El aroma nauseabundo en la habitación empezaba a calarle la nariz, abrió sus ojos lentamente dejando ver la oscuridad de su habitación con bastantes botellas tiradas alrededor, se estiró con el cuerpo adolorido por la posición en la que se había quedado dormido. Sus ojos hinchados y sus mejillas llenas de lágrimas secas sobresaltaba el rostro lleno de dolor y tristeza, se levantó con demasiada pereza de seguir viviendo, no lo entendía, Leonel era un desastre al igual que el pero es que un día le llamaba diciéndole que quería que fuese todo para el, que lo quería solo a el, que Constanza le daba igual, pero al día siguiente estaba el día entero con su queridísima novia y de él ni siquiera se acordaba.
Se quedó unos minutos mirando a un punto indefinido, la puerta se abrió de golpe y giro a ver a la persona que entraba por ella; Bruno, su amigo de toda la vida, el chico abrió los ojos exageradamente al ver al ojiverde con tal aspecto.
-Joaquín ¿De nuevo?.-Dijo con tono preocupado y a la vez reprendiendole.
-Cállate. -Murmuró mientras tomaba la sábana para taparse hasta la última fibra de su cabello.
-Es que tú eres tonto, siempre en lo mismo, ya te había dicho que si seguía en esta relación, no vas a avanzar. -Dijo enfadado. Se preocupaba por su amigo.
-Bruno por favor cállate, me duele todo. -Susurró débilmente.
El más bajo resopló y asintió, tampoco era su intención discutir con el ojiverde, Bruno preocupado por la situación de Joaquín no había pensado en otra cosa que pedir ayuda a sus amigos. El de cabello rubio llevaba ya nueve meses en aquel estado, cada vez más flaco, sus ojos habían perdido ese brillo de alegría.
-Es mi puta culpa por no ser lo suficiente para el. -Susurraba con brusquedad debajo de las sábanas.-Soy un puto asco, me doy asco, si fuera una chica todo sería más fácil, si fuera ella... -Su voz se había vuelto gangosa.
-Joaquín, cállate. -Mandó a callar el pelinegro. -No es tu culpa, nada es tu culpa.
-Claro que es mi culpa Bruno. -Murmuró enfadado destapandose el rostro.
Joaquín miro un punto indefinido por dos segundos con sus ojos llorosos. Bruno pudo haberlo confundido con un cadáver, estaba más pálido de lo normal, parecía un muerto en vida, alguien al que se le había condenado a vivir sufriendo. Bruno se sentó en el borde de la cama, antes que diga palabra alguna, Joaquín habló.
-¿Qué tiene ella que yo no?. -Preguntó esperanzado de que su amigo le contestara.
-No debes compararte con ella Joaquín. -Le miró seriamente.
Pero a Joaquín se le hacía imposible aquello, siempre se preguntaba
"¿Qué tiene ella que yo no?"El más bajo se levantó de un salto con una idea nueva, pero antes tenía que hacer comer al de cabellos rubios, así que le insistió que fueran a comer.
-Vamos a comer algo anda ¿No quieres una gaseosa y una jugosa hamburguesa?
El ojiverde pensó en aquella deliciosa hamburguesa que tanto le gustaba, pero unas enormes náuseas no le permitieron deleitarse mucho con aquella imagen, se levantó rápidamente para irse al baño.
-Bien, será ensalada. -Dijo Bruno haciendo una mueca.