Pero no eres él

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Los tres Jueces del Inframundo nos habíamos reunido en el castillo de nuestro señor Hades, a la espera de las ordenes de la señorita Pandora.

No sabíamos para que nos quería, solo estábamos ahí, parados detrás de ella, esperando.

Luego empezó a traer de nuevo las almas de los Caballeros Dorados caídos en la batalla y a su Patriarca.

El primero en objetar y expresar su desacuerdo fue Radamanthys. Pero Pandora lo calmó -por el momento-, argumentando, con su tranquila y autoritaria voz, que serían útiles para sus planes.

Ella quería la cabeza de Athena.

Pero no quería experimentar ninguna baja en los espectros de nuestro señor, así que su opción más factible fue revivir y sacrificar a los Caballeros de Athena.

El primero en revivir fue el Patriarca.

Siendo sincero, no espere que él, alguien tan supuestamente leal a su diosa, accediera a traicionarla a cambio de un cuerpo joven y la vida eterna.

Pero lo hizo. Al igual que los Caballeros que le siguieron: Géminis, Cáncer, Capricornio, Acuario y tú.

Al verte, no pude evitar tener recuerdos de un pasado lejano.

Al verte, lo recordé a él.

Eres tan parecido a él.

Tan hermoso que con solo verte sientes como si cometieras un pecado terrible. Rasgos tan finos y delicados que con un solo rose podrías quebrarte. Una mirada que roba el aliento. Ojos que atraparían a cualquiera. Una sonrisa seductora. Una fragancia hipnotizante. Un cabello tan hermoso que da la impresión de ser tan suave como se ve. Una figura tan... Perfecta.

Eres hermoso, sin duda. Ningún caballero podría igualar tu belleza.

Pero...

No eres él.

Te le pareces, pero no eres él.

Él tenía una belleza tan letal que con solo verla sabías que sería tu fin. Una mirada tan penetrante y fija que sentías que podía mirar hasta lo más profundo de tu ser. Despedía una fragancia letal, tan letal como él y sus rosas. Todo él era la perfección, el pecado y lo prohibido.

Todo eso lo amaba.

Amaba su actitud retadora, orgullosa y asesina. Su convicción y sus deseos de nunca rendirse. Esa lealtad ciega hacia su diosa, tan ciega que murió por ella y por lo que creía.

Él era algo que tú no eres.

Tú no eres él.

Tu cabello es turquesa y el de él aguamarina. Tus ojos se le parecen, pero no miran con esa misma actitud desafiante. Tu mirada no despide esa tranquilidad mortal tan característica de él.

Tú no eres Albafica de Piscis.

Tú solo eres Aphrodite de Piscis.

Y nunca seras él.

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Es algo cortito, pero quería dar una pequeña comparación entre los dos caballeros más hermosos en la orden de Athena por parte de nuestro querido -y sexy 😍- Juez del Inframundo, Minos de Griffo, en el momento en que vio a Aphrodite por primera vez.

Pero no eres élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora