El diario de Raquel

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Una vez más, rumbo a otra casa. A comenzar de nuevo. Es muy duro y triste, saber que ya no veré a Alex en el colegio. Tengo mucho miedo de olvidarlo y de que él se olvide de mí, pensaba mientras miraba los motocarros pasar a gran velocidad.

Después de un largo trayecto, entramos a una calle de tierra, las casas eran de madera, algunas de ladrillo y de un piso. Mi nueva casa era pequeña, las paredes de ladrillo sin enlucir y el piso era de ocre, tenía una sala, cocina y comedor a la vez, también un baño y dos cuartos.

¡Oh Dios, compartiré el baño! Será mejor que me vaya acostumbrando a esto. Lo bueno era, que teníamos una pequeña huerta, pensé consolándome.

Desempaqué mi maleta con los pocos objetos de valor que tenía: El pañuelo de Alex, mi BB y el reloj que me regaló mi papá cuando cumplí catorce años. Pero, con eso de la mudanza no encontraba el cargador de mi BB. ¿Ahora cómo me comunicaré con Elisa?, me pregunté fastidiada y continué buscándolo, pero nada. Parecía que se lo había tragado la tierra.

Al día siguiente, mamá tenía los ojos hinchados como si hubiera llorado toda la noche y papá amaneció en el sillón de la sala. Ninguno dijo nada durante el desayuno. Era más que obvio que discutieron. Nunca los había visto así tan serios. Los días pasaron y me puse más triste porque mamá tuvo que viajar por su trabajo a Cusco.

Luego, llegó Navidad y también la tristeza, porque ella llamó para avisar que no encontró vuelo y no llegaría a tiempo. Sólo encontró cupo para el 31. Esa noche, no hubo ni cena ni una gran fiesta como el año pasado. Sólo chocolate, panetón y un regalo.

¡Papá me compró un regalo!, me dije muy emocionada. Por la forma, pensé que era un libro. Grande fue mi sorpresa al abrirlo. ¡No era un libro! ¡Era un diario! La tapa era azul. Tenía mi nombre grabado con letras doradas, sus páginas eran rosadas y tenían un aroma agradable.

- ¿Y esto?

- Sé que no soy un padre muy cariñoso, pero te quiero hija, aunque a veces me cueste demostrarlo.

- ¡Muchas gracias, papá! ¡Es lindo! -lo abracé muy fuerte.

Terminamos el chocolate y él se fue a dormir. Aunque no me lo dijo. Sé que estaba triste. Lo podía notar en su mirada.

¿Dónde están los grandes amigos empresarios de mi padre? Esos no son sus amigos, sólo estaban junto a él por su dinero. ¡Hipócritas!, pensé molesta.

Al terminar de lavar los platos, apagué las luces y fui a mi cuarto. Puse el diario sobre el velador y lo estuve mirando un buen rato sin saber claramente qué hacer. Observé cuidadosamente su forma, la tapa y su interior. Repasé su textura suavemente con la yema de los dedos. Hasta que me animé al pensar que podía escribir solo para mí. Entonces, decidí contarle esta primera historia.

Querido diario:

Soy Raquel Miranda. Tengo 14 añitos y soy del signo acuario. Hoy es el primer día junto a ti y no sé qué decir ni qué escribir. Tengo tantas cosas guardadas en mi corazón. Mamá no está con nosotros, nunca está con nosotros, porque solo piensa en su trabajo. A veces, siento que la odio. Pero, otros días la quiero y ahora como nunca la extraño y la necesito tanto. Por otro lado, hoy pasó algo bonito e inesperado. Es la primera vez, que papá dice que me quiere. No sabes la emoción que sentí en ese momento. Todo sería perfecto si mi mamá también me lo dijera, aunque sea por teléfono :(

Ya nunca más estaré triste ni me sentiré sola, porque te tengo a ti para contarte mis alegrías, tristezas y todo lo que siento aquí en mi corazón.

Raquel :)

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