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Justin no volvió a ver a la princesa durante dos largas semanas. El trabajo seguía siendo lo mismo: cocinar y limpiar. La voz se había corrido y a sus oídos había llegado la noticia de que Azula y su prima Loreen tendrían un combate. Salvo que iba a ser en el patio principal y no dentro del castillo.

—Las dos necesitan más que un simple salón cerrado —le había dicho Cassie por la mañana.

Así que cuando estuvo enfrente de su pequeña cama, Justin abrió los ojos sorprendido por tener el mismo uniforme negro de hace semanas. ¿De nuevo tendría que presenciarlo? Y aunque una gran parte de él le decía que volvería a tener de frente a Azula, también estaba la otra que temía hacer algo mal. Justin sabía que podía a llegar ser la persona más torpe del mundo cada vez que estaba nervioso. Él solamente pedía que no volviera a servirle a la mismísima Icea.

Cuando se puso el uniforme y salió a los pasillos del castillo, los sirvientes lo seguían con la mirada y susurraban entre ellos. Justin se abstuvo de rodar los ojos, no es que estuviera haciendo algo fuera de lo normal; él, como todos sus compañeros, estaba en el castillo solamente por la obligación de dar dinero a sus familiares. Si Justin tendría que presenciar más combates y entrenamientos de la princesa, que así fuera, nada lo iba a detener para ayudarle a su madre.

Al momento de llegar hacia el lugar en donde se daría el combate, Justin volvió a formarse en fila india junto con sus compañeros. Esta vez el centro del jardín estaba decorado con plaquetas de metal, las mismas que habían visto en el salón, salvo que esta vez formaban un cuadrado y no un óvalo. De nuevo se colocó encima de la plataforma, esperando paciente a que las personas que fueran a presenciar a la princesa Azula y su prima pelear llegaran. El día por lo pronto estaba soleado y su traje comenzaba a picar y ya sentía leves gotas de sudor en su frente. Justin se preguntaba: ¿por qué demonios tengo que usar esto si el sol está más fuerte que nunca?

La reina Icea volvió a emerger de las puertas del castillo y detrás de ella, como era costumbre, su familia o lo que fueran aquellos Congelados. Esta vez llevaba un vestido rojo con toques negros en sus hombros, era de manga larga y al momento de que la manga se encontraba con su brazo, el corte terminaba en pico. Su cabello estaba suelto y esta vez llevaba una corona diferente, era negra con gemas rojas.

Justin hizo su reverencia a su real majestad y pudo respirar tranquilo cuando se dio cuenta que esta vez no le tocaba servirle. Hizo lo mismo que la vez pasada, tomó la botella de vino de la mesita y se la sirvió a un hombre que estaba separado por un lugar de la reina. Este hombre si notó que su copa estaba llena y le dio un pequeño sorbo.

La presencia de Azula fue notorio para todos y Justin casi se olvida de hacer su reverencia. Esta vez ella llevaba una armadura negra, Justin no notó ningún rastro de hielo decorado por sus propios méritos y su cabello como de costumbre, agarrado en un moño alto con dos mechones de a cada lado de su rostro. Justin le prestó más atención, Azula estaba de perfil y aún estando a distancia, pudo diferenciar sus ojos azules viendo hacia el frente sin titubear ni parpadear. Su prima ya estaba enfrente suyo.

Loreen era más alta que Azula, su cabello estaba agarrado en una simple coleta y su armadura, también color negro llevaba de accesorio un pesado collar dorado que cubría todo su cuello y parte de sus hombros. Justin no sabía cómo alguien podía aguantar tanto peso. Después, todo el lugar se quedó en silencio. Justin notó que Azula no parpadeaba mientras analizaba a su contrincante, una media sonrisa quería formarse en su rostro, mostrando su seguridad de que iba a vencer. 

Loreen fue la primera en lanzar el golpe, sus puños estaban cerrados y con cada afloje de sus brazos, su viento helado era liberado. No fue hasta después de cinco minutos que Justin se dio cuenta de que el cielo estaba nublado y que la temperatura había bajado notoriamente. Su cabeza giró con sorpresa hacia la reina Icea, que tenía una sonrisa ladeada sin retirar la vista de Azula y Loreen. Ni siquiera estaba haciendo ningún movimiento con sus manos para lograr los primeros actos de crear la tormenta de nieve, sólo se dedicaba a estar sentada, con aspecto relajado pero amenazador a la vez. Justin por primera vez vio la verdadera amenaza que representaba la presencia de la reina.

Volvió a dirigir la mirada hacia lo importante, que era Azula corriendo hacia su prima, volviendo a utilizar su técnica de sacar hielo con sus dos dedos y él no estuvo muy seguro si hizo algún sonido de sorpresa al ver que Azula había dado justo en el brazo de Loreen; ciertas partes de su armadura se desprendieron y cayeron al suelo, parte del antebrazo de Loreen estaba visible.

Los siguientes segundos fueron rápidos, ninguna de las dos estaba usando su hielo control, si no que querían darse golpes de verdad. Azula y Loreen no dejaban de verse fijamente a los ojos, sus miradas mostraban ansiedad y desesperación por la victoria. Justin de nuevo estaba impresionado con Azula y su ágil manera de esquivar los puños de Loreen. El cielo comenzó a oscurecer cada vez más y el cuerpo de Justin ya sufría los síntomas del frío. Fue cuando Azula por fin pudo tomar por el antebrazo a Loreen, una sonrisa de lado apareció en su rostro cuando la tenía inmovilizada y Loreen abrió los ojos al darse cuenta de su desventaja. Justin volvió a darse cuenta de cómo Azula usaba su truco de protección con su mano derecha, para después golpear el pecho a su prima, haciendo que cayera al suelo.

Creyendo que había ganado, Azula le dio la espalda a Loreen y comenzó a caminar hasta el otro extremo. Justin casi le quiso gritar a Azula un cuidado cuando su prima se levantó respirando aceleradamente, su pecho subía y bajada y ahora de verdad se mostraba enojada. Colocó su mano en el suelo, de un latigazo la levantó y con ello aparecieron picos de hielo, alcanzando a Azula que seguía sin girarse. La había tomado por sorpresa y ahora era la princesa quien caía de un fuerte golpe en el suelo. Loreen sonreía ampliamente por haberla derribado sin mucho esfuerzo.

Justin con movimientos acelerados volvió a llenarle la copa al hombre, ya era su tercera y ahora mismo él deseaba aunque sea tomar un trago, de repente se encontraba sediento y de alguna u otra forma su mirada no podía despegarse de Azula, que se levantaba del suelo y veía con furia hacia su prima. El moño se había desecho al momento en el que cayó y por primera vez Justin vio el cabello azul grisáceo de Azula suelto. Era brilloso, sedoso y caía en cascada con leves ondulaciones.

Lo que sucedió después ha sido lo más increíble que Justin haya presenciado en su vida y lo más aterrador. Azula se enderezó, cerró los ojos, vio como inhalaba y soltaba en aire por la boca, para después alzar sus brazos a la altura de su cintura y dejarlos caer en forma de puño. Ráfagas de viento comenzó a salir y de sus pies también, la reina Icea estaba más inclinada en su asiento, con la mirada enfocada en su hija y en lo que estaba provocando. Justin miró embobado como el cuerpo de Azula se arrastraba por el suelo, ella ni siquiera estaba tocando el piso en su totalidad. Su mirada no dejaba de mostrar lo decisiva que estaba por demostrar de lo que era capaz.

A los 10 metros de distancia de Loreen, Azula dio un largo salto hacia enfrente, su pierna derecha se estiró y su cuerpo casi tocaba el suelo cuando dirigió todo la ráfaga de viento hacia enfrente, un grito salió de la boca de la princesa mientras lo hacía. Loreen no lo esperaba y no fue lo bastante rápida para esquivar lo que tenía enfrente, la ráfaga de hielo azotó contra ella y salió disparada hacia atrás, cayendo y rodando por el suelo. Al darse cuenta de lo que Azula había hecho, Justin tenía la boca abierta, no podía despegar la mirada de Loreen, que no hacía el intento para levantarse; su armadura ya no era negra, si no que estaba forrada de hielo. Azula acababa de demostrarle de lo que en verdad estaba hecha, para lo que entrenaba y demostró por milésima vez lo letal que podía llegar a ser. Si él hubiera estado en lugar de Loreen, Justin estaba seguro que ahora estaría muerto.

—¡Me lleva el demonio! —exclamó el hombre a quien Justin servía.

—¿Cómo fue posible? —otra mujer murmuró a un lado, igual de consternada que los presentes.

Tampoco los sirvientes podían dejar de tener la boca y sus ojos abiertos como platos.

La reina Icea parecía orgullosa, el cielo comenzaba a aclararse nuevamente y tenía una mueca que a Justin le pareció la sonrisa más forzada que había visto en su vida. No decía nada, sólo miraba en silencio a su hija. Lo que Azula acababa de hacer ha sido alucinante y la mente de Justin no dejaba de revivirlo. La princesa estaba parada en medio de la arena, ni siquiera mostraba el esfuerzo de tener algún signo de preocupación por su prima que seguía en el suelo.

Justin no podía retirar la mirada y cuando la reina hizo su salida del lugar con las demás personas siguiéndola, Justin se dio cuenta que los ojos azules grisáceos de Azula estaban fijos en él. ¡Maldición! Dijo en su mente con miedo al darse cuenta que no había dejado de verla, ni tampoco ahora que Azula notó que lo estaba haciendo.

AZULA [j.b]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora