Capítulo uno

13.9K 725 293
                                    

Octubre, 1988

El libro dentro de la caja pedía ser leído, lo tome entre mis manos mirando la portada con detenimiento, lo miraba como si fuera lo más interesante en ese momento. Lo abrí solo para pasar las hojas con rapidez, causando que sintiera entre las yemas de mis dedos, el roce de las hojas.

Solté un suspiro y lo cerré para luego acomodarlo en la nueva estantería de mi padre, le eche un vistazo a la casa para ver como había terminado y se veía más bonita ya con los muebles bien acomodados y con las decoraciones perfectamente puestas por mi madre.

Tome la caja que ahora estaba vacía y baje al sótano para dejarla con las demás, sentí un horrible escalofrío por mi espalda y con miedo subí las escaleras corriendo.

Ignore lo que había sucedido anteriormente y me senté frente la ventana admirando la lluvia, disfrutando de ese típico olor a tierra mojada. Las gotas de agua chocaban contra el vidrio con algo de fuerza, haciendo que al chocar con el vidrio, suene como a unos dedos chasqueando frente a mi cara.

Bajo la mirada del cielo y mi mirada cae en un pequeño niño, este usaba un impermeable amarillo que combinaba con sus botas de lluvia.

Este venia persiguiendo un barco de papel, él pequeño miro en mi dirección y lo salude con la mano algo sonriente, el pequeño me regreso el saludo y con la mano me pregunto si quería acompañarlo. Indecisa termine señalandole que no, sabiendo cual seria la respuesta de mi padre al preguntar.

Este al darse cuenta de que su barco se alejaba, se despidió con la mano y siguió corriendo tras el.

"Como quisiera acompañarlo a jugar..." pensé mientras ponía mi barbilla en mi mano.

En ese instante mi padre me llamó, tuve que levantarme y ir a su cuarto para ver que quería. Aunque ya tenia la idea de que me dirá pues dentro de poco tendría que ir a la escuela, por lo que no me preocupe de algo malo.

—¿Qué paso? —pregunte, me apoye en el marco de la puerta y me miro dejando de lado una foto que tenia en sus manos. Mire a mi madre, que estaba acomodando su ropa en el armario, lo hacía de una manera muy lenta, de tal manera que hasta parecía una viejita.

—Ya te inscribí, el martes vas a la escuela —asentí con la cabeza y me di la vuelta para irme—. Se que no te gusta la idea de iniciar desde cero en otra ciudad, lejos de todo lo que hemos pasado pero entiende que es por tu bien... por nuestro bien.

Le daba la espalda, no quería hablar de ese tema con él y este no era el momento adecuado para hacerlo.

—Me voy a dormir —anuncié, me aleje de su cuarto y regrese al mío, me acosté en mi cama y una pequeña lagrima se deslizo por mi nariz.

[...]

Me miraba en el espejo del baño pensando de que manera peinarme, aunque no lo tenia tan largo me llegaba por debajo de los hombros, a mi madre no le gustaba como se me veía, quería que me lo dejara crecer y probablemente lo haría.

Tal vez solo así ella sonreiría.

Decidí por hacerme una trenza de lado ya que no sabía que más hacer y tome los cuadernos que pensé que serian necesarios, los libros probablemente no me los den ahora, lo cual agradecía ya que no quería tan pesada mi mochila.

Pensaba que era una estúpida idea que me metieran a la escuela estando tan cerca de las vacaciones, y puede que en esos últimos días no nos pongan trabajos.

Baje las escaleras y cogí una botella de agua del refrigerador, le avise a mis padres que me iría, a lo que entró mi padre a la cocina y me besó en la frente despidiéndose. Salí de casa y me fui caminando, por el camino pude ver a un grupo de niños en sus bicicletas, todos se veían tan desanimados, ignore eso y seguí mi camino mientras le daba tragos a mi agua.

Llegue al edificio, al parecer algo había sucedido por que estaban algunos oficiales aquí.

Fui directamente a la dirección a preguntar por mi horario y mi casillero, me dieron una hoja y salí en busca de mi salón. El timbre sonó y como pude busque el salón de Artes, el salón estaba medio lleno y el maestro o la maestra no llegaba aún. Me senté hasta atrás a esperar.

Todos se sentaron cuando vieron al maestro llegar y paso lo típico, me presenté al grupo y al regresar a mi lugar sentí la mirada de alguien, no me quise voltear a ver quien era, pues no le quise tomar mucha importancia.

El tiempo paso rápido, nos llamaron a todos en la escuela para ir al gimnasio, ya que al parecer nos iban a dar una noticia.

El jefe de policía dio el siguiente anuncio sobre un pequeño niño que se había perdido hace unos días, justamente el mismo día cuando llegue al pueblo. El niño se llamaba George Denbrough, quien estaba usando un impermeable amarillo esa tarde y había salido a jugar en la lluvia con su barquito de papel.

En ese momento caí en cuenta de que era el mismo niño que había visto, al que había saludado. La culpa que sentía no me dejaría jamás, si tan sólo lo hubiera acompañado... tal vez, solo tal vez estaría vivo.

Gafotas || Richie Tozier (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora