Los cazadores eternos

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–Es una pena.. ¿no?- murmuró algo acongojado aquel hombre con cabello castaño, con ropas blancas y brillantes. Se podría apreciar en su voz lo triste que se encontraba, aunque aquella máscara en forma de lobo no dejaba apreciar sus facciones, ya que cubría por completo su rostro. – Su vida le fue arrebatada...

–Eso es lo que hacemos, ovejita.- dijo una demandante y grave voz que provenía de un joven más alto que aquel muchachito castaño de esbelto cuerpo. Aquel pelinegro se colocó al lado de su pareja de eternidad, sus ropas tan oscuras como su cabello. En su rostro también portaba una máscara, solo que está era blanca, un rostro de cordero, pero solo cubría la mitad de su rostro, dejando expuestos sus labios y barbilla.

–No me refería a nosotros.. - susurró aún con aquel tinte de tristeza en su voz mientras se acuclillaba frente aquel cuerpo inerte ante el. Una herida abierta en el cuello de aquel hombre en la cual aún se podía apreciar sangre fresca por lo reciente de esa herida, además de que en su pecho justo en el corazón yacía una flecha blanca, tan brillante que lograba alumbrar parte de aquellas tinieblas que traía consigo la noche. Aquella flecha pertenecía al corderito, la había usado para acabar con el sufrimiento de aquel hombre- Me refiero a los humanos... Andan por ahí matándose unos a otros sin piedad, nos hemos llevado más almas de hombre asesinados, que de hombres que mueren por causa natural..-

–No te acongojes, mi corderito.- murmuró aquel pelinegro mientras ayudaba a su acompañante a ponerse de pie, intentando que olvidará aquel asesinato que acababan de vislumbrar minutos atrás. Su pequeño corderito era tan puro, preocupándose por unos simples mortales que para lobo, solo eran unas simples criaturas que no servían de nada. Siempre que vislumbraban la muerte de alguien inocente su pequeño sentía empatía por dicho mundano, y se encargaba el mismo de llevar aquella alma, de forma tranquila y rápida. - El destino lo quiso así.- dijo mientras acariciaba el castaño cabello de su pequeño, mirando a través de la máscara aquellos bonitos ojos castaños que le miraban expectantes.- Ahora andando, continúa la caza. - termino de decir lobo mientras se alejaba de su corderito, perdiéndose en seguida entre las tinieblas de la noche, seguido de aquel corderito de esbelto cuerpo. Al momento de que aquellas criaturas se fueron, aquella flecha en el cuerpo del hombre sobre la acera desapareció, llevándose consigo el alma de aquel pobre mundano.

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–Por fin, algo de caza para mi..- dijo extasiado aquel lobo, mientras miraba como su presa huía de ellos, un mafioso con heridas de balas en el pecho. Caminando de forma torpe por aquellas balas en su pecho, intentando no perder el equilibrio mientras maldecía en voz baja al maldito que había decidido traicionarlo para quedarse con la mercancía. El lobo no perdió tiempo, transformando en seguida su cuerpo en una neblina tan oscura y espesa, en forma de lobo manteniendo sobre su rostro aquella máscara de cordero. Mostró sus dientes afilados en un gruñido.- Ya está medio muerto, así que no será tan divertido.. - se quejó aquel lobo, con una voz gutural y más gruesa que la de su forma humana. El prefería a sus presas sanas, que pudieran correr, huir de el mientras gritan y piden por ayuda, esa es la mejor parte para lobo.

–Anda, lobito mío.- le apoyó el corderito mientras miraba como aquel hombre se perdía entre las tinieblas de la noche, pero era seguro que su pareja no tardaría nada en encontrarlo.

–Andando, ovejita.- dijo aquel lobo para en seguida comenzar con la caza, siguiendo a aquel hombre por las calles oscuras.

–Nos vemos, lobito mío~ - dijo el coqueto corderito para en seguida seguir de cerca a su acompañante de eternidad. El corderito se apresuró, buscando a su pareja entre la oscuridad. Al encontrarlo, una sonrisa se vislumbro bajo aquella máscara mientras miraba el cuerpo inerte de aquel hombre. Oveja disfruto la muerte de este mundano, el cual merecía que su lobito le quebrara el cuello y desgarrara su piel de un mordisco, este no era inocente, merecía sufrir.

–Que fácil..- se quejó el lobo ya en su forma humana, con una expresión de evidente fastidio bajo su máscara mientras miraba con repugnancia a aquel hombre muerto sobre la acera. Su corderito se acercó coqueto a aquel musculoso ser, abrazándolo por la espalda mientras miraba a aquel mundano muerto.

–Aun no entiendo porque los humanos se matan unos a otros..- volvió a exponer su duda aquel curioso corderito mientras se separaba un poco de su lobo el cual en seguida le abrazó posesivamente por las caderas, pegándolo a el.

–Son estúpidos, punto- dijo enterrando su nariz en los mechones castaños de su corderito, escuchándolo reír en seguida y el lobo, no pudo evitar sonreír por tan dulce sonido que llegó a sus oídos. - ¿Es eso música? - murmuró el lobo.

–Eres tú..- susurró su corderito mientras se volteaba hacia su lobo, retirando aquella máscara del hermoso rostro de su pareja. Aquellos penetrantes ojos mirándole expectante, no pudo evitar acariciar con su mano libre una de las mejillas de su lobo, el cual no tardo en también retirar aquella máscara del bonito rostro de su ovejita, amaba ver aquellos bonitos ojos castaños, tan brillantes como las estrellas.

–Más..- susurró el lobo relamiéndose los labios.- Quiero más caza, ovejita- susurró de nuevo, con cierto éxtasis en sus palabras, haciendo temblar a su corderito bajo sus fuertes brazos.

–Siempre habrá más- hablo bajito, solo para su lobo mientras acercaba su rostro al de este, sintiendo sus labios rozar y sus respiraciones mezclarse.- Siempre habrá más... Mientras los cazadores sigamos existiendo.

–¿Y entonces, huirás tú de mi?- otra risita escapó de los labios de aquel corderito.

–Nunca huiría de ti, mi querido lobo- murmuró sin dejar de acariciar la mejilla de su lobo.- Porque recuerda... nunca uno...

–Sin el otro.

Never one without the other |KookV|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora