1. No sabía que amar doliera tanto

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Un año más. Nueva casa, nueva escuela, nuevos amigos y bla, bla, bla... Ya te acostumbrarás con el tiempo. Repetían mis padres su "típico discurso" para justificarse. Otra vez a cambiarlo todo, pensé molesta mientras el avión aterrizaba en Iquitos.

La casa que habiamos alquilado quedaba en la cuarta cuadra de calle Brasil. Era elegante y bonita, con un jardín muy bello. Mi dormitorio, en el segundo piso, tenía un balcón desde el que podía ver el vecindario. Era lindo. Pero, muy grande y cuando me quedaba sola lo sentía inmenso.

Odio el trabajo de mis padres. Mamá viaja mucho y papá pasa todo el día en sus negocios. A él, si tengo suerte, lo veo los domingos, cuando es su día libre.

Para variar, en mi cumple catorce mamá estuvo de viaje.Mi papá que me llevó a comer a un restaurante cerca de la Plaza de Armas. A mitad de la cena, me obsequió un hermoso reloj muy fino y caro. En cambio, mi mami, por teléfono, me pidió que escogiera un regalo para que lo trajera de Lima. Le pedí un BB. Aunque hubiera preferido estar los tres juntos este día.

Durante la cena, papá y yo estuvimos callados. Casi ni hablamos, mejor dicho, nunca lo hacíamos. No me atrevía a decirle lo que pensaba porque no le tenía suficiente confianza.

No sé cómo mis padres pueden vivir así. Cada uno por su lado. Nunca pensé que el amor fuese así. Se supone que las personas que se aman luchan por estar juntas, pero cada vez los siento más lejanos. A veces, pienso que ya no se quieren y me duele mucho eso. Los amo y me da mucha pena que no estén juntos ahora en mi cumpleaños. No imaginé que el amor doliera tanto, pensé triste mientras comía. Me sentía muy sola. En Lima, al menos tenía amigos y a mis abuelos que me engreían mucho. Aquí no conozco a nadie. Felizmente, mis abuelitos me han regalado un pasaje para ir a visitarlos en julio.

—¿Pasa algo Raquel? —preguntó papá mirándome serio y no supe qué contestarle—. Has estado callada toda la cena. ¿Hay algo que no te gusta? —me sorprendió con otra pregunta.

—No. Todo está bien papá —respondí rápidamente para que no continuase con su interrogatorio.

Volvió a mirarme serio y nuevamente reinó el silencio.

Después de la cena, paseamos por la Plaza y volvimos caminando. No cruzamos palabra alguna, solo lo abracé y continuamos nuestro camino a casa.

Los días pasaron rápidamente y mamá llegó con mi Black Berry. Mi BB no llenaba la falta de amor maternal, pero sirvió de gran distracción, a pesar de que la conexión a internet en

Iquitos era muy lenta. Pero, peor es nada. Sigo esperando con ansias que llegue el internet de banda ancha por aquí.

Raquel y AlexanderWhere stories live. Discover now