Muestra Gratuita

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Desdoble

Es una sola nube gris de la noche,

que llora leve pero incesable, conmigo.

Tú sigues en mi mente, o en mi corazón, o en ambos lugares.

Constante, como la llovizna que cae; incesante.

Conozco al menos eso; el cielo de tu ciudad.

Esta noche parece no acabará.

De lloviznar tu recuerdo tampoco,

y así como moja San Sebastián, moja también allá.

Cuatro paredes -Él es Yo-

Literal; son cuatro paredes de adobe,

que encierran un desgraciado.

Que voluntario no se va; la puerta está abierta.

Al menos eso creo, no la he cerrado, no se cierra por dentro,

sólo por fuera.

Pero tengo la llave.

Si tú no te vas, él tampoco se irá.

Metáfora; es que tú estás.

No soy un poeta...

Escribo lo que siento. Leo lo que escribo: Sentimiento. Plasmo en letras mi ser sobre un papel. El del momento, porque somos pluripolar-es,

todos, eso creo, o quizá; si tengo suerte soy sólo dos.

Te amo. Te odio - en teoría -. Te extraño mucho, te extraño poco - en práctica -.

Es un punto a parte, que parece punto seguido. Válgame resaltar aquello.

El punto lo mata, la coma lo hiere; definitivo. Válgame la redundancia.

Válgame enfatizar, -ci tengo molto-

Mi ser se despojó sobre tu papel, y estaba vestido en vocales, letras,

frases, oraciones, párrafos,

relatos, novelas.

Historias; largas y cortas. Poesía,

poemas.

Yo Soy un Cuentista.

Saludo sin recíproco mutuo  

Su respuesta es el silencio; es azules,

azul intenso como los cielos

donde el sol resplandece y deprime.

Maldito sol ¿Porqué no te mueres?

como mi alma,

como mi esperanza de volver...

Abandono

Te fuiste,

me dejaste solo y triste. Siempre quise decirte:

No te vayas de mi vida por favor.

Pero te fuiste.

Yo no sé por qué lo hiciste, si tú "tanto me quisiste". Yo te valoré alguien mejor. No sé: No sé quién eres.

Ahora no lo sé.

Perdiste tú también: Un blues entonado mejor.

Y mi alma agoniza

pero mi espíritu protagoniza.

La carne no tiene esperanza sólo añoranza...

En esta noche

Hay cosas que hice mal.

Hay un lugar para no regresar. Hay una bestia que deje escapar

y ahora viene hacia mí.

Hay cosas que lamento; imperdonables,

que no puedo olvidar. Hay muchas entregas que ahora se van.

En esta noche envuelve en ella todo mi ser,

tu perdón no lo merezco

pero al menos déjame dormir.

Esta noche

déjame en la calle perecer.

Sé que tu perdón no lo merezco pero al menos a ti, sí te deja dormir.

Hay un juego que jugué

hay reglas que quebranté

hay errores que tuve que hacer

pensando solo en mí.

Black Lab - This night

(Traducción de Antonio Vera)



Capítulo 4

Esa noche se encontraba sentado frente a su ordenador en su pequeña y triste habitación. Que incluso el encerramiento de esas cuatro paredes frías la hacían aún más taciturna como aquella imagen en blanco y negro de un payaso que estampado en su rostro esa sonrisa pintada, lloraba.

Desde que Amelia lo dejó no había salido a tomar un paseo, o una pequeña caminata como solía realizar por la orilla del río Tomebamba ; Paseo 3 de Noviembre  llamase el pequeño sendero acogedor. 

Intentaba escribir algo, siempre lo apasionaba relatar sobre papel narrativa ficticia, no toleraba la poesía; "esa ridícula expresión profunda" pensaba.

Había escrito dos cuentos publicados en otro país, otro idioma. No intentó publicar algo más allí donde ahora.  Además se encontraba en una Ciudad donde muchos poetas; o al menos lo intentaban. Pero aquella cultura no degustaba un bel romanzo, preferían la salchipapa. (Era su humilde opinión)

Durante las siguientes dos horas había escrito algunas líneas de prosa banal.

No eran buenas.

Demasiado parecidas a la vida real.

Al apagar su macbook recordó no haber archivado el documento. -Bueno, ya nada- Se dijo. 

Tal vez el novelista de éxito que dormía en su interior ha pensado no valía la pena guardarlo. Pero que de momento muy en su interior, quien se complicaba mucho salir a flote.

En seguida se alzó en dirección hacia la cocina quería otro café bien cargado, un espresso para ser exactos, se lo preparaba en su cafetera italiana moka  como ya antes dicho y un diminuto clavo de ataúd Camel  no podía faltar.

Había dejado de fumar desde hace mucho tiempo, pero supuso era mejor tabaquearse  con su café antes que llorar por ella.

Supuso era mejor Morir ya de cáncer al pulmón, antes que vivir sano sufriendo por Amelia.

Regresó a su alcoba con el espresso que echaba humo, se sentó en su escritorio, miraba fijo el adobe, disfrutó de su antiguo hábito malsano y descubrió que podía meditar con un poco más de equilibrio mental sobre su desamorosa situación.

Aplastó el cigarrillo y decidió ir a dormir pero no fue así de fácil, es decir acostarse bajo las colchas en ese frío leve de Cuenca, era factible. Pero que Morfeo  te sueñe enseguida de un puñetazo que ni venir lo veías mucho menos dolor sentirías, fue imposible.

No durmió esa noche, como ya varias noches. Pues si cuando dormía como un bebé era a causa de Amelia, de la misma manera ese insomnio era por causa de ella.  

Confesiones privadas de un pecador EnamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora