Único.

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Nuestra historia comienza como una de esas bonitas novelas de amor donde nadie sufre y todo está bien siempre; a él se le habían caído los libros en el pasillo y yo lo ayudé a juntarlos. Una típica escena cliché, pero no pude evitar caer por esos ojos llenos de inocencia y esa sonrisa tímida que desplegó con las mejillas rojas. Jimin era muy tierno. Yo siempre intentaba encontrar alguna excusa para verlo o hablarle y él Sólo sonreía feliz. Empezamos a salir unas semanas después.

Los primeros días fuimos a citas, lo acompañé hasta su casa, nos besamos y nos tomamos las manos como cualquier pareja normal, excepto que ambos éramos hombres y a veces las miradas malas sobraban e incomodaban. Todo parecía sacado de un libro, era genial. Estábamos en nuestro propio mundo lleno de amor.

No me di cuenta cuándo cambió, porque no fue de un día para el otro, fueron pequeños detalles de los que nunca quise hacer escándalo, pero que sumados me hicieron notar la realidad.

—Abrázame más fuerte, más fuerte, hasta que no pueda respirar por pensar en ti. Abrázame hasta que me quede sin aire y tú seas todo lo que haya en mi cabeza. Abrázame hasta que caiga en la inconciencia en tus brazos. Sólo abrázame, Yoongi.

Sus palabras eran como un dulce veneno disfrazado de manera casual, taladrándome la cabeza hasta conseguir clavarse en mis pensamientos. Me jugaron una mala pasada, instalándose de manera permanente en mis sueños donde Jimin suplicaba clemencia y yo lo hacía gritar y gritar hasta no poder más.

Hicimos el amor. No fue como lo pensé alguna vez. Siempre imaginé que, para empezar, sería con una chica, pero Jimin no era una y su cuerpo musculoso me lo aclaraba bastante bien. Cuando recién me enseñaron de estos temas, me prometí a tratar a la persona que amara con delicadeza y ternura, que la cuidaría y velaría por su placer antes que el mío. Jimin era salvaje y pretendía que yo fuera igual.

—Más fuerte. Más, más. Aráñame. Entierrate hasta llegar a los más profundo en mí. Con más fuerza. ¿Quieres llegar a mi corazón?

Mordí su labio hasta que sentí el sabor metálico de la sangre escabuyéndose traviesa entre nuestras lenguas ansiosas. Me separé de inmediato, asustado. Lo había lastimado... Pero su rostro sólo demostraba un inmenso placer en él y me sentí culpable. Eso estaba mal. Sin embargo, seguimos, seguí empujándome al compás de sus gemidos desesperados.

Jimin estaba enfermo, de eso yo estaba seguro, pero a pesar de saberlo, no podía alejarme y fui cayendo cada vez más hondo en su juego perverso y morboso. A veces Jimin traería una soga a mi departamento y me la daría con una sonrisa emocionada, otras, simplemente me rogaría que llenara su cuerpo de marcas de distintos tipos; desde mordidas, hasta cinturones, las uñas también eran suficientes algunas veces.

—¿Por qué te gusta esto?— Le pregunté un día viéndolo con su piel decorada de violáceas marcas hechas por mis manos.

—No lo sé.— Respondió encogiéndose de hombros.— Siento que no es suficiente. Quiero más, mucho más. Quiero sentirte grabado en cada parte de mi cuerpo. Quiero despertar, verme al espejo y que estés ahí, presente en mí. ¿Está mal eso, Yoonnie?

Estaba mal. Muy mal, pero, ¿Quién era yo para explicarle que estaba enfermo? Después de todo yo era igual. ¿Cómo podía negarle la satisfacción que sentía él al sentirme? ¿Cómo podía negarme yo? Estábamos demasiado mal, seguramente si alguien se enterara nos obligarían a separarnos.

Aunque creí, en mi tonta e ingenua cabeza de enamorado, que podríamos seguir así para siempre, todo tiene un límite.

—Quiero que me asfixies.— Rodeé su cuello con mis manos y apreté, seguí apretando hasta que su sonrisa se desvaneció y sus ojos somnolientos me dedicaron una mirada soñadora.

Cuando dejé que el aire nuevamente llegara a sus pulmones, él no despertó. Tirado en mi cama, descansaba como si estuviera durmiendo. Su cuello estaba decorado con un collar rojo que pronto se tornaría morado y su tono de piel había perdido bastante su color, acercándose más al mío.

Él despertó un poco después, pero yo estaba tan asustado que lo eché de mi casa. No quería verlo. No quería sentirme culpable por casi haberlo matado. Lo amaba mucho y por eso lo dejé ir. Por el bien de los dos, lo mejor era ya no seguir juntos, o todo terminaría muy mal.

—¿Cómo estás?— Le pregunto cuando entro a casa.

Los vendajes cubren gran parte de su piel y su labio se ve muy mal todavía.

—Creo que mañana tampoco podré ir a la escuela. ¿Mi labio se sigue viendo como si me lo hubieran roto en una pelea?— Pregunta con una sonrisita tímida.

—Uh... Sí.

—¡Genial! Yoonnie sigue presente en mí.

A pesar de todo, no pudimos estar mucho tiempo separados, la necesidad de estar juntos terminó ganando y puede que sea una mala idea, pero así somos. Así es él, así soy yo, así somos nosotros y eso es lo que importa. Más y más fuerte el uno por el otro. Así está perfecto.

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Debo admitir que soy una chica mala y a pesar de haber dicho que me voy a concentrar en "Una Semana en el cielo", estuve escribiendo más cosas😂 Sí, este no es el único 💕

Espero que les haya gustado y que no haya sido tan... Raro.

Bye~

Belén♥

Más fuerte |•YoonMin•|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora