Zaboo

Capítulo 1

---Narra Edgar---

—Creo que tú eres un único que no piensa que soy un idiota... o quizá sí, pero no me lo demuestras. Es más factible que pienses que eres un rey y yo soy tu esclavo -Sonreí ligeramente y acaricié unos segundos al gatito que tenía enfrente. Siempre estaba rondando por la zona donde vivía. Así que cuando llegaba a casa, lo alimentaba, todas las noches sin falta.-

Tras una última caricia, me levanté e iba dispuesto a entrar a mi departamento. Pero no pude hacerlo, no podía dejar que el pequeño durmiera fuera nuevamente, llevaba ya varios días alimentándolo, como si fuese mío. Así que abrí la puerta más de la cuenta.
—Anda, ven conmigo -Hablé mientras hacía un ademán con la cabeza. El gatito entendió perfectamente y entró conmigo.- Supongo que puedes quedarte donde te acomodes. ¿Sabes? No me hará mal algo de compañía Ahora que he decidido adoptarte, necesitarás un nombre... em, ¿Quesadillo? -Creí ver claramente un gesto de disgusto de su parte.- Está bien, ese no será... -Me senté en el piso y dejé que el pequeño comenzara a restregar su cuerpo contra mis piernas. Lo miré detenidamente, deteniéndome en su blanco pelaje. Sus orejas, la mitad de su cola y sus patitas eran de color café.- Mira, pareciera que trajeras guantes. ¿No quieres que ese sea tu nombre?

¡Lo juro! Me estaba mirando con cara de "Inventa algo mejor". No llevaba ni 10 minutos con él y ya estábamos teniendo nuestras diferencias.

—¿Prefieres Zaboo? -Y esta vez, no hubo reclamo.- Entonces, ese será tu nombre.

Me levanté y fui hacia la cocina, serví un poco de agua en un recipiente pequeño y lo dejé en el suelo para que el gatito pudiese beber agua cuando quisiese.

Comencé a caminar con dirección a mi cama, mientras soltaba un pesado suspiro.
Y es que, probablemente sí que era un idiota, un maldito ridículo y estaba solo. Era cierto que estaba rodeado de personas, pero no tenía la menor idea de si realmente, les podía llamar amigos.

Me recosté boca abajo y hundí mi rostro en la almohada.
El solo hecho de que por mi cabeza rondara la idea de que estaba enamorado. Lo acepto, terriblemente enamorado de alguien que... me estaba usando a su conveniencia, para su propio placer, me hacía sentir cada día más estúpido.
Lo peor era el hecho de que estaba consciente de ello y no estaba haciendo nada por cambiarlo. Así de imbécil.

No pude dormir, mi cabeza estaba tan llena de pensamientos inútiles que no pude pegar un solo ojo. Estaba terriblemente cansado, pero algo no me permitía conciliar el sueño. Quizá era que el verdadero agotamiento, se encontraba en mi mente y no en mi cuerpo.
Estaba cansado de vivir. Y no hablando de querer suicidarme, estaba harto de la monotonía por la que atravesaba, de sufrirlo todo y a la vez no sentir nada. De no saber en quién poder confiar y qué es lo que te puedes encontrar cuando doblas la esquina. Todo era tan igual todos los días... y ya me tenía hasta los huevos.
Repentinamente la puerta de mi habitación se abrió. Me pareció raro, las ventanas estaban cerradas. Claramente el viento no había sido.
Pude sentir un pequeño salto y unas patitas caminando por cama hasta llegar a mi espalda.
Por un momento había olvidado que ahora tenía a Zaboo. Sonreí para mis adentros y le llamé en un susurro.

—Hey, Zaboo, no. Mi espalda no es para dormir.

Supongo que entendió bien lo que estaba diciendo, caminó lentamente hasta llegar a lado de mi cabeza y se recostó ahí, con la mitad de su cuerpo sobre la almohada. Me quedé acariciándolo y tras unos minutos, me quedé dormido.

Al día siguiente había grabación al medio día y no me encantaba. La verdad es que no sabía cómo podíamos hacer contenido que le gustase a las personas, mientras que el ambiente entre nosotros era demasiado tenso. Como si todos tuvieran algo que ocultar y se lo callaran. Incluido yo.
No podía evitar adorar a los imbéciles con los que trabajaba, pero había algo que nos faltaba. Por esa razón es que jamás los pude considerar realmente amigos.