Así fue como todo comenzó...

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Y así de la nada lo conocí, se convirtió en mi mejor amigo. Siempre se preocupaba por mí y había tanta confianza, que yo sabía hasta cuales eran sus mínimos secretos. Bueno, eso pensaba.

Pasó el tiempo y todo seguía igual, sus consejos, y las mínimas cosas que el hacía para verme sonreír.

Una vez le pregunté que si tenía novia y me miró bien raro y me preguntó que por qué yo le había hecho esa pregunta. Le dije que solo era curiosidad, pero no me contestó.

Tiempo después le volví a hacer la misma pregunta y me dijo que sí, si estaba saliendo con alguien. También me contó un poco sobre la vida de ella.

Pasaron casi dos años y me dijo que estaba sintiendo algo por mi, que el sabía que la amistad se podía arruinar, pero me lo tenía que decir porque ya no aguantaba.

Al principio me estuvo bien raro, pues claro, es algo inesperado. Pero luego yo también lo empecé a ver de otra manera. Nunca había imagino que esto podía pasar.

Las cosas empezaron a cambiar entre el y yo. Ahora era algo más "serio". Me dejé llevar. Recuerdo que un día salimos a cenar y me dijo que el estaba dispuesto a hacer todo por mi, que quería tener algo formalmente conmigo y quería conocer a mi familia. Creí en sus palabras.

Aún sabiendo que estaba con alguien, no me importó recibir sus migajas. Si, habían momentos en los cuales yo me sentía mal. Me sentía la peor del mundo. Sabía que eso que yo estaba haciendo estaba mal. Si, porque yo era la única culpable, eso pensaba.

Empezaron los celos, y cada vez que había un problema, yo me echaba la culpa y trataba de alejarme de él. Pero siempre volvía y otra vez volvía a lo de siempre, a la misma monotonía.

Ocurrió lo mismo y fui por "última vez" a hablar con el. Porque así fue que el me lo pidió. Yo despidiéndome casi llorando, les juro que esto nunca me había pasado. Me fui del lugar y empezó a enviarme mensajes de texto, como si nada hubiese pasado. Lo ignore muchas veces. Pero al otro día me llamó, y yo bien tonta le respondí.

Me dijo que quería arreglar las cosas conmigo, que había sido un tonto al dejarme ir. Acepté arreglar las cosas. Yo actuaba como si no existiera ella. Seguía aceptando migajas.

Todo continuaba normal.

En una mañana, me envió el mensaje de "buenos días mi amor, espero que estés bien". Le respondí como siempre.
Pasaron las horas y lo llamé y su llamada rápido entraba al buzón. Luego de dos horas, me llamó y hice lo mismo, no le respondí. Cuando decidí llamarlo de nuevo, la llamada volvió a entrar al buzón y me envió un mensaje diciendo: ¿te puedo llamar después amor? Yo estaba súper enojada, hasta el punto que le dije que hiciera lo que le diera la gana. Me respondió y me dijo: ¿vas a empezar? ¡Después no te quejes cuando cambie contigo! Le dije que sea como quien el quiera ser y que se cuidara.

Obviamente, no me respondió porque estaba con ella, su prioridad. ¿Y yo que era para el? La que estaba cuando se sentía mal, la que solo llamaba para los ratos cuando estaba aburrido. Mejor dicho, yo era un cero a la izquierda. En esos momentos yo lo necesitaba a el tanto, pero como ya pueden ver. No era nadie, nada, en su vida. ¿Pero que yo podía esperar, si lo sabía?

Lo sé, fue mi culpa, porque aún sabiendo que el tenía a alguien, le di entrada. Me conformé. Sabía que esto estaba mal, pero me gustaba. Me creí cada palabra bonita disfrazada. Creí en sus promesas, en que todo iba a cambiar. En que yo solo sería la única en su vida. Pensarán que fui muy tonta, pero de cada mala experiencia se aprende.

Ser la segunda opción de alguien, no es lo mejor. Tú esperas que esa persona esté contigo allí cada día, tú esperas a alguien que no te preguntes si va a estar hoy y mañana no, tú esperas sentir seguridad. Pero ven, algunas nos envolvemos en sus juegos y en sus palabritas lindas y caemos. No te conformes, tú eres mucho más que eso...

La segunda opción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora