La esencia del cosmos, y tú. - Iwaoi

857 63 102
                                    

Arrastrado hacia una nada infinita, que empieza pero no tiene fin. Se siente girar, vueltas y vueltas, a la redonda con el peso de los brazos y pies en la cabeza, y la sensación de flotar los pensamientos fuera de si pero dentro del mismo caos. La supernova se contrae, lo atrapa, lo aprieta y acaba su vida, poco a poco, hasta explotar.

¡Pero aún puedes salvarte!

Rápido. imagina el filo de un cuchillo; Tómalo, aprieta e incrusta con fuerza, mucha, mucha fuerza, la hoja metálica en tu casco. Ahora respira, respira. Estás de vuelta en tierra firme, aire fluido entra y sale de tus pulmones de modo que tu corazón comienza a latir de nuevo, frenéticamente.

Oikawa tambalea, lado a lado. Sus manos comienzan a recorrer con desespero por encima de su cuerpo, tocando, tocando, tallando la figura y comprobando realmente su existencia. Deposita un poco más de tiempo los dedos en su cuello sintiendo la fluidez de éste alzarse y bajar pronto tras cada palpitar. Abre los ojos enseguida, fugaz, como despertar de un segundo a otro sin saber qué diablos hace allí y cuándo se ha dormido. Porque de hecho la realidad es aquella, de espaldas a una cama que conoce pero no sabe cómo llegó.

La sensación de confusión lo invade, patea su mente y desconcierta sus ojos.
La habitación familiar huele extrañamente dulce, un aroma a limón al que sus pulmones, ya menos acelerados, comienzan a acostumbrarse. Oikawa suspira con calma.

De pronto la única puerta de estas cuatro paredes se abre y tras algunos pasos al costado reconoce la silueta que se alumbra con la luz de espaldas, la del pasillo, porque aquí hay una vaga oscuridad.
Probablemente le han dejado descansar, aún desconociendo el acontecimiento de estar aquí y ahora. Entonces la otra persona enciende la luz de la habitación y sus ojos se llenan de un brillo repentino al que su mirada se entrecierra y sus manos se pasan sobre los párpados un par de veces. Su mejor amigo cierra la puerta y comienza a moverse, cada vez más cerca.
Y Oikawa se pregunta si el fornido ha de estar esperándolo mucho y quizás sea casualidad que hayan concidio al mismo instante en que sus ojos abrieron, o si realmente Iwaizumi hubo venido a despertarle con un golpe, tal vez enfurecido o por mera diversión, y él inoportuno arruinó sus planes. Cualquier opción es descartada, de todas formas.

Los ojos verdes sobre los suyos. Arden tanto como el fulgor del techo.

— Te quedaste dormido mientras repasábamos la táctica. Matsukawa y Makki se fueron hace poco — Iwaizumi declara sin ser solicitado mientras termina de acomodarse en el extremo, opuesto al suyo, de la cama. Su cabello despeinado junto al brillo -irónicamente opaco- de haberlo lavado hace poco. Acaba de salir de la ducha, está seguro ya que detecta algunas gotas, muy pocas, deslizarse en la piel ajena, tan lentas y frágiles que un suspiro podría deshacerlas.

Oikawa relame sus labios y retrocede la serie de recuerdos dentro de su cabeza, risas, comentarios varios y seriedad reunida en una sola mesa, a metros de aquí, con papeles y lápices de distintos tonos sobre ella y tres cuerpos masculinos alrededor.

— ¿Y me has traído hasta aquí? — pregunta afilando una sonrisa, pero pequeña a su pasar. Toma asiento sobre el colchón, apoyado contra la fría pared, y las manos unidas detrás del cuello. Intenta sonar casual, olvidando toda la extraña pesadilla de un mundo oscuro y desastroso. Imagina a su compañero cargándolo hasta aquí, de cualquier forma (todas son válidas), y un fuego lo intercepta. Como esos sucesos que nunca antes había considerado pero pasan. Que su mejor amigo lo lleve en brazos, por ejemplo. Así que continúa con la altanería de fuera pero con las quemaduras por dentro, inquietas, fogosas.

Iwaizumi frunce ligeramente las cejas, sube y baja la nariz unos segundos, y en cambio cruza los brazos entre el pecho y estómago.

— ¿Qué otra opción tenía? — devuelve la pregunta con tanto manifiesto que sus sentidos chocan, hacen explosión y luego, lentamente, toman forma hasta reponerse. O mejorarse. Por lo que ahora todo es cálido de nuevo y piensa que mañana temprano tendrán tiempo para seguir repasando, los cuatro aunque aún falte algo de tiempo -como hubo dicho Iwaizumi- para el torneo de primavera.

La esencia del cosmos, y tú - Iwaoi (OneShot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora