Hacía dos años que mi socio y yo andábamos sin trabajo y eso que éramos un dúo perfecto:Él, un sapo forzudo; y yo, un gusano ingenioso. Se nos ocurrió entonces abrir un negocio: "CONSULTORIO GENERAL: SOLUCIONAMOS CUALQUIER PROBLEMA".
La oficina la instalamos en el mismo lugar en el que vivíamos, en una lata de aceite. Clavamos el cartel y nos sentamos a esperar. Al rato cayó nuestro primer cliente: Un piojo que toda su vida havía soñado con hacer un viaje espacial.
-Ningún problema-le dije-. Justamente mi socio y yo estábamos organizando la misión espacial "Apalo 1". Usted será el astronauta. El lanzamiento será esta noche a las 21 horas.
Apenas dije eso, cuando a mi socio le empezó a temblar la panza.
A las ocho de la noche había una multitud delante de nuestra oficina. Eran los parientes y amigos del piojo, que venían a despedirlo, además de cucarachas, lombrices y otra gente del barrio. El piojo vestía una camisa donde decía "NASA".
-Por si me cruzo con personas de otro planeta-me explicó.
-Por supuesto-asentí.Antes de empezar los preparativos del lanazamiento, le cobré los gastos de nuestro trabajo. Un dineral. ¿Cómo pudo juntar un piojo tanto dinero? Fácil: Había creado una Comisión Pro Viaje Espacial que había organizado una rifa. Cuando ya estaba todo listo, llegaron los de La Voz del Barrio. Hicieron decenas de fotos y reportajes.
Llegó la hora señalada: Hice que el piojo se sentara en una tapita de gaseosa, trabada entre 2 escarbadientes. Me ayudaban 2 entusiastas sapitos jóvenes, deseosos de adquirir experiencia en lanzamientos espaciales. La tapita estaba unjda a una liguita, y la liguita, enroscada en la cabeza de mi socio, el sapo, que estaba más nervioso que el mismo piojo. Inicié la cuenta regresiva:"Nueve..., ocho...,siete...,".
Cuando iba por siete, el sapo ya no tenía más fuerza para avanzar y segujr estirando la liguita. Ahí intervienen los 2 ayudantes: comenzaron a darle palo por el lomo a mi socio, que, sorprendido, avanzó cinco o seis centímetros más. "Cinco..., cuatro...,"
La liguita se tensó tanto que parecía romperse. El piojo temblaba de miedo.
Hizo un intento de saltar fuera de la nave espacial, pero varios curiosos me ayudaron sujetarlo. "Dos..., uno..." Corrí a destrabar los escarbadientes. De la emoción una cucaracha vieja se desmayó y varios arácnidos bebés se echaron a llorar.
-¡Ceroooo...!
La tapita salió disparada como una bala. El piojo iba saliendo tan asustado que casi se le salían los ojos. La muchedumbre aullaba emocionada. La tapita, que apenas se veía, pasó por encima de la farola de la calle.
-¡Ya dio la vuelta a la luna!-gritó una langosta gorda y fea.
-¡Maravilloso!¡Qué hazaña!-gritaban otros mientras la tapita con el piojo empezaban a caer.
-¡Es el momento de desaparecer!-le dije a mi socio, que miraba hacia arriba con lágrimas en los ojos(¿por la emoción o por los palazos?).
-¡Dale, muévete!-volví a gritarle.
En ese momento, la tapita pegó contra una rama de árbol y cambió de rumbo: Venía hacia nosotros. Menos mal que aterrizó suavemente sobre unos trapos, a centímetros de nuestra oficina. La multitud deliraba. Lloraban abrazados y nos vivaban al piojo y a mí.
Al día siguiente, La Boz del Barrio salió co. una enorme foto de portada donde aparecía el piojo, asustadísimo, en el momento de tocar tierra. Un enorme titular decía:"¡Éxito de la misión Apalo 1!". En otra página destacaban las opiniones de mi socio y las mías. Ese día hubo 47 pedidos de viajes espaciales. Mi socio y yo cerramos la oficina y nos tomamos un largo descanso de una año en el charco de la esquina. Así somos los genios científicos: Haraganes y disfutadores de la vida.
Fin.