1 semana antes.
Muriel se dispone a salir de su modesto apartamento. Es un edificio alto, un bloque de pisos, decorado con todo tipo de plantas, que lo recubren. Se dejan huecos cuadrados libres para poder colocar las ventanas y poder ver el exterior. Daba una imagen de una cascada verdosa de plantas y flores. Todos los demás edificios se unen a esta nueva técnica, y desde hace años cascadas verdosas decoran las ciudades de toda la Repúblika.
Las ciudades eran muy parecidas entre ellas. Tenían normalmente formas geométricas, aunque la mayoría de ellas utilizaban el círculo como estructura de organización de la ciudad.
Dentro de ésta, los edificios variaban en altitud, no había ninguna ley al respecto. Pero lo que sí se podía observar en todos ellos, era una epidemia florística autóctona incontrolada.
Cada ciudad exhibía en sus edificios su respectiva flora con orgullo. Había auténticos concursos nacionales o interplanetarios de gran importancia. El premio de la mejor decoración urbana de la Republika no solo lo ganaba un jardinero de gran éxito, sino también la ciudad, pues aportaba grandes sumas de dinero y fama a ambos.
Gracias a ello la profesión de jardinería había alcanzado una fama y estatus social sin precedentes, pronto surgieron celebridades dedicadas al cuidado y estudio de las plantas.
Cuando se requería la construcción de un edificio, con la Republika, se debía de contratar a un arquitecto para el diseño de este y a un jardinero para el diseño florístico, y normalmente costaba más contratar al segundo que al primero.
Finalmente, después de su construcción, se contrataban a una autentica cuadrilla de jardineros para el mantenimiento de la vegetación del edificio, que a su vez incluía a algún Maestro Jardinero que enseñaba el oficio, puesto que muchas veces se daba el caso de que todos los componentes menos uno (el Maestro) eran aprendices de la profesión.
Muriel disponía para sí un pequeño estudio en Acadia, un humilde planeta todavía en proceso de terraformación, aunque la mitad del planeta ya era habitable y los precios eran muy asequibles. A los quince años posteriores de iniciarse la apertura del planeta para la colonización, ya se encontraba habitada la mitad de Acadia. Miles de colonos que vivían en Neaftum o Cerdinel, vieron la oportunidad en Acadia de un mejor futuro para ellos y sus familias.
Muriel, que en esos momentos aun estudiaba arqueología, pidió La Ayuda Residencial para Estudiantes, pues el estado invertía mucho dinero en educación. Aunque tuvo serios problemas para conseguirlo, pues había cogido la especialización de Historia, especialización casi extinta, incluso estaba socialmente mal vista estudiarla. Todos los que estudiaban arqueología se dedicaban al estudio de seres vivos prehistóricos del lugar para intentar reconstruir su ADN y devolverlo a la vida, siempre y cuando sea beneficioso para la naturaleza.
Después de aquello, se despidió de sus padres que vivían en Neaftum, un planeta altamente poblado, considerando que según la Ley Natural de Neaftum, un 40% del planeta se debía reservar para la fauna y flora sin ninguna edificación.
Y por fin hoy, 5 de octubre del 254 año de la Republika, llegaba a sus 24 años su primer día de trabajo.
Le había resultado difícil encontrarlo, pues descubrió que al año salían cinco estudiantes de toda la Repúblika graduados en Arqueología con la especialización de Historia por lo que no había mucho donde elegir. Le cabía la opción de trabajar para el estado donde ya sabía él que iba a acabar estudiando todo tipo de seres vivos, menos lo que de verdad tenía que estudiar. Dar clases en la Universidad, introducirse en una empresa "Histórica", o así se hacían llamar, aunque solo existía una sin subvención alguna por parte del estado, por tacharla de "ciencia inservible y dañina para la Republika", o finalmente investigar por su cuenta. Después de pensar durante varias noches, se decidió por la penúltima opción.