Parte 1.

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"Celo"

Tony podía parecer un adolescente idiota. Pero no lo era.
Por más que se esforzara en no hacer notar su naturaleza Omega, su cuerpo se negaba a colaborar con él y sus intensiones.
Tony era una clase rara de Omega, con feromonas fuertes, demasiado atractivas. Cualquiera que las olía, quedaba prendado en un solo instante.
Por ello, ese día, lo notó.
Estaba a una semana exacta de su celo - o eso es lo que creyó en ese momento - cuando todo comenzó a tornarse extraño.
Ese día, Pepper, Brucie y Rhodey, le prestaron más atención de lo normal.
Clint, Loki, Janet y Nat le habían mirado por mucho tiempo, pero le habían tratado
importancia.
Claro, Tony no lo asocio con el hecho de que los primeros tres eran alfas: tres alfas que habían olido los primeros rastros del celo en él. Obviamente, ninguno lo mencionó.
El otro grupo, de omegas, tal vez había olisqueado el aire: pero no notaron nada más fuera de lo normal que el olor dulzón que provenía de Tony.
Probablemente, debería haberse quedado en casa.
O por lo menos eso pensó, luego de las escenas sobreprotectoras que había recibido en la preparatoria: Rhodey, Pepper y Brucie, alejándolo de cualquier otro alfa que se acercara.
Por supuesto, no sabía cuales eran las razones para ello.
Una vez que la jornada terminó, Tony se encontró a si mismo suspirando: se había terminado la operación "alfas sobreprotectores".
Salió dando empujones a varias personas, y vio fuera entre el tumulto de gente, a Rhodey y Pepper esperando.
Frunció el rostro.
- Deberían haber ido a casa ya, chicos. - musitó, rascándose la mejilla, incómodo.
- Queríamos acompañarte, Tones. - fue la respuesta de Rhodey.

Tony sopesó las posibilidades: su tío Steve y su tío Bucky (como les decía de cariño) estarían yendo de visita a su casa esa tarde, y tenía órdenes explícitas de su madre de no dejarlos desatendidos, ya que Jarvis tenía otras responsabilidades.
- No-uh. - dijo. - Estaré ocupado. Mamá me ha dejado una tarea y bueno... Debo cumplir. Los veo mañana, chicos. - segundos después de terminar esa frase, salió corriendo a la dirección contraria.

Dos cuadras después, se detuvo, volteando para asegurarse de que ninguno lo seguía.
Metió las manos en los bolsillos y suspiró; tanto su padre como su madre habían estado en una convención de Stark Industries, y esa semana no habían siquiera llamado.
Se sentía decepcionado de no tener la atención que merecía. Dejado de lado.
Se estremeció un poquito cuando una pequeña punzada invadió su parte baja. Respiró, dando pasos pequeños y pensando "No, debe ser mi imaginación". Descartó ese pensamiento cuando sintió la tela de sus pantalones mojada, justo en la parte trasera, y un estremecimiento de placer que le recorrió entero. Su polla se puso dura de repente, y Tony jadeó.
-N-no puede ser... - murmuró, llevándose las manos al vientre. - Se supone... Una semana... Dios no.

La piel sensible de su cuello se erizó cuando sintió una salvaje mirada clavada sobre él.
Volteó un poco, y echó un gritito a la vez que veía a alguien aproximarse a mucha velocidad hacia el.
Trastabillando hacia el frente, echó a correr.
Las piernas debilitadas por los primeros síntomas del celo, su entrada empapada de su propio lubricante, el anhelo de algo enterrándose allí.

Soltó un sollozo bajito a la vez que rodeaba su vientre con los brazos, tropezando cada tanto, con el cosquilleo siempre presente.
El alfa detrás de él corría también, y Tony estaba asustado.
Sintió que le tomaban del brazo, y fue volteado bruscamente, una nariz enterrándose en su cuello.

- Maldición, hueles tan bien... - ronroneó el desconocido.

Tony lloró. Y recordó el su pesado bolso lleno de libros, a la vez que pataleaba entre los brazos del extraño, que deslizaba las manos por el contorno del cuerpo del adolescente.
Se sintió asqueado, y gritando, golpeó al tipo con su mochila, obligándole a apartarse.
Lágrimas gruesas corriendo por sus mejillas y un único pensamiento "estoy a dos casas de la mía".
Ignorando el dolor punzante en el cuello, culo e ingle, corrió llevando a rastras su maltratada mochila, llegando a su destino, abriendo la puerta con fuerza y cerrándola de un portazo.
Agitado, llorando y excitado, se deslizó sobre la puerta.
Jadeó fuerte cuando libero su polla, palpitando, completamente dura. Deslizó sus manos sobre ella, inclinándose hacia el frente, allí en pleno vestíbulo: no era la primera vez que la desesperación lo obligaba a ello. Sus celos eran más fuertes que los de un Omega normal, y eso era jodidamente insoportable.
El calor era insoportable.
Movió la mano de arriba a abajo, mientras la otra buscaba dificultosamente su entrada, tanteandola. Se acarició por unos instantes y pronto hundió sus dedos dentro de sí, olvidando todo a su alrededor.
Soltó un gemido inestable, agudo, con el placer bullendo cada uno de sus sentidos, y movió los dedos, una y otra vez.
La respiración agitada, el sudor cubriendo su frente y mejillas, y la mano subiendo y bajando sobre su propio eje.

Celo. |Stuckony|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora