, hermosa.

Caminamos al estacionamiento y entramos al auto de Reynaldo en la parte de atrás, estuvimos un rato sin decir nada, solo abrazados, hasta que le di la hoja blanca doblada, él me miro confundido y la abrió, la observo por unos segundos y luego la arrugo, me di cuenta de que estaba muy enojado, nunca lo había visto así, me observo y me abrazo.

-Betina, mi niña, te amo... Y no me gusta verte así... Quien hizo esto debe ser un tipo sin cerebro que no razona lo que hace.

-Yo también te amo Rey, y la verdad no se me ocurre quien podría ser...

-Betina... – dijo Reynaldo mientras me observaba inseguro, como si no supiera si decirme algo.

-¿Tu sabes Rey?

Siempre ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora