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—Contéstame, por favor.

Terminamos.

—Contéstame, joder.

Ya no quiero seguir con esto.

—Contéstame cariño.

Ya no te amo.

—Contéstame, dime que es mentira.

Perdón.

—Contéstame, yo aún te amo.

Adiós.

­ —Contéstame, por favor, quiero oír tu voz, quiero saber que esto es una pesadilla.

Jin desesperado seguía marcando el número de su, ahora, "ex novio". No podía creer que todo estaba pasando tan rápido. Él deseaba que todo fuese una pesadilla, que al despertar se iba a encontrar con su amor, con su Namjoon.

No quería aceptar que había perdido a Namjoon, no podía. Estaba perdido y a punto de tener un ataque de ansiedad. Se movía de un lado a otro, se mordía las uñas, se jalaba el cabello, y le dolía demasiado el pecho. Acababa de perder a la única persona que le hacía sentir bien.

—NAMJOON TE AMO, POR FAVOR COGE EL MALDITO TELÉFONO.

Algo dentro de él se había roto de una manera indescriptible. Jin ya no se sentía igual que ayer, o que hace unos 10 minutos antes de recibir dicho mensaje de su novio, de la persona que más confiaba, de la persona que creía incapaz de hacerle daño.

—Namjoon, tú sabias que te amaba desde un principio, sabías que era capaz de dar todo por ti, sabías que te amaba más de lo que yo me podía permitir. -Dijo tratando de reprimir las lágrimas, hablándole al vacio. —Me enseñaste a confiar en ti, a confiar en mí mismo. Me enseñaste a amar cada parte de mí. -Dijo frustrado. –Y dime, ¿De qué sirvió si al final me ibas a abandonar? ¿Por qué hiciste todas estas cosas si me ibas a abandonar? ¿Por qué hiciste que te entregue mi corazón si me ibas a dejar? -El pelirosa estaba a punto de colapsar.

—DIME, MIERDA, EXPLICAME. -La angustia de Jin se hacía notar en cada palabra lanzada al aire. Su respiración se volvió cortada y pausada. Su pena podía más con él. Hecho un demonio, le gritaba a la pantalla de su celular en busca de respuestas, sin saber que más hacer para que Namjoon vuelva a sus brazos.

La desesperación se hizo presente, nuevamente.

Arrojó el pequeño artefacto de sus manos al piso con tanta fuerza, no le importaba si se había roto. Juntando un poco de fuerza, empezó a caminar de un lado a otro de la habitación, junto a sus sollozos que resonaban en toda la habitación.

El amor es efímero.

Su pequeño cuerpo empezó a temblar, sus pequeños ojos marrones anunciaban otra lluvia, y él no estaba preparado, no estaba preparado para el vacío que iba a dejar Namjoon.

Derrotado, cayó al frío suelo, Jin creía que el llanto nunca iba a cesar. Pero lo que él no sabía que el dolor tampoco se iba a ir. Como niño pequeño, abrazó sus piernas en busca de apoyo.

Quería irse al mundo donde los sueños se hacían realidad, adentrarse en una irrealidad que parecía tan perfecta. Quería seguir sintiendo las tibias manos de Namjoon en sus mejillas, o sus tan ansiados besos que lo dejaban con ganas de más. Ansiaba tanto estar en el único lugar donde lo único que era permitido era la felicidad. Dónde las cosas malas no existían y el dolor solo era un mito.

«D r e a m s» Donde viven las historias. Descúbrelo ahora