XVIII

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No dijo buenas ni se tomó la molestia de preguntar educadamente si podía pasar. Emmanuel Cross empujó la puerta, decidido a enfrentar a Vera. Luchaba fuertemente para controlar la rabia que tenía. De lo contrario golpearía su cara hasta deformarla, o eso era lo que pensaba.

— Me habían dicho lo de Carla pero quería estar seguro. Quería hundirte sin hacer mucho ruido. Teniamos un plan pero al matar a King lo arruinaste.

—No maté a King. Lo hicieron las chicas que tú metiste al comité.

—¿Quién las mandó?

—Yo no lo hice.

—No te hagas Vera. Tengo dos jovenes dentro de ese comité informándome de todos tus movimientos. Sé lo que le hiciste
A Carla. "El plan de investigación en contra de King" —sus dedos hacían comillas— buscando acciones ilícitas en contra de la Universidad, ¡Cuando eras tú la que estaba usando el dinero para otras cosas, vendiendo títulos falsos!

—Si sabías todo eso ¿Cuál fue la razón para no detenerme?

—El plan.

—Puedes matarme ahorita si deseas.

—No caeré tan bajo. Solo te digo que estás despedida...

—¿King te dio pruebas?

—Eso no te importa.

—Otra cosa. ¿Dónde está Bryan?

—¿Bryan?

—No contesta el teléfono. ¿Lo mandaste a matar Cross? Dices que tienes gente viendo mis movimientos.

—Claro que no.

Vera sacó el arma.

—No puedo dejarte ir.

—¿Quieres más sangre en tus manos?

—Me vale una mierda. Te mato y luego me mato. Simple.

La pistola en sus manos se movía nerviosamente. Vera había tocado fondo, estaba resignada a la perdición, a la muerte.  Los planes murieron con sus ganas de vivir. Sabía que después de esto, si vivía, no sería la mujer imponente de nuevo; en cambio una fría cárcel esperaba por ella. Las chicas que le ayudaron salieron de su mente. En ese momento solo le importaba una cosa: matar y morir.

—Tengo una hija Vera, que quiero ver crecer.

—Dejame ir y la veras crecer.

—Tampoco puedo hacer eso.

—Debes elegir entonces. Hundirme y morir o dejarme ir y vivir.

Las agujas del viejo reloj de péndulo resonaban en la habitación. Marcaba las 4:58 pm. Es increible pensar que quitar una vida toma segundos. En un tiempo tan corto puedes acabar con un sueño. El cañon del arma esperaba paciente escupir la bala en el cuerpo de Cross. El dedo acariciaba el gatillo.  Dependía enteramente de la decisión que el director tomase en ese instante.

— Dame el arma Vera. No tenemos porque llegar a esto.

—¿Qué haras? —La mirada de Vera estaba perdida—. ¿¡QUÉ HARAS!?

— Jala el gatillo en tu cara antes de que la policia venga por tí.

Cross le dio la espalda para salir, rezando por una pistola sin balas o una falsa escena para chantajearlo y así lograr su cometido.

Dio dos pasos y sintió como las múltiples balas perforaban su espalda. Cayó de rodillas pensando en su hija que no vería crecer.  El aire se escapaba y todo se tornaba borroso. Murió.

—Te lo dije maldito, ahora es mi turno.

—¡Director Cross!

Las chicas llegaron y vieron la escena.  Una Vera hincada con el arma en la boca los esperaba.  Ari e Iris trataron de ayudar al director mientras Abby enfrentaba a Vera sin importarle que estaba armada.

—¡Dispara perra! ¡Eso es lo que te mereces! —gritó Abby.

—¡Diana maldita traidora! —Dijo Vera al ver a Diana

—Hazle caso a Abby.

—Llamaré a la policía—Dijo Cris y salió de la casa. Salió a la acera.

—Necesito reportar un asesinato estamos en...

Una explosión la hizo volver la mirada hacia la casa. Los gritos de las chicas dentro, se apagaron mientras las llamas recorrían la casa.
El parpadeo de las llamas bailaban en la cara de Cris que no parecía asustada. En vez de eso tenía una cara de satisfacción. Volvió al teléfono.

Trabajo hecho.




Se acaba 😥

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