Viven en la oscuridad

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Aguante la respiración.

Cierre los ojos y déjese llevar por el mundo que le quiero mostrar.

Está usted en calma, y ni el más intenso ruido del exterior podrá despertarle.

Ahora, imagínese un cielo gris, casi negro. Una leve llovizna cae sobre un yermo aún verde, pero visiblemente maltratado.

Al fondo, casi imperceptible a primera vista, se alza una tétrica mansión abandonada, y, a decir verdad, nada de ella hace que se sienta cómodo observándola. Al contrario, le incomoda.

Nos acercamos a ella.

Un paso más. Un poco más.

Ahora estamos en frente de su fachada. Toca la inexistente pintura que recubre las paredes del exterior y sus dedos se impregnan de ceniza y tristeza. Ahora comprende o intenta comprender el pasado de aquella casona. Mira a su alrededor y solamente puede ver un prado en descomposición. Quizá un día aquel valle fuera testigo de color y prosperidad. Ha llegado tarde.

Alza la vista hacia la hilera de ventanas que se extienden por encima suya. Sus marcos son de hierro ennegrecido. Están cerradas.

Permanecerán selladas mucho más tiempo. Las hojas amarillas y secas del otoño descansan en sus repisas desde años atrás.

Ahora usted da un paso hacia delante y traspasa la puerta. Estaba abierta. El portón está a su espalda, y todo el bienestar que llevaba consigo lo ha dejado fuera.

Ahora es usted un alma desnuda, vagando por un caserón aparentemente inhabitado.

Aún mantiene la puerta abierta detrás de su espalda. Puede ver frente a sus ojos un pasillo muy largo siendo devorado por la oscuridad, y a su derecha una escalera de madera decrépita, que casi parece no poder soportar su propio peso. Si gira su cabeza hacia la izquierda, verá tres puertas misteriosamente cerradas. No quiere abrir ninguna de ellas.

¿Es olor a comida recién hecha lo que está sintiendo?

Mira usted hacia ambos lados buscando el origen de tan peculiar olor, pero sólo el impacto de las finas gotas de lluvia contra las tejas negras le hace pensar que sigue vivo y cuerdo.

Los relojes se han parado en el interior de la casa. No se escucha nada. Sin embargo, algo le ha llamado la atención. La chimenea del fondo aún está caliente, huele a leña quemada. Las ollas oxidadas parecen haber dejado de hervir ante su presencia, los platos repletos de restos de comida, la ropa polvorienta sobre las sillas, la maceta con su tierra húmeda dando vida a una flor verde que aún perdura...todo parece indicar que alguien ha estado haciendo una vida aparentemente normal minutos antes de su llegada. Todo está muerto. Pero al mismo tiempo todo está vivo.

Sobre la mesa de la cocina hay posada una taza rosa con corazones blancos. En ella hay escrito un nombre: Melody. Usted se ha fijado en ella, ¿por qué? Hay restos de pan, bolsas, mantequilla, cuchillos y vasos de cristal, pero sus ojos han elegido la pequeña taza de corazones rosas.

Unas voces nacen desde lo más lejano de su mente. Parecen acercarse. ¿Qué son? ¿Qué le dicen? Le susurran, su voz penetra en su oído por la izquierda y envuelve sus sentidos. Gira y gira en trescientos sesenta grados y acaba sentado en el suelo, con cierto malestar. Ha vomitado varias veces. Ahora, usted está mirando al techo, confundido. Está viendo la lámpara enorme del vestíbulo balanceándose sobre su cabeza. Sus movimientos originan un rechino agudo por el roce de sus hierros oxidados. Le molesta.

Se aparta, y sigue caminando lentamente por el pasillo.

Mira hacia atrás y la lámpara no hace ningún movimiento. Parece que nunca lo hubiera hecho, quizá nunca lo hiciera. Tal vez todo fuera producto de su imaginación.

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⏰ Última actualización: Feb 24, 2014 ⏰

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