Llevaba noches despierta, esperando a que la muerte se la llevara, sentía que su alma había alcanzado la fecha de caducidad, sus mejillas y labios llevaban meses decaídos, suplicando caer en un profundo sueño y permanecer así por una eternidad. La vida le tenía guardado un último regalo antes de que la viejecita comenzara su partida que resumiría su recorrido en un sólo instante. Todos los días pasaba a tomar café, aprovechando el tiempo que permanecía escuchando a la muchacha tocar. Oía una y otra vez sus diferentes interpretaciones, desde Mozart hasta Di Blasio, desde música clásica a clásicos del rock, recordaba aquel sentimiento que le provocaba tocar las teclas del majestuoso instrumento, una nota tras otra hasta concluir una pieza más entre tantas. A cada paso que daba un recuerdo en su cabeza vagaba, sin darse cuenta así que su hora poco a poco llegaba. Era una tarde de primavera, el sol se ocultaba entre los árboles de aquella calle mientras ella recorría el trayecto de camino a casa hasta que antes de doblar la esquina se detuvo a contemplar dos cuerpos que se complementaban en uno solo. Aquella pareja que vislumbró su mirada: un chico alto moreno, de labios gruesos y grandes ojos, un cabello rizado y alborotado, y una chica blanca de estatura baja, de labios delgados, ojos almendra pasados por carbón, y un cabello largo y liso que recorría toda su espalda. Una pareja tan dispareja que la gente se preguntaba de dónde habían salido. La viejecita con tanta nostalgia recordó a su difunto marido, esas tardes llenas de risas esperando a que el tiempo pasara y les concediera una respuesta que llegó cuando menos lo esperaron. Pasaron años y décadas hasta que la muerte se lo llevó en sus brazos.
Se encontraba en una de las bancas como siempre observando jugar a los niños hasta que un chico alto, delgado y apuesto se sentó a su lado mientras le dedicaba una dulce sonrisa, pasaron los días y la banca se convirtió en su punto de reunión. El tiempo corría y esas sonrisas se volvían propuestas mientras la vida se detenía a observar una de las obras más bellas del destino. Hasta que una tarde en primavera el que se volvería su marido se arrodilló y mirándola como la primera vez tomó sus manos, sonriendo mientras le pedía que fuera su compañera de vida. Una hoja aterrizó en sus manos entrelazadas, mostrando de la manera más discreta que ese amor duraría años.
La sonrisa de aquella viejecita al ver a la joven pareja era incomparable a los dulces recuerdos junto a su marido. No hay nada más hermoso que una persona conquistando el corazón que ya le pertenece, ella veía en los ojos del joven que su amor le pertenecía a la chica que tenía en sus brazos.
Ese cariño con el que la pareja se abrazaba trajo con sigo un sinfín de sentimientos que permanecieron esa noche, corriendo a las manos de la muerte llevándose en sus ojos un último suspiro de melancolía que quedó atrapado en los sueños de una niña.
"Nunca es tarde para intentarlo, siempre y cuando estés en la Tierra".
P.R.
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Capítulos de Vida
RandomCapítulos de Vida es un conjunto de cuentos cortos y uno que otro burro que reúnen sentimientos en situaciones poco o muy ordinarias...simplemente el destino lo decide, yo no. No trates de encontrar una relación entre los cuentos, no la hallarás ¿o...