Taemin suspiró mientras se sentaba frente al tocador, atando su cabello en pequeñas coletas usando lazos. Había pasado casi un año desde que estaba viviendo de esta manera, y no podría estar más feliz. Se puso de pie y alisó su vestido rojo con volantes, las bolitas blancas desdoblándose en pequeños y lindos círculos. Cuando se movió de la silla, subió las medias hasta sus muslos, asegurándose de que no hubiese pliegues. A Daddy no le gustaba cuando estaba desaliñado.
Un año era un largo tiempo, y había recorrido un largo camino. Recordaba el día que bajó las escaleras de su hogar, su cabello en trenzas y vestido con una blusa y falda. Su madre le había gritado tan fuerte que pensó que las paredes se sacudieron. Replicó empacando sus cosas y yéndose de ahí.
Recordaba haberse sentado afuera de su pequeño café favorito, rogando por dinero o una cama para la noche. La mayoría de la gente ignoraba al chico en una falda, excepto por él. Estaba llevando un elegante traje y corbata, caminando con otro grupo de hombres usando atuendos similares. Se detuvo mientras el grupo continuaba y lo miró de arriba abajo.
—¿Qué hace una cosita linda como tú rogando por dinero? —preguntó.
—No tengo dónde quedarme —respondió Taemin simplemente—. ¿Le importaría darme una propina?
—Vamos dentro, luces como si necesitaras algo que comer —extendió su mano, y Taemin la tomó con renuencia. Una vez dentro, todo lo que pidió fue una galleta. No quiso nada más que una de las grandes galletas en el mostrador de postres.
—Mmmm... ¡rico! —tomó otro bocado felizmente, contoneando sus caderas para que su falda se moviera de un lado a otro.
El hombre se rio entre dientes.
—¿Cuántos años tienes exactamente?
—Los que tú quieres que tenga —respondió Taemin inocentemente, y un nuevo lazo se formó.
El hombre hizo el error de llevar al castaño a su casa, y eso fue todo.
—Parece que necesitarás ropa —dijo una vez que llegaron a su departamento. Estaba en la lujosa área de negocios de la ciudad, y aunque era pequeño, estaba espléndidamente amueblado.
—No podría pedirte que hagas eso por mí... —respondió Taemin dócilmente, siguiendo al moreno mientras este guardaba las pocas cosas del chico en el dormitorio.
—¿Oh? ¿Y cómo puedo convencerte? —se volvió hacia el chico, quien estaba inusualmente cerca de él.
—¿Me dices tu nombre? —preguntó dulcemente, poniendo sus manos en el pecho del más alto.
—Minho —dijo con firmeza—. Tengo veinte.
—¿Puedo llamarte Daddy? —preguntó el menor con inocencia, pero casi parecía cubierto de sensualidad—. Me trajiste y estás cuidando de mí, después de todo.
—Puedes llamarme como quieras.
Y así es cómo su relación se formó. Los dos tenían sus fetiches que nunca admitirían, y ahora podían vivir felizmente este estilo de vida sin nadie que los juzgara. Minho iba a trabajar en una agencia de seguros en la mañana, mientras Taemin se quedaba en casa y se ocupaba del apartamento. Fue absorbido a un mundo donde era la niña pequeña que siempre quiso ser, con un Daddy que lo cuidaría.
Evitó las escaleras mientras caminaba por la calle, una pequeña caja adornada con un moño en sus manos. La sostuvo cuidadosamente mientras ajustaba la cinta en su cabello, alisando su falda una vez más en su camino al edificio de oficinas. Le gustaba sorprender a Minho en el trabajo a veces con dulces horneados. Después de todo, tenía que asegurarse de que Daddy estuviera feliz.
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Let's Play Pretend [2min]
FanfictionTaemin no sabía qué era. Tal vez era la inocencia que nunca tuvo, o tal vez era su mente queriendo lo mejor de la juventud y madurez. De cualquier manera, Taemin había decidido que no iba a crecer. Después de todo, lo que Daddy dice, se hace, y lo q...