¡Vaya!, parece que ha pasado una eternidad en la escuela, ya no podía aguantar otro día más al profesor de Matemáticas hablando sobre trigonometría y esas mierdas que nadie entiende, al profesor de Ciencias haciendo experimentos aburridos en los que me quedaba dormida o a mi profesora de Inglés, a la cual no se le entendía nada al hablar. En fin, necesitaba un suspiro de todo aquello que proviniese de la escuela, es decir, no me malinterpreten, que me agradan todos mis compañeros y con todos me relaciono, claro, exceptuando al grupito de chicos raros frikis que se la pasan hablando de videojuegos y anime, ¡Duh!, ¿quién puede aguantar tantos dibujitos japoneses?
Me llamo Jessica, tengo 16 años y estoy cursando el grado décimo, no crean que estoy aquí por mi propios méritos, siempre me ha gustado aprovecharme del grupito de nerds del salón y de los calenturientos profesores que no se resistían a mi camisa con los botones desabrochados, vamos; que al final, siempre terminaban subiendo mis notas de 6.5 a 8, como por arte de magia. Me considero una chica bastante atrevida, me gustaba coquetear con todos los chicos que me atraían, siempre con éxito para llamar su atención y tenerlos detrás de mi hasta que me aburriera de ellos, pues no se podían resistir al encanto de mi cabello rubio rizado y mis encantadores y profundos ojos verdes.
Aunque me gustaba tener relaciones amistosas con todos mis compañeros, ya saben, exceptuando al grupito de frikis, tenía una amiga llamada Valentina, con la que iba a todos los lugares de la escuela. Nos conocíamos desde sexto grado, cuando ella se acercó a mí me regalo una cadena oro que había robado a sus padres y, desde ese momento, somos las mejores amigas.
A parte de mi comportamiento en la escuela, soy una chica a la que le encanta cantar, en especial en la noche cuando mis padres no están en casa los sábados, que son los días que viajan por asuntos del trabajo y no suelen volver hasta el sábado siguiente... ¡ESOS SON LOS DÍAS EN LOS QUE ME SIENTO MÁS FELIZ EN TODA LA MALDITA SEMANA! ¿Sabes? Aprovecho para hacer algunas fiestas y meter algunos que otros chicos a mi cuarto para leer la biblia y esas cosas que hacemos los adolescentes, ya sabes.
Y bueno..., después de haberles contado mi patética y aburrida vida sin que me lo hayan pedido, les contaré la historia de las vacaciones más locas que he tenido, aún más que las vacaciones que tuve cuando tenía 13 años a las cuales fuimos a Miami y reservamos un hotel 5 estrellas en en un página llamada Tobago, el cual resultó una estafa de un intento de casa la cual tenía sólo dos pisos, una puerta de madera vieja en la que con suerte podías entrar sin que se cayeran pedazos de madera, y las mejores vistas eran hacia el baño de la casa que estaba atrás..., sí, ¡unas vacaciones de ensueño!
