La chica se encontraba frente a una tumba vieja, podría decirse que la más vieja. El día era frío y las personas ya se alejaban del lugar; desde esa colina podía oírse los motores de los autos prender y alejarse del lugar. Después de unos minutos de ver la tumba se seco la única lágrima que derramo ese día. Emprendió camino hacia la puerta del cementerio, el cielo se torno oscuro. Había comenzado a llover ¿Como volvería a casa? ¿Cuál era su casa? Su mente comenzó a cuestionarse; de un momento a otro se escucho un estruendo. Un trueno, ella quedo paralizada no sabía qué hacer; no tenía idea alguna. Solo se quedo parada en medio de la lluvia, esperando a alguien que la salvara de su perdición. La noche estaba tan calmada... de un segundo a otro se torno densa, el cielo se precipitó con agua y estruendos... él caminaba solo, por la calle, solo, como siempre tendía a hacer, solo y sin rumbo alguno... desde hace mucho tiempo... había perdido sentido a su vida... había olvidado lo que se sentía vivir. Caminó sin rumbo alguno, hasta que vio una silueta entre la noche, la lluvia y los relámpagos. Divisó el cuerpo de un hombre... un humano, sí, era un humano... ¿Un fantasma?... no, ellos no existen - pensó - decidió acercarse. Al llegar al lado de la otra persona, se dio cuenta que era una mujer, miraba el cielo, entre la lluvia, miraba el cielo y se veía perdida... se puso en frente de ella y sus ojos se encontraron. En ambas miradas pedían a gritos - gritos ocultos en el silencio - que fueran consoladas, que le dieran una ruta, un lugar, una dirección... Estaba perdida en mí mundo; de un momento a otro algo me hico sentir incomoda. Volví en mí. Un chico estaba frente a mí, me miraba fijamente; sin pensarlo lo miré a los ojos. Sus ojos pedían a gritos que lo salvaran, ¿Por qué no? Ya yo estaba en mi propio infierno queriendo salir lo más rápido de él. Le agradezco a la lluvia que parecía no hacer notar mis lágrimas de dolor en esos momentos. ¿Es una señal? ¿Del destino? ¿Los dioses? ¿Una maldición? ¿Quién es él? Quizá el era la clave para salir de este infierno en el que me encontraba. Otro estruendo provino del cielo; cerré los ojos con fuerza e instintivamente me lancé hacia el chico que tenía en frente. Soy una idiota -pensé- lanzándome hacia un desconocido que seguro creerá que estoy loca. Sí, yo sí estoy loca. Estoy maldita, de eso estaba segura. Miles de cosas vinieron repentinamente a mi cabeza y un escalofrío me recorrió de los pies a la cabeza. Me sentía segura abrasando a ese chico. Un rayo cayó, no muy lejos, no me asuste como hacía cuando era niño... ya no lo era. Ahora me daban miedo otras cosas, mis demonios - por ejemplo -, de los que esperaba que algún día me destruyeran. El trueno no me causó miedo a mí, pero a la joven que estaba frente mío sí. Se abalanzó sobre mí. Dándome un abrazo. Dejando que un breve gemido saliera de sus labios. Cuando sentí su cuerpo, el mío se tranquilizó... desde hacía años no había sentido esa paz, entre la lluvia, entre la noche, entre truenos y relámpagos. Estuve tranquilo, ella me dio esa paz... ¿Será ella la que me devolvería la inocencia?... no, la inocencia no se recupera una vez perdida... pero ella estaba entre mis brazos, fuera eterno o momentáneo, fuera real o imaginario... ella y yo estábamos allí, bajo la lluvia, y nuestros demonios se alejaban. Quisiera que fuese eterno... No lo podía creer. En medio del cementerio a mitad de una tormenta estaba abrazando a un desconocido. Aún cuando siempre le he temido a hablar con las personas, me sentí segura. Segura por primera vez en años quizás sería algo momentáneo pero deseaba con todas mis fuerzas que fuera eterno. Sentí otra vez el nudo en mi garganta ¿Cómo podía sentirme segura y aterrada a la vez? ¿Me estaré volviendo más loca de lo que ya soy estoy? ¿Es la maldición de mi maldita soledad que me ataca de nuevo? Las lágrimas brotaban de mis ojos tal cual como la sangre fluía por mis venas. ¿Qué pensara él? - Pensé - quizás que soy una loca que me escape del hospital psiquiátrico o que soy un demonio... tantas cosas que pensar y tan poco tiempo. Sin querer un grito escapo de mis labios. El sentimiento del temor se apoderó de mi otra vez. - Perdón - musite cabizbaja - no era mi intención asustarte. Idiota, idiota, eres una maldita idiota, otra vez esa voz en mi cabeza hablaba. Mis demonios habían vuelto... Y la felicidad se acabó, no solo podía ver que mis demonios habían vuelto, sino que también podía ver otros demonios, que se apoderaban de ella, quise ayudarla, pero los míos no me dejaban moverme... mis ojos se bañaron de lágrimas, no, no eran lágrimas... era sangre... qué diría esa joven que aún estaba en mis brazos, la sangre goteaba en su cabeza, gritó, pidió excusas, se alejó... lo notó, notó que lloraba sangre, ¿Se había dado cuenta que también yo poseía demonios? ¿Huiría de mi?... creo que no, porque me volvió a abrazar. De repente, estábamos rodeados por más demonios, ¿Es eso lo que pasa cuando dos poseídos se encuentran? Sentí que sus manos se aferraban a mi espalda: - Están aquí, ¿Los ves? - me dijo. - Sí, tengo miedo - susurré.... Un hombre con miedo... ¿Qué será de ella?, su peor error fue abrazarme, mis demonios la matarán, mis demonios que son egoístas. No, él no; no lo creía aunque lo veía. El tenía demonios que se apoderaban rápidamente de su cuerpo. ¡Oh cruel destino! El lloraba sangre, como podía ayudarlo en este momento. Los vi, vi sus demonios; vi todo su dolor al paso de los años reflejado en sus ojos. - No importa si tienes miedo - le dije en un susurro - yo también tengo miedo pero te ayudaré a luchar contra ellos - al decir esto lo ábrase con más ganas que antes, con toda mi fuerza -. Yo te voy a proteger de ellos. ¿Cómo lo podría proteger a él, sino pude ni proteger a quien más amé en un momento? Pero lo voy a hacer, seré su ángel guardián...