Daddy Issues |Malec +18|

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Leerla con la canción The Neighbourhood — Daddy Issues.

Momento de ocio y melancolía :v la canción no tiene nada que ver pero lo hice con ella :'v

Disfruten :3

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Él sentía que ya no podía. Toda la presión, el peso de la ley, seguir órdenes. Obedercerlas al pie de la letra.

Sin objeción.

Sin molestia.

Sin decir absolutamente nada y aguantándose las ganas de gritar y llorar.

Pero él es un hombre, uno de los mas respetados en su familia, cabeza del instituto y, posiblemente futuro inquisidor.

No negaba que el puesto de inquisidor era agradable, era lo que siempre a deseado.

Lo que siempre han deseado sus padres.

Pero las únicas veces en las que realmente es él mismo, sin objeciones, sin molestias o interrupción, sin peso de las leyes y de sus padres, es cuando estaba con él.

Cuando esta con Magnus Bane, con aquel brujo enredados en la gran cama de este, disfrutando la sensación de ser amado.

Porque así es. Magnus lo ama, y Alexander se siente orgulloso de saberlo.

Saber que no le es indiferente, saber que su tacto es suave cuando se trata de él, es amoroso y cariñoso, sin prisa ni demora.

Caricias que era víctima agradable todas las noches.

Justo como ahora.

Con Magnus observándolo desde abajo, sus ojos de gato brillar contra la oscuridad y la poca luz de la luna que entraba por su ventana.

Podía desfogarse con él, llorar con él, hacer el amor. Decirle lo que le molestaba, ser él mismo.

Y Magnus lo aceptaba, a aquel ingenuo Lightwood de ojos azules, espalda ancha y alto, cabello negro y labios carnosos. Lo aceptaba por que era él. Es él. Su Alexander. Y él, su Magnus.

—Siempre haces todo... —. Susurro Magnus contra sus labios, capturandolos en suave beso sabor a martini, con su lengua rozando sus labios pidiendo un suave permiso —. Ahora estas aquí... Puedes hacer lo que quieras. Llorar —. Un beso en ambos párpados —. Pensar... —. Otro en la frente, sus labios recorrer toda la curva de su nariz hasta besar la punta —. Gritar... —. Un beso suave en sus labios. Alec lo tomo de la cintura alazandolo hacia arriba con Magnus enredando sus piernas alrededor de Alec —. Puedes hacer lo que quieras, amor...

Y eso fue todo para Alexander; mientras lo llevaba a la habitación, lo besaba y sus lágrimas caían, volviendo sus besos melancólicos y salados, pero pasionales. Dejando a Magnus sobre la suave cama de colores extravagantes.

Su ropa desaparecía, con ambas manos recorriendo su cuerpo y cada prenda cayendo en un ruido sordo, los besos no cesaron, sobre el cuello, clavícula, mejillas, labios.