Mary Rose

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Un día como muchos, en un pequeño hogar, una pareja crió a una pequeña niña llamada Isabel. En ese entonces, Isabel era una pequeña de 9 años.

Los padres de Isabel trabajaban todo el día y ella tenía que caminar a casa después de clases.

Todas las tardes Isabel, salía a su patio y observaba una pequeña pero sin igual mariposa, posada en una de las hojas de un viejo roble, pues le encantaba ver como movía sus bellas y transparentes alas, y se podía ver a través de ellas, algo hermoso.

Así pasaron los días e Isabel se encariñaba cada vez más de su pequeña amiga.

Hasta que una tarde de invierno (un invierno lleno de una manta de nieve), Isabel llegó a su casa, corrió al patio al mismo sitio en donde estaba todos los días la mariposa, pero esta vez no encontró nada.

— ­¿Amiga? ¿En dónde estás? —repetía Isabel, algo triste y cansada de buscar. Encontró una minúscula nota escrita en el pétalo de una rosa, en el frío y blanco suelo de su patio; que decía:

"¿Qué deseas?"

— Ver a esa mariposa, mi amiga, solo eso me haría feliz. —murmuró confundida.

En ese momento, aparece volando la peculiar mariposa, después de un breve vuelo aterriza en el pétalo.

Un segundo después, eso se transforma en una niña de suave cabello oscuro, piel pálida como la nieve y unos ojos grandes y azules. Una niña que aparentaba la misma edad de Isabel.

Isabel más que impactada, quedó fascinada.

— Am...Hola soy Isabel, ¿Quién eres tú? —preguntó nerviosa y tartamudeando.

— Me llamo Mary Rose, pero me puedes decir Mary, podemos ser amigas si así lo deseas. —dijo muy amablemente extendiendo su mano como muestra de su confianza.

— Me encantaría Mary —dijo emocionada de tener por fin una amistad.

Isabel desde ese día, ahora iba a su patio solo para una cosa, ver a una amiga que nació para hacerla feliz, para poder charlar y jugar día con día.

Pero lo que no sabía Isabel era que ella era la única que podía ver y escuchar a Mary.

Pasaron algunas estaciones, Mary e Isabel eran una amistad increíble e inesperable, todo era maravilloso.

— ¿Por qué nunca vienes a la escuela conmigo Mary?, jugaremos con compañeros —. Isabel le preguntó a Mary.

Mary no podía hacer lo que le pedía Isabel. Si alguna persona sentía su presencia o llegaba a ver o saber de su existencia, se tendrá que ir para siempre de Isabel.

— Perdona Isabel, pero no puedo —contestó.

— ¿Por qué Mary? —dijo triste con sus ojos cristalinos.

— ¡No podre Isabel, no podré acompañarte!, ¿Qué no entiendes?

— ¿Entender qué?—dijo confundida.

Mary solo quería proteger su hermosa amistad, como Mary no respondió, Isabel con la mirada baja, se fue a su cuarto un poco enojada y se recostó en su cama.

Mary se sintió mal al contestarle de esa manera. Al día siguiente, a la hora de la salida de la escuela, Isabel camino un poco, levantando la mirada, y ahí estaba Mary esperándola como sorpresa en una de las banquitas de afuera de la escuela para acompañarla de camino a casa. Isabel no pudo evitar dejar estallar una sonrisa en su cara, sintió una sensación de alegría y un amor, lanzó la mochila al pavimento y fue corriendo hacia ella.

Pero de pronto, de un callejón oscuro salió un hombre viejo y de aspecto muy repugnante, que ya había estado esperando a Isabel con las intenciones de hacerle daño con anterioridad. Corrió hacia Isabel porque pensó que escapaba y se había dado cuenta de su presencia, el hombre la tomo, la forzó del cuello, saco una navaja mientras inhalaba el aroma de su cabello y su cuello, empezó a tocarla, en un acto grotesco.

— Mary!, Mary! ¡Ayúdame!.. —gritó desesperadamente Isabel.

— Nadie te escuchara pequeña, nadie... —susurró el hombre en la oreja de Isabel, pues Mary era invisible ante los ojos del señor y no había persona alguna cerca...

Mary no podía creer lo que veía, debía de hacer algo, pero tenía miedo de ya no volver a ver a Isabel.

El hombre al forzarla, le había lastimado la mejilla, derramando algo de sangre.

— Por favor... —Isabel desesperada y con un frenesí de miedo, soltó una lágrima por su mejilla derecha.

Mary no lo pensó mas, le dolió el corazón, sintió como su corazón se agrietaba (esa fuerza que vence a la impotencia cuando ves sufrir a un ser querido), al ver a Isabel.

Totalmente enfadada...

— ¡DÉJALA EN PAZ!

Grito y empujo al hombre, haciendo que la navaja cayera de sus manos al igual que Isabel. El hombre pálido del miedo, vio como la navaja se elevó por el aire lentamente y se inclino el filo hacia él, en un parpadeo, la navaja fue enterrada en su pecho.

Había sido Mary, que en pocas energías abrazo a Isabel.

— ¿Estás bien?... ¿Isabel? —cuestionó al verla asustada y perturbada.

— Mary?...no te escucho —Isabel confundida y asustada, pero ahora con un sentimiento de alivio y preocupación.

Mary poco a poco se iba desvaneciendo en el aire, Isabel sentía como su cuerpo desaparecía cada vez más en un sentimiento de dolor, desesperación, tristeza, agonía y adrenalina, todo al mismo tiempo.

Mary desapareció poco a poco en pequeños brillos que salían de cada fragmento de su cuerpo, se fueron alejando en el aire dejando un pequeño escrito en un pétalo que decía:

"Lo Siento".

Isabel con lágrimas en los ojos, un mar de increíble dolor y un nudo en la garganta, susurró sin tener ni un solo aliento en su voz:

— Mary...

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