ASALTO A LA ESCUELA

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Las ideas se agolpaban una tras otra como si de repente en mi vida se hubiera abierto una puerta, antes cerrada, hacia nuevos horizontes. Por primera vez sentí melancolía y soledad. Hasta entonces no había experimentado deseos de amar y ser amado. Parecía muy extraño, pero todo era producto de haber penetrado furtivamente en la intimidad de un adulto tan despreciado.

Finalmente me dormí. Cuando abrí los ojos habían dado las nueve de la mañana. Me pareció inusitado que papá se hubiera ido al hospital pasando por alto su rutina de despertarme arrancando violentamente las cobijas de mi cama y abriendo las cortinas del cuarto de par en par. Quizá el hecho de que mi hermano Saúl no estuviera, o quizá el desagradable recuerdo de la discusión que tuvo con el director el día anterior, lo había hecho reflexionar


respecto a la forma de tratarnos.

El ruido de la aspiradora me permitió reconocer a la sirvienta en pleno inicio de jornada y la música clásica a mi madre haciendo su gimnasia matutina. Excelente: era demasiado tarde para ir a la escuela. Me levanté a recoger los papeles que había estado


leyendo hasta avanzadas horas y que dejé caer al quedarme dormido. Los acomodé cuidadosamente. Al hacer, aprecié detalles que en la víspera me pasaron desapercibidos:


En el portafolios había tres carpetas distintas, una azul y dos verdes. La primera contenía manuscritos personales ordenados por fechas: cartas a su esposa, cartas a sus hijos y simples relatos íntimos como los que detalla un adolescente en su diario.


La carpeta verde contenía escritos a máquina: resúmenes expositivos, apuntes y conclusiones de temas pedagógicos, algo así como las notas en las que un profesor se apoya para impartir su cátedra. Y la tercera carpeta contenía aquellos documentos extraños e ininteligibles con sus incipientes borradores de


traducción.

También hallé algunas plumas y lápices, una calculadora, un bello


diccionario español-latín/latín-español y nada más.

En la casa no existían señales de que alguien se fuera a preocupar por molestarme, así que me embebí en el material paladeando esa extraña sed de saber más que experimentan los hombres que leen. Ya había penetrado en los dominios de la colección de


redacciones íntimas y, como las traducciones de los papiros arcaicos me causaba una especie de malestar estomacal, decidí extraer un folio de los expositivos.

Antes de comenzar la lectura pensé en Saúl. ¿Dónde habría pasado la noche? ¿Qué habría cenado? ¿Con quién estaría en ese momento? Sentí tristeza por él. Ojalá que volviera pronto porque necesitábamos luchar juntos para rehacer esa decadente pero aún no desahuciada familia.


Los apuntes decían así:
El 48% de los matrimonios de primeras nupcias fracasan.


• El 80% de los fracasados se vuelven a casar y en la mitad de los casos la familia vuelve a malograrse.


• Cuatro de cada diez niños pasan su infancia en hogares de un solo progenitor.


• El 20% de los nacimientos son ilegítimos y el 60% de éstos provienen de adolescentes.


• El 80% de los padres maltratan a sus hijos. La primera causa de muerte en niños menores de cinco años es el maltrato.


• En promedio, 32 adolescentes se quitan diariamente la vida en América.
• El crimen más numeroso sin denunciar son las golpizas a


mujeres.


• El 80% de las familias tienen por lo menos un hijo fracasado en los estudios.


• El 60% de los padres renuncian a la dirección del hogar cuando los hijos se rebelan y fracasan.


• El 95% de las familias de hoy sufren uno o varios de los siguientes problemas:
Frialdad y distancia moral del padre.


Hostilidad, burlas y falta de comunicación entre los


hermanos.


Machismo del padre e hijos varones.


Normas rígidas, cambiantes e injustas.


Malos entendidos continuos por la comunicación superficial.


Vidas independientes bajo el mismo techo.


Vicios.*
Caminar por la vida arrastrando en el subconsciente las laceraciones que deja una mala educación es como escalar una gran montaña llevando a cuestas un baúl con inmundicias.

De cada diez hijos de familias anómalas solamente uno consigue


deshacerse de la carga de basura heredada y escalar la cima del éxito. ¡Sólo uno lo consigue!

Los jóvenes rebeldes eligen -no siempre de modo consciente-, el mal camino para dar una lección a sus padres o hermanos, haciéndolos sentir culpables de su fracaso.

Estudios psiquiátricos revelan que el primer paso para regenerar a delincuentes y depravados es lograr que consigan PERDONAR a algún familiar con el que convivieron


en su niñez.
Fuente de estadísticas en Latinoamérica, Revista People.👇
Esto arroja la premisa de que todos los "muchachos problema" albergan en su mente la misma clase de resentimientos familiares. Los padres dañan a sus hijos y los hijos

devuelven, de una u otra forma el daño, creando un círculo espantoso que lanza enormes cantidades de individuos insatisfechos al mundo.

La delincuencia, la drogadicción, la prostitución (la maldad en sí), que ensombrecen a la humanidad no son sino los frutos de las semillas que se siembran en los hogares. La familia es la base de la sociedad porque todo hombre y mujer que la conforman se


hicieron en una familia. Si la familia se corrompe, la sociedad, el país, el mundo entero se corrompe.

Los gobernantes hacen el ridículo tratando de acabar con el mal; el origen de una sociedad corrupta son las familias corruptas. La procedencia de un hombre malo es una mala familia. No hay más. Esto es un verdadero mensaje urgente, ün grito desesperado antes de que sea demasiado tarde: el que no lucha por SU familia es alguien que, NO IMPORTA POR QUE OTRA COSA LUCHE, no merece tener el lugar que Dios le ha dado en esta tierra.

Eran palabras demasiado fuertes para mí. Así que arrojé los papeles al aire en un gesto de rabieta pueril. "Pamplinas", me dije, pero al ver las hojas volar por mi habitación de inmediato procedí a reorganizarlas.

Un Grito DesesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora