Capítulo 6

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Después de comer nos dirigimos a la discoteca. Las chicas y Cole y Marc vamos a la pista a bailar mientras Axl y Alex van a por bebidas.

No me gusta nada la música (reaggeton puro y duro), pero siempre que intento escaquearme e irme a la barra a sentarme aparece alguien, normalmente Mandy, para pararme los pies.

Estoy bailando (bueno, intentándolo. Bailar no es mi fuerte) cuando un tío de unos veinte años se acerca a mí.

—¡Toma!—grita ofreciéndome una bebida. Inmediatamente oigo la voz de mis padres en mi cabeza repitiéndome todo el rato que no acepte bebidas de desconocidos.

Lo rechazo con un gesto, pero el tío insiste hasta el punto de querer obligarme a beber a la fuerza.

—¡Espera!—Cojo el vaso voluntariamente y el tío sonríe. Lo cojo del pantalón y lo acerco a mí mientras le sonrío pícara. Él sonríe de oreja a oreja y se deja tirar.

—Te gusta jugar—ronronea el muy gilipollas.

—No sabes cuánto—Le estiro más y, cuando lo tengo lo suficientemente cerca, le vuelco todo el contenido del vaso en los pantalones.

—¡Zorra!

Le cojo los huevos con la mano y los estrujo. Me acerco a su oreja y le aconsejo:

—Lárgate de aquí antes de que pierda la paciencia y te parta la cara.

En cuanto le suelto los huevos sale pitando por la salida. Miro a mi alrededor en busca de testigos. Estoy algo lejos de Mandy y los demás, así que, afortunadamente, nadie lo ha presenciado. Sin embargo, en la pared del fondo veo a Axl mirándome atónito. Nunca había visto esa expresión en su cara. Bueno, ni esa ni ninguna. Es un puto témpano de hielo. Hacemos contacto visual y su cara se relaja. Entonces me sonríe de medio lado y alza los pulgares.

No sé por qué, pero me siento orgullosa. Como cuando ganas un premio y tus padres te felicitan. Esa sensación de triunfo. Me he defendido de un gilipollas, eso no es lo raro; lo raro es que he conseguido hacer a Axl sonreír.

***

Llevo bailando sin parar lo que a mí me parecen horas, pero mi reloj dice que solo han pasado 40 minutos. Aún así, paro. No puedo seguir con estos tacones.

Dirijo mi mirada hacia donde debe reunirse el grupo cuando acabe de bailar y me encuentro a Axl en el mismo sitio en el que ha estado desde que llegamos con la mirada perdida. En la pista, Kat y Cole bailan muy pegaditos; Marc y Mandy han dejado de bailar para liarse por tercera vez desde que entramos en la discoteca; Nat baila con un chico que se le ha pegado e Isa con una chica desconocida; Carol se pega a Alex todo lo que puede, pero éste la separa y se va a la barra, donde se pone a hablar con una chica que está allí bebiendo. Veo el odio crecer en la mirada de Carol y, supongo que por falta de opciones, decide acercarse a Axl. Dios, qué poca personalidad.

Me acerco a ellos sin interrumpir su conversación, me quito los tacones sin importarme estar en público y que Axl me esté mirando y me recojo el pelo en una coleta.

—¡Vamos, baila conmigo!—pide ella en un tono de voz coqueto. Es irritante.

—¡Por décimoquinta vez, Carol, NO!—Lo ha dicho tan serio y tan firme que Carol se rinde y se va por donde ha venido indignada—. ¿Y qué?—Me giro para mirarlo—. ¿Ya no puedes con los tacones?—Niego con la cabeza.

—Me duele la cabeza.

—¡¿Qué?!—grita. Estamos a un paso de distancia y no nos oímos.

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