I

35 2 2
                                    


El amor, para mí, es demasiado; demasiado dolor, demasiada emoción, demasiada estupidez y demasiada perdida de tiempo. Simplemente no está hecho para mí.
Nunca en mi vida me he permitido amar o querer a alguien, vivo sin compromiso y sin apegarme a nadie, ni amigos, ni chicas.
Me he encargado todos estos años en no tener relaciones importantes. No sé lo que se siente tener un mejor amigo, ni he visto los dichosos juegos artificiales al besar a una chica, pero no me hace falta experimentarlo. No quiero amigos para toda la vida ni novia para para hasta el final de mis días... me conozco muy bien, hipócrita con todos, capaz de apuñalar por la espalda a cualquiera con tal de salir beneficiado... sí, maldad pura quizá. Y es por eso que no confío en los demás, si yo soy capaz de dañar ¿porque los demás no lo serían?
En fin, durante 15 años he luchado contra las amistades y los amoríos con éxito. Los "amigos" los tengo para hacer desmadre y nada más. Y el "amor" lo convierto solo en besar y tocar a la que se deje. Pero así he estado perfecto, sin ni un rasguño. Ni una dolencia más grave que la que me da después de ir a la peluquería. Todo este tiempo he sido, yo, yo y solamente yo, por sobre todos y todo. Todo iba tan bien, hasta que llegas tú, maldita sea. Bella, son tu cabello largo hasta la cintura, y tú enorme sonrisa que abarca la mitad de tu cara. Me matas cada mañana que llegas peleando con tu rebelde cabello, al que te rehusas a peinar, cruzas la puerta con pasos firmes demostrando tu inmensa seguridad en ti misma, y en tus tiernos ojos reflejas la confianza con la que te vas por la vida, sabiendo que tienes el poder de volvernos locos a todos. Me encantas. Y cada que te volteo a ver, no logró ocultarlo, e inconscientemente dejó escapar una sonrisa.
¡Pero ya basta! Deja de hacerme esto, no te lo puedo permitir. Llevo una vida tranquila y de doble moral que no pienso abandonar por un sentimiento estúpido. No puedes llegar un día y desacomodar mi vida. ¡No puedes! Y si puedes, ¡no lo hagas! Por lo que más quieras no lo hagas.
Deja de sentarte justo delante de mi y deja de reírte de mis bromas, que me encanta escucharte reír. No me pidas más lápices, compra los tuyos. Y si te presto alguno, no me lo devuelvas, que siento que me dejas una parte de ti.
Si el día se acaba y te tienes que despedir, evita los besos en la mejilla y las medias sonrisas que lanzas solo por qué sí, que cuando lo haces me dan unas inmensas ganas de correr detrás de ti.
¿Como has logrado apoderarte de mi en tan poco tiempo? Esto no está bien... Sé muy bien lo que has logrado estúpida. Lo sé muy bien.
Sé perfectamente que estoy enamorado de ti, pero eso es algo que no me puedo permitir.
Sé que te amo, pero eso no puede ser. Y como eso no puede ser, te tendré que odiar. ¡Te odiaré con todo el alma! Te odiaré, mi adorada Fátima.

ÁmbarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora