En el momento en el que la música de fondo empieza a sonar, las palabras manan de mi boca como si de agua se tratase. Vocablo a vocablo voy realizando frases sin siquiera pensármelo dos veces, solo me dejo llevar por mi subconsciente.
Mi mirada recorre toda la sala y observo que las personas que me rodean perciben lo que manifiesto. Incluso en alguna ocasión puedo apreciar que sienten lo que digo, ya que lo que expreso es arte en forma de palabras.
Podría decirse que esta es una droga y todos los de mi alrededor son totalmente dependientes de ella, y yo, además de amar esta droga, soy la distribuidora de ella.
Pasa el tiempo y en el momento en el que me percato de que la música va a parar siento como mis palabras dejan de salir, todo esto con un tono tranquilo, sin prisa, pero con seguridad.
La música se para y yo dejo el escenario tras de mi. Me dirijo a mi asiento de siempre mientras siento que toda la confianza que antes poseía va desapareciendo. En el momento en que veo que el asiento que siempre utilizo es ocupado por una persona totalmente desconocida mi paso se acelera. Al llegar allí me coloco bien las gafas y decido que decir. Con timidez le miro a los ojos color azul grisáceo los cuales me miran con curiosidad.
-Perdona, pero este asiento siempre lo utilizo yo.
En el momento en el que mis palabras salen él abre los ojos y se disculpa rápidamente.
-Perdona, es la primera vez que vengo- ese último dato me explica el echo de que no me conozca. Vengo a este bar desde al rededor de 7 años, tan solo cuando tenía 17, por lo que la gente que usualmente viene por aquí sabe de mi existencia, al igual que yo se la de ellos. El chico se levanta y se sienta en el asiento de la izquierda. No me esperaba ese cambio, más bien suponía que se iba a ir a otra mesa del bar, pero sin ganas de volver a pedirle un favor me siento y me dispongo a escuchar. Miro mi vaso el cual deje antes de subirme y veo que los hielos ya se han derretido, el verano cada vez está más presente.
Cojo mi vaso y voy hacia la barra la cual es atendida por Joe. Dejo el vaso y él, acto seguido, lo recoge y lo rellena de lo de siempre. Yo se lo agradezco con una sonrisa, cojo el vaso y dejo el dinero encima de la barra.
Al darme media vuelta veo una cabellera rubia sentada en una de las sillas de mi mesa.
-No me lo puedo creer- resoplo. Esta vez no voy con un paso tan ligero debido a que llevo un liquido conmigo y teniendo en cuenta que soy bastante torpe, es mejor que me relaje.
Mientras me voy acercando voy planeando lo que voy a decir, pero al final no me sirve de nada, dado que su mirada me hace estremecer.
Miro al chico desconocido, pero amigable, de antes en busca de apoyo, pero por lo que puedo observar el esta tan incomodo como yo. No me lo puedo creer.
-¿Nos puedes dar un poco de intimidad?- me dice la chica con una ceja levantada y con cara de tener pocos amigos. Yo, por supuesto, no acepto.
-No. Si queréis intimidad hay muchas otras mesas, no me voy a cambiar por vuestra culpa- ella se queda mirándome durante unos largos segundos, no creo que se esperara esa respuesta, pero esto ya no es el instituto, no voy a aceptar que me traten como una pringada...
Se levanta, haciéndome ver que es unos cuantos centímetros más alta que yo, y mira hacía su derecha en busca de la mirada del chico desconocido, éste no se la da y ella se va rechistando por el camino.
Por fin puedo tomarme mi bebida tranquila.
ESTÁS LEYENDO
El Parlem
RomanceUna chica. Una historia de amor. Si quieres saber más te recomiendo que leas el primer capitulo.