de aquí a donde sea;

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Cielo gris.

La dulzura permanecía,
aquel febrero era lindo.
El cielo se tornó grisáceo,
casi tanto como mi corazón.

Mi interior jamás se estrujó tanto.
El tiempo transcurría,
mísero, pésimo, arduo.
Jamás había dolido tanto.

La añoranza es prevaleciente;
El fatigante suplicio yace,
¿Será que las heridas cerrarán?
Lacerante el pesar es.

La melancolía es tan ácida,
como la amargura en pleno duelo.
El devasto de mi ser es inenarrable.
¿Por qué tú?

Los cielos se han hecho grises;
el llanto mismo no es alentador,
La felicidad volverá,
cuando tus pupilas vuelvan a brillar.

Esto solamente salió de mí un día en que vi a mamá llorar por la muerte de su hermano, y su cuñado, mi otro tío. Yo solamente pude tomar su mano. No soy una persona que suela derramar lágrimas o ejercer cualquier sentimiento que posea. Esta es mi manera de sacar el dolor que en mí yace, el pesar que aún permanece.  Es en honor a esas dos grandes personas que estuvieron, y que lamentablemente no podré ver jamás.

Sí, quizá el poema no se comprenda del todo, es demasiado significativo y apegado a la realidad que viví, a la realidad que arde en casa. Tal vez es egoísta de mi parte compartirles algo que no pueda ser del todo entendible; sin embargo, aveces pensar en uno mismo no es tan malo. Este poema está basado en mi dolor, situación, lo que sea.

Si alguien aún tiene esto en su biblioteca, se lo agradezco. 

Gracias por leer.

cielo gris;  mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora