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Flashback

Jess, cielo, ¿cómo es que te fijaste en mí siendo yo tan simple, y tú teniendo mejores partidos?

—¿Qué? —dijo sonriendo, ladeando la cabeza y me miró fijamente con aquellos ojos dulces—. ¿Qué dices? Primero, quién conoce a gente más interesante, bonita e inteligente eres tú, y segundo, me fijé en ti porque eres preciosa. Un instante contigo es algo mágico. Eres una persona valiente, tu personalidad es muy marcada y eres encantadora. Puedo pasar horas y horas mirándote y besándote y no me cansaría.

Sonreí. Una vez más derretía mi blando corazón.

—Mhm, interesante. La miré vacilándola, amaba su reacción ante mis comentarios rudos y como era de esperar; me fulminó con su mirada. Vaya que era multifacética ésta mujer.

—Ah, y eres una idiota.

—Y tú una hermosura, y mía.

—¿Sólo tuya?

—Sólo mía. La abracé, tomé com delicadeza sus mejillas y le dí un suave beso en los labios.

Labios que facilmente podían ser la perdición de cualquiera, el edén, el jodido cielo... labios que estaban cargados de el más exquisito, dulce y refinado veneno.

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Jessica Jung. 11 letras. Una persona altamente mortal. Alguien quién atentó cruelmente hacia mí, aún cuando yo la amé con todo mi ser. Cumplió con varios roles en mi vida: mi amiga, mejor amiga, luego mi novia, la amiga de mis amigos, amiga de mis padres... y mi ex.

Nos conocimos en pleno apogeo de la adolescencia, ella era bonita, llamativa y realmente lucía como una buena experiencia que probar. Yo era muy madura, pero nunca dejé de ser una niña y mucho menos ante tal persona como lo era ella, tan astuta, tan perspicaz, ágil. Eramos y siempre fuimos lo contrario. Ella blanco, yo negro, ella izquierda y yo derecha, ella era un sí, yo un no: supongo que eso fue ley, lo nuestro tenía que ser, se tenía que dar así fuera una sola vez en la vida, un único momento sincero.

A pesar de que yo era menor, ella lo entendió, y yo me enamoré por sus atenciones. En un princio era un cariño fraternal, sentía que podía ser mi hermana mayor o algo así, pero con el tiempo le dimos un corte a eso.

No me puedo quejar de que alguna vez me trato mal, excepto una sola vez... pero todavía es pronto para llegar a esa parte de la historia.

A unos meses de conocernos, entrar en confianza y adentrarnos mutuamente en nuestros terrenos, nos enamoramos. No me pude resistir a aquella chica atenta y amorosa que me escuchaba hablar, que atendía a mis problemas, que siempre estaba ahí, que me hacia sentir protegida y que estando en su presencia tenía el mundo en la palma de mi mano. Le abrí todas las puertas de mi corazón y eso todo el tiempo se lo dejé más que claro.

Fue la novia que todo el mundo quisiera tener, pero volviendo a mis difuminados y malos recuerdos, también opino que nunca en mi existencia debí enamorarme tan profundamente de alguien como ella.

Sí bien yo también hice mis cosas malas y no pretendo victimizarme, porque tal vez me merecía un poco de maldad de su parte, una paga justa. Estuvimos mucho tiempo ceñidas en sí mismas todos los días del año, hasta que acabó.

El reloj se paró, el telón bajó y las luces se apagaron. Mi mundo de cristal se rompió y esas piezas que eran también suyas, quedaron en la nada.

Consta que nunca fue mi intención abandonarle, fue un capricho muy fuerte de alguien que nos odió juntas, y después de todo, después de yo tanto discutirle y defender a mi amada novia, tenía razón. Era una persona abominable, lo vuelvo a repetir porque es tan necesario como bien merecido. Pronto, por suerte o un milagro, por desgracia o catástrofe, años luego de esta primera tragedia, volvía a surgir un sentimiento nuevo y más poderoso que la primera vez entre ambas. Fui a por ella y sin dudarlo me tendió su mano. Le herí, rompí nuestro universo soñado e igual esbozó una cálida sonrisa digna de un ángel.

Por cosas "pequeñas" como esa, por sus acciones y palabras, perdí la cabeza. Me volví loca de amor por una mujer que nunca llegue a conocer de verdad.

Desde aquel momento supe que ya no había marcha atrás, el tren en el cual permanecía iba a tope y estaba muy segura de que no me quería bajar. Estaba loca, deliré, y cada suspiro y te amo le entregué. La amaba con todo mi corazón y cada parte de mí gritaba eufórica porque no era suficiente con tenerla, la necesitaba mía y sólo mía. Necesitaba hacerla mucho más que mía y no solamente a lo que un sentimiento sexual me concierne, necesitaba compenetrar algo mejor y más allá con ella. Al parecer, también me pudo brindar todo lo que tenía, su esmero y escencia, lágrimas y sonrisas. Todas las noches en las que me decía que me amaba así yo decidiera ser feliz con alguien más o si me perdía; ese siempre fue uno de sus mayores miedos. Por supuesto cada vez que ella lo mencionaba yo no podía creer como es que no pude traducirle mi pasión o por qué no me entendía, siempre lo sentí muy tonto de su parte.

En base a ese miedo comenzaba la punta de la espada que me quería clavar, que clavó.

Una tarde, la besé y no sentí su aura normal. Algo andaba mal, y no entendí. Ella sólo me dió un pequeño beso en la mano y se fue, y no la ví ni hablé con ella nunca jamás.

Muy pronto y muy amargo, un trago sumamente amargo y que me ardía hasta las entrañas porque esa persona que tanto amé, por la que tanto sufrí para permanecer junto a ella, casi el amor de mi vida, me había engañado y traicionado, había burlado mi confianza e integridad como persona.

Y no, no voy a mencionar qué hizo o por qué lo hizo porque me da asco y en lo único que pienso cuando recuerdo su nombre es en algo agridulce. Pero aunque ni yo misma me lo crea, fue necesario que pasara puesto a que si seguía con ella mi vida se hundiría mortalmente. Créanlo.

Sufrí, lloré, mi alma marchita se abrió y se volvió oscura y derramó el veneno que por tanto tiempo tragué, veneno de fuente prestigiosa. Con lo que quedaba de mi corazón en manos la maldije y la maldije hasta el cansancio y hasta el día de hoy siento náuseas cuando se me viene aquel momento a la cabeza. De verdad quiero pensar que todo fue de imprevisto, pero no. Jessica todo el maldito tiempo que estuvo a mi lado tuvo esa carta tan desconsiderada bajo la manga. Estaba enferma, pero por desgracia nunca de amor como lo estuve yo. Alguien así nunca podría saber que era amar de verdad y ¡vaya ironía! pues, era altamente atractiva y nadie, nadie se podía resistir a ella. Que lástima siento por quien sea la siguiente presa, de verdad.

Pero como todo en algo momento tiene que ser justo, su mal se le devolvió y yo crecí. Cambié de toda manera, crecí y dí el paso agrandado de dejar de ser una ingenua y tonta pequeña que se dejaba engañar por lobos disfrazados de corderos. Y no hay mejor sensación o una comparada a esa con la que ella me pudo regalar.

Por eso, por tanto, gracias. Mi corazón es fuerte ahora porque se curó y me curé de algo yo solita, justo cuando pensaba que jamás lo lograría.

Por eso y tantas cosas, cariño, no te amo ni te odio más, ni quiero pensar en ti o tener algún vínculo contigo. Perdóname y llámame loca por decirlo pero te doy las gracias por dejar crecer mis alas e impulsarme a volar lejos de ti.

Estoy muy bien, pero no me interesa ya lo que hagas o digas. Jódete, púdrete, quémate en el maldito infierno o que te vaya bien, me da tan igual porque soy tan feliz y ya no estoy vacía.

Sólo... estoy muy bien.

OKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora