Ven,
déjame mirarte a los ojos,
en ellos me siento como en casa,
me calmas,
me enganchas.
Has entrado dentro de mi
y aún ni lo entiendo,
ni te entiendo,
ni me entiendo.
Has hecho de mi
un mundo en dos días.
De mi
yo que era un planeta
poco habitable
sin ninguna meta para seguir.
Te has propuesto descubrirme
y lo haces tan bien
que me siento como si no hubiera
existido antes.
El simple roce
de mis yemas con tu piel
hace que se me dispare el pulso,
como si fueras la ralla
de oro blanco
después de la abstinencia
de una vida sin ti.