Tendría unos seis o siete años cuando conocí a "Calcuta", no sé si le decían o así se llamaba. Jugaba entre los surcos cuando mi padre me llamó y salí corriendo entre los terrones.
_ ¡Vení que te voy a presentar a este viejo loco, que además hace magia!
Maravillado corrí hacia ese extraño hombre, pelado y de barba gris que reía junto a mi padre en el patio de la casa.
_ ¡Te presento a Calcuta!, él nos va a encontrar una vertiente pa que podamos hacer un pozo manantial.
Tomó una rama de algún lugar en el camino...supongo; porque de su maleta salió aquella horqueta. Caminó unos cincuenta metros de la casa, tomándola con las dos manos y la sola punta hacia delante, la vara se dobló con fuerza hacia el suelo y dijo:
_ ¡Ahí está! Casi no la'guanto!, y la dejo acá pa que ansína sepan.
_ ¡Ahí está, ahí está!... Festejaba mi padre mientras me revolcaba el pelo.
Bajó la rama y la enterró en el suelo, hubo algo en los ojos de aquel hombre que no me gusto, pero al tiempito me olvidé.
Llegó la primavera y la horqueta largó unos brotecitos en las dos puntas, para mi ¡un gran descubrimiento! y corrí pronto a decírselo a papá, quien con una enorme sonrisa me tomó por debajo de los brazos y giraba elevándome en el aire y diciendo:
_¡Qué gran idea! desde que se seco el paraíso, no tenemos sombra por acá, ¡eso si, el agua se la echas vos!, mira que en verano se puede secar.
Todos los días al llegar de la escuela antes de desensillar sacaba un balde de agua del aljibe para regarlo. La casa era un viejo casco de estancia de mi bisabuelo, tenía un aljibe alimentado del agua de los techos; descendía por un caño que se metía bajo tierra, justo en la esquina de mi cuarto. Del casco poco quedaba, se había derrumbado gran parte de él, por lo cual el aljibe cada vez menos agua juntaba.
El viejo, cuando se pasaba con el tinto, veneraba el aljibe, decía que sería el único testigo sobreviviente de la fortuna del abuelo. Yo creía y sabía que ese orgullo llevaría a morir de sed antes de hacer un pozo manantial que lo sustituya.
Si llamó a Calcuta para encontrar la vertiente era sólo para tranquilizar a mamá y esos nervios de nada con los que vivía.
Mientras la vara se transformaba en árbol, yo seguía alimentando la rutina cotidiana, escuela, pingo y agua pa'l árbol.
A los pocos años el árbol tomó un tamaño increíble, se había transformado en mi orgullo y creación, así como el aljibe el orgullo de mi padre.
Recién había nacido mi hermano Fernando, así que el amigo y compañero era él, tantas confesiones, secretos que a nadie le hubiera contado, solía pasar las tardes enteras tirado estudiando bajo su sombra.
Mi madre ordeñaba temprano, y esos días había helada, así que trajo la vaca en contra de mi capricho, temía le destrozara la corteza con el trozo de cadena en la punta. De todas formas la ató al árbol para ordeñarla cerquita de la casa, pero cuando fue a la cocina se demoró con las ollas... la vaca se enredó y murió desnucada contra el tronco...
No fue gran problema, la vaca era vieja y la aprovecharon en una improvisada carnea, la vaquillona engordada, pronto estaría para entorar.
Mi padre que se llamaba Pedro me consiguió un cusco preocupado por mi falta de amigos, el desinterés por el trabajo, el estudio y sobre todo, mis "extrañas conversaciones con un árbol".
Jugaba con el cachorro en su sombra, nada cambió demasiado, mi padre tal vez muy compasivo y sereno, optó por no molestarme, aunque yo... lo hubiera preferido.
Cuando llegó aquel verano la sequía casi nos deja sin agua para beber, así que Pedro, perdiendo la paciencia, encontró una excusa ideal para reprenderme, y al mismo tiempo, encontrar una válvula de escape por las cosas que no aceptaba, como que los tiempos eran otros, que no podía frenar mi desarrollo adolescente, ni trabajar más la tierra con bueyes. El casco estaba en ruinas y ya ni el aljibe lograría mantenerse en pie mucho tiempo mas, estaba enojado, yo había crecido mucho y las notas estaban mejor, ¡por supuesto que el detonante era otro! y el alcohol estaba presente.
_ ¡Prohibido agua pal árbol, ya tiene raíces para secar la vertiente que tiene abajo!
Pronto llamó al pocero, habían pasado cuatro años de encontrada la vertiente, la misma edad de mi árbol. Sorpresa fue cuando el que apareció, fue el hijo del pocero, diciendo que su padre estaba muy enfermo y que él lo haría.
_ ¿y vos podrás con la pala? dijo Pedro.
_ ¡Claro que sí!!(Resolvió rápidamente).
Se dirigió al punto del manantial que habría marcado Calcuta justo donde estaba el árbol, se colocó al este de éste y comenzó; habrá dado tres paladas cuando dio con una raíz, eso lo desestabilizó y al levantar nuevamente la pala próxima raspó una de las horquetas; y con el mismo impulso al bajarla se le balanceó sobre un costado de la cabeza terminando por golpease con el pizón... y cayó desmayado al suelo. Pedro lo mandó a su casa apenas se recuperó, mientras yo vagaba entre los almácigos apretando una risa malvada.
A los pocos días llovió y Pedro volvió a "olvidarse"del pozo.
Y llegó aquel día...hicieron un asado con el tío bajo el árbol.
El tío, unos años mayor que papá. De su parte del casco solo quedaba una habitación amplia; pero él vivía solo, el resto se había derrumbado antes que yo naciera. Bastaron unos wiskis de más y un pedazo de asado crudo para que comenzara su reclamo, ¡cosa que jamás había hecho!
Eran hombres serenos, pero se empezaron a comportar muy agresivos y nerviosos, conversando alto y terminando a los gritos y forcejeos.
Como sea, despertó una furia incontrolable en ambos y se fueron al suelo en lucha, mientras yo inútilmente intentaba una separación ante los gritos de mamá, Pedro al sentir que se asfixiaba, tomó un cuchillo de pan y lo lastimó en un costado...
Con métodos legales el tío sé quedó con todo lo que teníamos. Unos días antes de irnos a la ciudad, un comatí de avispas ataco a mi cachorro, salvando su vida de milagro.
Pasaron tres meses más o menos y alguien golpeó la puerta de la nueva casa, en lo de la abuela. No era el tío, era la policía junto con el abogado del tío, vinieron a buscar a "Don Pedro", tenía que ir a reconocer el cuerpo de su hermano...
Cuando volvió; contó que las raíces del árbol habían roto las paredes del aljibe y que ya estaba seco, aparentemente por esa razón el tío quiso cortar el árbol, ya tenía podada la horqueta donde colgaba la hamaca de Fernando... parecía un ataque cardíaco, con el hacha en la mano y una botella con un fondaje, llevaba varios días cuando lo encontraron, y eso......fue todo.
Pedro ya no quiso volver y por eso tramitó la sucesión directo a nosotros.
Ahora ya entendía, que mi hija tenía edad suficiente, y le quise contar la historia, mientras observamos el paisaje de lo que fuera aquel lugar.
_Esto no es de lo que yo me acuerdo y ¿por qué tantos árboles? ¿Y esa es la casa, tan chica? Me pregunta Fernando.
_ ¡Ay mijo! ... esa no es la casa, ese era nuestro cuarto, las únicas paredes perfectamente sanas._ Los hijuelos del árbol atravesaron los pisos de madera y ahora son árboles, de las paredes solo quedan escombros y las chapas volaron o alguien se las llevó.
Después los envié a todos con Pedro al auto, traigan la sierra, el hacha y el machete. El invierno será frío...
Me quedé solo con él unos instantes, le pedí disculpas rápidamente antes que intente sobornarme, con recuerdos gastados...
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El árbol y el aljibe
القصة القصيرةGracias por estar aquí con mi primer publicación! Esta es una historia corta contada por su protagonista, al mismo tiempo que narra intenta sacar a luz el misterio que terminó por desmembrar y cambiar la vida de una familia para siempre. El árbol y...