Hola, princesa.
Así decidí llamar a esta carta, una carta que sin duda será diferente, porque no será de amor, no será de sentimientos rosas y no será una típica carta en donde el 99,9% de las palabras diga "Te amo", no. Esto será diferente, porque eso es lo que quiero, algo diferente para tí, algo que no te hayan dado nunca antes, algo que cuando lo veas quedes atónita y sin habla, algo que no puedas describir...
Quiero que estas palabras no sean solo un mensaje efímero que con el tiempo lo olvides, quiero que puedan trascender más allá de lo literario y que puedas percibir todos sentimientos lo que plasmaré aquí.
Un 12 de noviembre ambos decidimos conocer a alguien nuevo, aunque esta decisión la tomamos inconscientemente esa noche inició algo bonito, una amistad un tanto "rara" y digo rara porque ambos venimos de mundo diferentes si te pones a pensarlo: Tú eres una chica conocida, que llama la atención a donde quiera que va, alegre, simpática y divertida, en cambio yo soy ese típico nerd que solo piensa en matemáticas, videojuegos, computadoras, es amargado e intenta ser lo más invisible ante la sociedad. Ni yo mismo me creo que llevemos una amistad siendo tan diferentes, pero en la física dicen: "Los polos opuestos se atraen" tal vez sea nuestro caso.
Durante esas noches en las que nos conocíamos, siempre estaba en mí esa disposición a quedarme horas y horas hablando contigo, no podía dejar de hablarte y poco a poco te convertías en mi todo (y todavía lo haces) cuando me escribías... Era raro porque no te conocía lo suficiente, pero a pesar de ello, inspirabas en mí esa confianza que ninguna otra persona ha logrado.
Pasaron los meses, meses en los cuales pasé por muchas malas situaciones y tú fuiste uno de los pilares que me ayudó a superarlas, primero con la perdida de un amigo y luego con mi depresión.
Muy pocos tienen conocimiento sobre mi depresión y prefiero que sea así porque es una enfermedad que destruye amistades y durante mucho, mucho tiempo me dio miedo de que me vieras en uno de mis ataques depresivos, me daba miedo que te alejaras de mí cuando te estabas convirtiendo en alguien muy importante para mí. Para mi desdicha mi temor se hizo realidad, un día me llamaste y yo no estaba en mi mejor momento, había llorado todo el día y no quería hablar con nadie, excepto tú. Ese día te conté sobre mi depresión con miedo a que con el paso del tiempo te alejaras de mí lentamente ¡Pero no fue así! Te quedaste ahí a escucharme siempre que te necesité, sin importar que tan triste fueran las cosas estuviste ahí conmigo y durante ese tiempo no supe asimilarlo, pues, eras la persona que yo buscaba: Alguien que me escuchara, que me aconsejara, que me enseñara, que me guiara, que me apoyara en mis decisiones y que me diera ese amor que busqué durante mucho tiempo.
Contigo he aprendido muchas cosas: Me has enseñado lo que es ese amor propio, a que nadie debe lastimarme, que debo creer en mí y en lo que puedo llegar a ser.
Gracias por ser alguien tan especial, alguien que con solo ser natural me ha demostrado que vale la pena demostrar mi verdadera personalidad.
Gracias por amarme, nunca te lo pedí y desde que te conocí ese sentimiento fue natural en tí, siempre estuvo presente.
Gracias por alegrarme mis noches, mis días y mis madrugadas.
Gracias por convertirte en mi princesa (Sí, eres solo mía ja, ja, ja, ja).
Gracias por dejarme aconsejarte, guiarte, ayudarte y demostrarte lo mucho que te aprecio, que te quiero y que te amo.
Sé que no crees en la palabra "nunca" pero con esto quiero hacerte pensar lo contrario.
Te amo princesa.