SOULMATES.

GOODBYE BYE, LOVE.

SOULMATES ✦ YOONSEOK.

❝Tu alma gemela no es alguien que entra en tu vida en paz, es alguien que viene a poner en duda las cosas, que cambia tu realidad, alguien que marca un antes y un después en tu vida. No es el ser humano que todo el mundo a idealizado, sino una persona común y corriente, que se las arregla para revolucionar tu mundo en un segundo.❞

─Mario Benedetti.

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PARTE UNO.

Hoseok siempre fue un niño con una gran imaginación y una curiosidad única que a veces descolocaba un poco a sus padres. Con ya nueve años, recién cumplidos, sorprendía a todos con su inteligencia y con las preguntas que hacía sobre distintos temas; dichas preguntas que a veces los mayores no podían responder y preferían cambiar de tema. Obviamente el de cabellos oscuros se enojaba por esa acción y no dudaba en hacer un pequeño berrinche, cruzando sus brazos sobre su pecho y haciendo un pequeño puchero; cosa que causa bastante ternura al momento en que sus mofletes se inflaban.

El pequeño era muy observador y por ese motivo siempre le llamaba la atención las frases que surgían en los brazos de su madre y que, de un momento a otro, desaparecían. También se impresionaba cuándo su madre tomaba un bolígrafo, escribía algo de forma rápida y al segundo aquella tinta ya no se encontraba, cómo si nunca ella hubiese escrito algo allí. A pesar de la gran curiosidad que le causaba aquello le daba un poco de vergüenza peguntar y más aún cuándo sus abuelos le dijeron que tendría que esperar hasta cumplir la mayoría de edad y saberlo todo.

¿Por qué tenía que esperar tanto tiempo? Esa pregunta era una de las muchas que surgía en su pequeña cabeza. Incluso le pregunto a sus amigos si sabían algo sobre el tema pero ambos le dieron la misma respuesta, esperar a que sean mayores. Por lo que Taehyung (un niño con una personalidad única y de sonrisa cuadrada, con el cuál formo una amistad apenas se vieron) comentó que los padres de él y su pequeño hermano, Jimin, cada dos meses ambos tenían el cabello del mismo color.

Los tres niños no dudaron en creer que sus padres tenían poderes y, obviamente, comenzaron a imaginar que cuándo cumpliesen la mayoría de edad ellos también los poseerían. Aunque, para los tres, los poderes que vieron en los adultos eran muy miserables. Los niños deseaban utilizar algún elemento (tal y como vieron en «Avatar: La Leyenda de Aang» un fin de semana que se encontraban aburridos) o, sino, cómo los poderes que vieron en el tan famoso anime llamado «Naruto». No obstante aquel último les resultaba muy difícil, ellos no poseían chakra y mucho menos venían de una familia de ninjas o parecido.

—¡Hoseok!

Pegó un pequeño brinco del susto y, con el corazón latiendo a mil, guardó todos los dibujos sobre él lanzando bolas de fuego en una carpeta, antes de salir de su habitación. Muy pocas veces eran las que su madre lo llamaba y la mayoría de ellas era para que hiciese los mandados, cosa que lo ponía sumamente feliz. El puesto del señor Bonhwa se había convertido en uno de sus lugares favoritos para las compras del hogar y no, no tenía nada que ver que el señor le regalase caramelos, para nada.