Volviendo

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Para mi pequeña y adorable amiga Fran, ya sabes que yo te quiero mucho y espero sea de tu agrado.

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Los personajes no me pertenecen, son de Hinako Takanaga pero yo los haré cobrar vida.

El camino de vuelta a casa.

Había una vez, un hermoso príncipe que habitaba un pequeño castillo rosado, en un lugar muy lejano. La vida para él, solía ser sencilla pero encantadora, acompañado de alguien que solía ser muy feliz a su lado. Juntos, parecía que podrían conquistar el mundo y se alejaron de todos, de todo para vivir sus simples vidas sin que nada pudiera separarlos. Pero de los cuentos de hadas todos debemos despertar un día, fue el momento en que me percaté que la vida nunca es justa y él había perdido sus recuerdos, lo que lo definía por quien era, su enorme y bello corazón había sido borrado de las faz de la tierra, aquello de lo único que podemos estar hechos nosotros.

Al inicio lo conocí como a los demás, yo pertenecía a una colección de figuras de acción, el poderoso Morinaga battle con un cuchillo, unos porta granadas y una metralleta en la espalda, al lado de su magnífico equipo los ultrafuertes. Un equipo de cinco guerreros poderosos, Kurokawa action, Tomoe knife, Reiko power y el más odioso de todos Isogai fight. Yo era el líder de aquel equipo, siempre al frente de las peleas imaginarias que parecían tan reales demasiadas veces. Aunque debido a que Isogai siempre era más cauteloso, todos solían pedirle concejo y nunca a mí, puesto que solía ser bastante impulsivo. Pero salimos librados en cada pelea y el equipo resistió el paso de los años. Desde la primera vez que nos compraron, la vida parecía ser demasiado simple, fingir peleas, intercambiar piezas entre nosotros, e incluso teníamos cada uno un rostro de pelea y otro tranquilo, totalmente intercambiables entre sí.

No tengo idea cuanto tiempo transcurriría, puesto que cuando eres una figura plástica, el tiempo es relativo a lo que puedes disfrutarlo, entonces lo conocí... Un hermoso príncipe de los cuentos que venía con nombre y apellido: Souichi Tatsumi. Lo trajeron al lado de una encantadora princesa de cabellos castaños en una coleta. Un juguete de colección con baterías incluidas y frases galantes.

Aquella hermosa voz, una y otra vez en las sensuales frases que se escucharon interminablemente mientras la pequeña Fran lo escuchó una y otra vez hasta que exclamó:

— No pareciera parte de ti, pareces ser un gruñón.

Pero la pequeña niña adoraba a la princesa, que tomaba entre sus manos con afán y repetía sus frases melosas como si fueran dichas por ella misma.

Desde mi distante repisa de figuras y juguetes de acción, solía mirarlo en el castillo de juguete y ser maltratado por la pequeña que le resultaba un tanto arrogante mi querido y hermoso príncipe. A pesar de ello era mutuo, y se caían mal. Nunca podía dejar de mirar las aventuras que le inventaba, en donde solía aventarlo desde el techo del castillo para mirarlo caer y luego fingir que lo curaba. A decir verdad no podía comprender aquello, ¿Cuál era la razón de Fran para lastimarlo cada que podía e incluso decir que había perdido al amor de su vida y tornarlo totalmente oscuro y frágil? En realidad nunca lo sabré, sólo ella en el mundo de los humanos, podría hacernos comprender qué tantos problemas podrían hacerla reflejar esas situaciones con nosotros.

El príncipe Souichi se levantaba enfadado luego de aquellos juegos y solía tantas veces exasperarse con ella, diciendo frases que jamás podrían estar en el repertorio de su memoria original. Por horas, los demás solíamos mirar el televisor que Fran olvidaba prendido en su habitación durante las noches o al salir a la escuela; de manera que aprendimos muchas cosas nuevas desde nuestros lugares o donde fuera que nos hubiera dejado. Sin olvidar que también había muchos libros que cambiaron más y más, cada vez con menos ilustraciones y muchas letras que aprendimos a leer al lado de Fran.

El camino de vuelta a casaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora