Narra Ava:
Empiezo a reírme sola por mis ridículos comentarios, y esa miserable sonrisa es la que me basta para dejar de sollozar de una buena vez.
Recupero mi compostura y miro de nuevo hacia el hueco que da al acantilado y noto que ya está oscuro, me acerco con mucho y preciso cuidado y me siento a observar las estrellas, a pesar de que no es una de las mejores situaciones si es una muy bonita vista.
Una pequeña e inútil chispa de esperanza se enciende en mí, como si esperará a que pasara alguna estrella fugaz y que mi deseo nos sacará de aquí.
Por Dios, Ava, como si eso fuese a pasar.
Me alejo del borde del acantilado y me acuesto en el frío y sucio suelo, creo que dormiré aquí esta noche, estar sola y estar con Haile y Ben no tiene mucha diferencia.
Mi estómago cruje y mi boca está completamente seca, si no fuese por mi propia saliva mi boca y lengua serían un desierto.
Cierro los ojos e intento dormirme, pero no puedo, mi estómago y mi cabeza están en complot para no dejarme dormir. Y la verdad es que no me sorprende, ¿Cómo puedo dormir tranquila pensando en que tal vez muera en este sitio? En unos días, quién sabe.
Todo esto es realmente deprimente.
Hasta dan ganas de suicidarse, pero ni siquiera hay con que cortarse las venas.
La manera más sutil de suicidarse en este sitio sería hablar con Haile por tres minutos, eso bastará para que ni siquiera te interese si te lanzaras por un acantilado o si te darás con una roca en la cabeza hasta perder el conocimiento.
Y aunque suene exagerada, no lo soy.
Bueno sí, un poco tal vez.
Sonrió y me pongo a pensar en todas las veces que Alissa me llamo exagerada y lo terca que era negando que no lo era.
FlashBack.
—¡No estoy exagerando Alissa!
—Sí lo estás, pareces DramaQueen.
—¿Hacer escándalo porque mi pollito murió te parece malo?
—Lo tuviste por tres días, y lo llamaste "sardinas" ¿Quién rayos llama a un pollito sardinas? Se nota que ni lo querías, ya con ese nombre lo habías matado.
—¡Yo no lo mate!
—Lo lanzaste porque querías ver si podía volar... Y no pudo.
—¡Yo que iba a saber que se iba a morir! ¡No fue mi culpa!
—Tenías un pollito, Ava, no a un superman. Era obvio que no iba a volar.
—¡¿Entonces por qué no me lo dijiste antes?! —exclamo haciendo gestos con las manos.
—Sí te lo dije, pero no me escuchaste, estabas súper emocionada por ver si volaba. Ya sé que para la próxima te regalaré un ave, una que si pueda volar, sólo espero que no la vayas a poner en agua a ver si sabe nadar —dice y se ríe, ruedo los ojos.
—¡Yo quiero a mi pollito! No sé qué haré sin él —exclamo y me tiro en el suelo, Alissa me mira con el ceño fruncido.
—¿Quieres que te lance de un edificio a ver si vuelas? Tal vez así estés con él —bromea y la fulmino con la mirada—. ¡Vamos Ava! No seas dramática.
—¡Que no estoy siendo dramática! ¡Yo amaba a ese pollo!
—¿Entonces por qué lo lanzaste por la ventana? —se ríe al verme mirarla con ganas de lanzarla de una ventana a ella también—. Levántate, Ava, ya te regalaré otra mascota.