Premonición [Daniela Blume]

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Preparaba en silencio su rutinario plato de cereales integrales, mientras dejaba que los primeros rayos de un sol madrugador le acariciaran su pálido rostro. Acababa de salir de la ducha y aún tenía el pelo humedecido, cubierta únicamente por un albornoz blanco que le protegía del frío invernal del apartamento. La calefacción llevaba ya varios días sin funcionar. Suerte que dentro de 5 días pasaría a formar parte de uno de los mayores experimentos sociales que la humanidad ha inventado, y así se ahorraría tener que enfrentarse a su casero.

Pero su compleja mente no estaba pensando en eso. Al menos no en ese momento.

Permaneció durante varios segundos mirando inmóvil el tazón de leche, intentando hilar una y otra vez las imágenes y escenas que le habían visitado esa noche en la inconsciencia.

Ni siquiera quiso buscarlo. Antes de dormir, estuvo leyendo una gran obra espiritual de Ahmad Shamlú, y no tardó demasiado en conciliar el sueño.

Esa mañana, al despertarse, cerró los ojos, intentando recordar, atar cabos, sacar conclusiones. Ella era muy bonita. Preciosa. No recordaba exactamente el rostro, ni su forma física, ni nada que le hiciera reconocer su identidad, pero estaba segura de que sus ojos desprendían algo que le hipnotizaba, algo muy bello y encandilador. Sentía que tenía que proteger a esa persona, mimarla y cuidarla, y que se necesitaban mutuamente para estar bien.

Sentía que esa chica era bastante más pequeña que ella, pero no sabría decir cuánto. La estrechaba entre sus brazos, sintiéndola cálida, suave y muy vulnerable.

La primera ráfaga de pensamiento que le vino justo al despertar, fue que protegería a esa persona a toda costa, viniera cuando viniera a su vida. La esperaba con paciencia y sin ninguna prisa, pues hacía tiempo que aprendió que las personas que conocía en sus sueños podía tardar incluso años en aparecer.

Debía tratarse de alguien muy especial. De lo contrario, su subconsciente no la habría dejado entrar.

No podía dejar de pensar en ella. En su piel suave y tierna. En su esencia inocente. En la belleza que desprendía todo su ser.

"Yo te cuidaré, bonita" Se dijo a sí misma, mientras despertaba de su ensimismamiento y comenzaba a remover los cereales con la cuchara.

Más allá de las palabras [Blumettra]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora