Un cuerpo sin vida

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// Antes que nada... Hola  y disculpen si tengo faltas de ortografía. 

Quiero recordar que esta es una historia corta. No suelo escribir historias extensas, posiblemente en un futuro lo haga pero por el momento esto es lo que puedo ofrecer.  //

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De nuevo voy corriendo a la universidad, faltan sólo 2 minutos para que inicie mi clase, incluyendo ya los minutos de tolerancia. Comienzo a acostumbrarme a esto. Debería despertar más temprano, pero es todo un reto. Por mucho que intente levantarme a las 6 AM irme a la universidad a tiempo, el reloj parece que avanza demasiado rápido y termino saliendo de mi casa faltando 5 minutos para mi primera clase del día.

Mi corazón late demasiado y mi respiración está muy acelerada, pero por fin llego al salón de clases. Con un pie ya dentro del salón, escucho una voz que se dirige a mi persona.

–Llega tarde señorita Argent – Me dice el profesor con su según ironía despistada. Le ofrezco una leve sonrisa forzada y me limito a decir.

–Lo siento profe. – Avanzo al único asiento desocupado, un asiento que se encuentra en la última fila del salón. Genial, se me ha hecho tarde otra vez; me dije a mí misma con una ironía similar a la del maestro. Si continúo llegando tarde, terminaré reprobando la materia. Pienso, y bufo por tal situación.

Me dirijo a la puerta del salón con mi mochila en la espalda. Mi sexta clase del día ha terminado. Siento una enorme pereza y la cabeza parece que me explota. Son las 7:00 de la noche. La universidad se ve en bastante movimiento, los estudiantes caminan acompañados de sus amigos, platicando y sonriendo por lo que se cuentan entre ellos. ¿Y yo?, bueno, yo camino sola hacia mi ansiado destino, mi casa. Estoy por cruzar las líneas peatonales, me giro rápidamente a causa de una luz brillante que se aproxima y en ese instante veo un carro frenar rudamente a un lado de mí. Del susto caí de sentón. El semáforo indicaba la luz verde del peatón, así que esto no era culpa mía, sin embargo, la afectada he sido yo. Sacudo mis manos y me pongo de pie. No presento ninguna dificultad al caminar, únicamente un pequeño dolor en mis sentaderas.

A una cuadra de llegar a mi casa, una chica con cara pálida; ojos cansados y con ojeras; ropa oscura y con unas botas negras, se detiene delante de mí.

–¿Disculpa? – Le digo. Ella permanece en silencio y con su mirada fija. Este día era un completo asco y no permitiría que nadie me causara miedo o algo parecido.

–Bueno, no sé quién eres y si me permites seguiré caminando. Bonita noche. – Le hablo sin miedo y con algo de molestia por todo lo que ha ocurrido el día de hoy. Prosigo con lo mío y a unos cuantos metros, me volteo para ver a la chica rara de hace un instante. Y efectivamente, ahí, en el mismo lugar, continuaba la chica inmóvil y mirándome.

Abro la puerta de mi casa. Todo está en completo silencio, no hay presencia alguna de mi roomie y sé que probablemente no volverá hasta la madrugada. Enciendo las luces para darle algo de vida al lugar y entro a mi cuarto. Sólo estoy yo, rodeada de 4 paredes. Ese pensamiento que ha estado en mi cabeza desde hace semanas. Siento como nuevamente la sensación de soledad y vacío presionan mi pecho fuertemente. Últimamente esa emoción se hacía muy presente en mi vida. Semanas anteriores ocurría solamente cuando estaba sola en mi cuarto, pero ahora, en estos últimos días, no importaba si estaba sola o en un aula rodeada de compañeros de clase. El vacío lo traía dentro, encarnado en mi alma y eso dolía.

Las semanas han pasado. Aún siento una soledad que invade mi ser, de hecho, creo que cada día avanza más. Despierto de mal humor y la frase que apareció en mi sueño, sigue en mi mente. Sólo estoy yo, rodeada de cuatro paredes. Camino al baño y me lavo la cara. Me quedo estática por un momento y recuerdo como mi vida se aleja de mis manos.

–Te estás volviendo loca Sarah Argent. –Me digo a mí misma con voz alta y mirándome al espejo –¿Acaso quieres parecerte a la chica zombi que se te aparece frecuentemente? –Menciono al mismo tiempo que voy a vestirme.

Me puse mis botas y me acerco al espejo para peinarme. Observo detenidamente mi rostro en el espejo. Mis ojos se ven cansados, mi mirada parece perdida y la ropa oscura hace que mi piel se vea más blanca de lo normal. Comienzo a sentir un mareo extraño y me toco mi cabeza. Sigo frente al espejo, pero mi vista se distorsiona. No puedo creer lo que estoy viendo. Ella está ahí. La chica rara de piel pálida con la que me topaba a menudo y que nunca me respondía. Está ahí en silencio, frente a mí, sosteniendo su cabeza con sus manos.

Fin

Cuerpo sin vidaWhere stories live. Discover now