Don't let me down...
Había escrito esa canción para Paul, hace mucho tiempo, cuando no existía Yoko o Linda. Las cosas eran más fáciles entonces, solo nosotros dos sin ningún deseo insaciable de fama y fortuna. Solo Paul y yo haciendo música.
Lo había escrito como una simple idea, algo que se me vino a la cabeza, en ese entonces no sabía que la relación con Paul llegaría a este punto. Ahora éramos mundos aparte: Paul me había decepcionado.
Comencé a escribir la canción con Paul desnudo junto a mi. Nos miramos fijamente en los ojos mientras pensaba en una línea:
Estoy enamorado por primera vez, no sabes si va a durar.
Nos miramos el uno al otro por lo que creí siglos antes de que Paul rompiera el silencio: —Te amo— susurró.
Sonreí y me incliné un poco hacia él —No me decepciones— fue mi respuesta. Y lo besé.
En ese entonces no estaba seguro de muchas cosas, pero estaba seguro de Paul y de mi. Estábamos en la cima del mundo, experimentando la mejor droga que podíamos obtener. Eramos la musa de cada uno, inspirando canción tras canción, álbum tras álbum, y nadie podía competir con nosotros. Nadie quería competir con nosotros. Éramos los reyes y estábamos enamorados y estábamos en la cima.
Pero ese es el problema con una droga: quieres experimentar lo más alto que puedas, pero luego ya no puedes más y necesitas algo más fuerte. Eso fue lo que pasó con Paul.
Poco a poco nos destruimos, y aunque ambos podíamos verlo ninguno hizo nada por evitarlo.
Yo sabía que Paul me iba a dejar caer, yo sabía que lo estaba dejando caer, pero creí que el sería el hombre más fuerte, el que nos salvaría a ambos. No lo era.
Habíamos tenido nuestros desacuerdos antes del álbum blanco, pero nunca nos peleamos como lo hicimos durante esas sesiones. Estábamos haciéndonos daño, pero ahora, mirando atrás, si nos hubiéramos mirado a los ojos y dicho —Lo siento— o —Te amo—, estaríamos completamente bien. Pero éramos obstinados y seguimos infligiendo dolor y angustia en el otro, solo porque sabíamos que éramos los únicos que podían herir al otro profunda y completamente.
—¡Eres un loco de mierda, Lennon!— me gritaba Paul con los dientes apretados si le alzaba la voz o estaba en desacuerdo con él.
—¡Bueno, al menos no soy un imbécil sin talento que solo se preocupa por conseguir una cogida o un cheque!— gritaba yo.
Nos gritábamos hasta que las gargantas nos ardían o hasta que nos separaban con el tiempo suficiente para poder terminar de grabar, pero no podíamos mirarnos a los ojos o el ciclo se repetiría. Paul había roto mi corazón y yo me sentía atrapado en un espiral sin salida. Estaba enojado, deprimido, confundido, y sólo quería saber por qué todo salió tan mal.
Y entonces conocí a Yoko.
Yoko fue la bomba que nos destrozó por completo, pero me dio lo que Paul no me estaba dando y no me dio en mucho tiempo: amor, deseo, creatividad, vida. Me enamoré fuerte, me enamoré rápido, y una parte de eso fue porque sabía que así le haría más daño a Paul.
Yoko nunca reemplazaría a Paul, pero ciertamente me salvó a mi de él.
Cuando grabamos la canción, Yoko estaba ahí, ella estaba presente todos los días y yo hice tan obvio como podía que la canción era para ella y no para Paul, como originalmente era. Cantaba con tanta desesperación porque de verdad estaba desesperado por que ella no me hiciera lo que Paul me había hecho.
Tanta gente me había decepcionado a lo largo de mi vida, incluso el primer amor de mi vida, que no podría soportar que el segundo hiciera lo mismo.
Después de tocar la canción por primera vez, miré a Paul y él me miró. Yo no veía la ira, como yo esperaba. Lo que vi fue un profundo pesar, él sabía lo que la había hecho para él, para nosotros, pero sabía que no podíamos volver de nuevo.
Creo que él tenía el mismo deseo que yo: que Yoko no me decepcionara como él lo había hecho, y estaba agradecido por eso.
Nos sonreímos por primera vez desde lo que parecían años, o quizá verdaderamente habían sido años.
Nuestros ojos dijeron más de lo que nuestras bocas pudieron desde que comenzamos a separarnos. Nuestros ojos dijeron lo que habíamos deseado decirnos el uno al otro pero ambos éramos tan cobardes para decir.
—Lo siento mucho, John. Por todo.
—Lo sé, Macca.
—Nunca quise dejarte caer.
—Supongo que nos soltamos.
—Todavía te amo.
—Me hiciste bien.
Desviamos la mirada. No sería el final de nuestras peleas, pero a partir de entonces hubo un entendimiento. Había habido amor, y luego decepción, pero eso no engulló por completo al amor, solo nos alejó de él.
Pero nuestro amor estará ahí, no importa cuanto pretendamos odiarnos: Paul McCartney siempre será el primer amor de mi vida y no cambiaría eso por nada del mundo.
It's a love that lasts forever...
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I Could Write Novels with The Words I could never say To You. [McLennon]
Fanfiction"Oh! Darling..." "Don't let me Down..."