Hoy era el gran día, Ayelen, partiría rumbo a Nueva York para cumplir su sueño, ser una novelista famosa. Al menos en su imaginación así lo considera.
Entusiasmada se levanta de la cama, sin importarle la resaca que traía. Sus amigos, de la infancia, dividieron dar una fiesta en su honor como modo de despedida. Entre baile y baile fue perdiendo la cuenta de los tragos, los cuales bebía como si fuera agua.
Recordando, poco y nada, de la fiesta termina de armar su maleta. Colocándose unos lentes oscuros y arreglándose el cabello frente al espejo, decide que ya es momento de llenar su estómago.
Allí la esperaban sus padres, con una amplia sonrisa que no llego a sus ojos. Verlos de esa forma provocaban en ella un cortocircuito. Como si todas sus emociones lucharán por salir al mismo tiempo.
Pero a pesar de eso, ella sabía que era normal, tenía solo 19 años y viajaría a la gran manzana sin la supervisión de sus padres, no era solo la emoción del viaje también existían las emociones de sus progenitores, la preocupación y la histeria.
Una vez terminado el desayuno el cual se llevó a cabo en completo silencio, había llegado la hora de partir.
El viaje en auto hasta la estación no fue muy diferente, el ambiente no era el más feliz, eso de podría notar desde el espacio y las galaxias vecinas. El único sonido que era legible eran los sollozos de su madre, la cual intentaba ocultar posando su mirada en la ventana y no en el espejo retrovisor.
—Me llamas cuando llegues —dice su madre mientras limpia sus lágrimas disimuladamente—. Recuerda tu tía te estará esperando.
—Sí mamá, me lo dijiste… —hace una especie de cálculo mental y agrega—. 300 veces las últimas 24 horas.
—Ya mujer, ella entendió —comenta su padre mientras se acerca a abrazarla—. Sabes que siempre te voy a ver como mi niña y todo…esto no es fácil para mí.
—Lo se papá, tú prefieres que sea como Peter Pan —exclama ella en tono burlón—. No te preocupes ¿si?, todo va a estar bien. Volveré antes de lo que piensas.
Con esas palabras se despide de ambos con un fuerte abrazo y depositando un beso en cada una de sus mejillas.
Toma su maleta y con paso decidido se dirige hacia el tren. Busco su asiento que, afortunadamente, daba a la ventana.
Seco un par de lágrimas y volvió a despedirse de sus progenitores con un simple ademán y una mirada que decía más que todas las palabras juntas.
Esa fue la despedida más emotiva y verdadera que puede existir, en dónde las palabras sobraron y lo único que importa son los sentimientos más simples, los más poderosos y significativos.
ESTÁS LEYENDO
Para enamorarte
FanfictionEsta es una historia de romance, drama y locura, si como leíste LOCURA. Es la primera vez que hago este tipo de historias así que espero que les guste.